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Un día después de las Elecciones Generales, los bolivianos vivimos sentimientos entreverados. Muchos están vibrando de júbilo porque lograron su objetivo, como se esperaba. La alegría seguramente viene acompañada de algunos cálculos de acción y reacción, que tiene un valor profundo y de mucha importancia. Otros, se encuentran tristes porque los resultados son, los datos que no querían escuchar, previeron que podía ser diferentes o por lo menos pretendían cautivar con sus propuestas. El ciudadano quedó satisfecho, los unos y los otros, porque como se dice: “quien tiene el poder del voto, es uno mismo y así fue”.
Algunos me preguntaron y ¿por qué ganó otra vez Evo Morales? Las respuestas son variadas y no siempre son exactas. Muchos factores influyeron, en este proceso concreto, nadie puede negar, que siendo “presidente y candidato” siempre tendría más opciones y respaldos de la misma estructura del Estado. Aunque pasaron los años, su permanente interacción con el trabajo y su imagen posesionada en la gente, le mantienen vigente; esta es una explicación.
Yo me puse a reflexionar sobre el mismo proceso electoral e indubitablemente existen muchas realidades concretas que nos dan más elementos explicativos. Tal vez, el más exacto que nadie puede negar, es su cercanía a la gente sencilla; se acercó a los pueblos, aunque no resolvió problemas concretos, pero sí logró estar en contacto con la gente y promovió una profunda motivación, elevó el autoestima de miles marginados de la sociedad. Lo sintieron de cerca y lo decían: “el Presidente nos visitó y compartió con nosotros”.
Otra realidad que no podemos ocultar es que en los últimos años el Presidente hizo muchas obras visibles, que nos entraron por los ojos. Muchos proyectos útiles como kilómetros de carreteras, canchas, coliseos, colegios y otros. El último gesto que revolucionará la educación, por lo menos en sentido estratégico, es dotar de computadoras a los profesores y a los estudiantes de último año de secundaria.
A nivel internacional, logró impactar con los resultados de la lucha contra la pobreza, con resultados positivos, que internamente los cuestionaron, pero las cifras cantan, casi el 15% de los pobres, dejaron de serlo. Pero fundamentalmente por sus políticas de desarrollo, como dotar de agua, dar luz a los pueblos; además los bonos beneficiaron directamente a los ancianos, niños y adolescentes gestantes.
Finalmente, la estabilidad económica es la mayor fortaleza que tiene el actual gobierno. Los indicadores positivos dieron garantía a todos los bolivianos de vivir, sin tener muchas presiones y tentaciones de recurrir al pasado. Los ingresos de las exportaciones tanto mineras como hidrocarburíferas han dando un soporte financiero para mejorar los ingresos económicos de miles de obreros y sus familias.
Un apéndice, el voto comunitario, realidad no muy comprendida desde la visión urbana, porque aunque estamos en siglo XXI, existen muchos pueblos que en su forma de vivir y elegir que tienen por delante la comunidad, por ello son las autoridades originarias o dirigentes sindicales, quienes protegen los intereses comunitarios. Por eso, muchas veces direccionan las decisiones porque lo que prima es la comunidad.
Y ahora ¿qué vendrá? Porque muchas preguntas tienen que ver con la necesidad de hacer visible el cambio. Si bien es cierto, existen actitudes de cambio y las mismas deben ser remarcadas por una mirada positiva, optimista, seguir en la línea de la inclusión, pero sin exclusión. Lo dijo el Presidente, parafraseando a otro dirigente, “gobernar sirviendo al pueblo”, pero en el pueblo hay de todo y que nadie se quede fuera. Ahí viene algo, que debe asumir el Gobierno, es la crítica y la autocrítica, no adoptarla como afrenta u oposición. Ser crítico y autocrítico es una actitud sabia frente a la necesidad de avanzar incluyendo.
Yo pienso que el “proceso de cambio” debe profundizar la mejor distribución de la riqueza, que el sol nazca para todos, que la lluvia moje a todos, que el sueño de un país sea siempre compartir los bienes del Estado, sin descuidar a los más excluidos y marginados.
Por tanto, será necesaria una mayor planificación y concentración de ideas porque planear el futuro de Bolivia y su desarrollo siempre será el gran sueño, y mucho más del Presidente.
Aunque es un Estado laico, un líder no puede olvidarse de Dios, porque Él no se olvida de quien gobierna con sabiduría y sencillez; Dios no se olvida de aquel que guía y acompaña a su pueblo por senderos justos. Además este pueblo Boliviano es profundamente religioso, es profundamente místico.
Guillermo Siles Paz es Misionero y Comunicador Social
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