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El Evangelio de San Lucas nos ofrece muchos textos para vivir este año, la misericordia de Dios, porque como nos dicen en Lc. 1,54, “Dios de acordó de su Misericordia”. Hoy es nuestro tiempo para vivir esa misericordia.
Con el Adviento del nuevo año, iniciamos en la Iglesia Católica el momento espiritual de la celebración de la primera venida del Nuestro Salvador Jesús a de la Humanidad y también de su espera gozosa al final de los tiempos, cuando se hará plena la presencia de su Reino en el mundo.
Será un tiempo muy especial para vivir un tiempo de misericordia, es decir, un tiempo de reflexión y de conversión hacia la Misericordia Divina. El Santo Padre Francisco, lo anuncio el 8 de diciembre como el inicio del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. Para que abramos nuestros corazones al amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y para vivir nuestro camino de fe, que nos haga también misericordiosos como los es nuestro Padre Dios.
Hoy todos estamos llamados a ser misioneros de la misericordia, del perdón de Dios, partamos desde nuestra propia vida, ya San Pablo nos decía en 1Tmo. 1, 1-4: “He alcanzado misericordia de parte de Dios”.
Volvamos al Señor de la Misericordia
Estamos necesitados de vivir este Adviento tan especial en familia, en las parroquias, y en la sociedad. Es un “tiempo de la conversión”: Es muy apropiado de recibir al Dios de la Vida que se nos viene en Navidad, con un corazón lleno de amor de perdón de reconciliación. Dejar de lado todos los resentimientos, odios y desprecio al hermano.
Es siempre necesario estar atentos a todos los símbolos que recibimos en estos días, los mensajes, reflexiones y anuncios de la llegada del Señor, nos trae una esperanza.
Es por lo tanto una espera de conversión a la misericordia de Dios, acogiendo con amor al que se equivocó, al que cayó en pecado, o al que aún, no puede controlar sus debilidades. Es un tiempo para asumir esos gestos de la paternidad de Dios, llenos de ternura, acogida y perdón.
Esperar a Jesús con Misericordia y solidaridad
Todos estos años sentimos como estamos viviendo nuestra realidad, unas veces nos dicen que en bonanza económica, otras en precariedad. Lo que si vivimos una situación donde nos exige despojarnos de muchas ataduras. Es necesaria una mayor atención a las realidades circundantes, cercanas, muy relacionadas a nosotros. Necesitamos mirarnos y sensibilizarnos.
Aún vivimos realidades que debemos de mejorar, existen aún pobres que necesitan nuestra sensibilidad, aquellos que aun pasan hambre y desnutrición; miles de enfermos que no pueden acceder a un seguro médico digno, miles de ancianos que esperan ser tratados con dignidad. A esto pongámonos a pensar. ¿Cuantas personas hoy son víctimas de la violencia, de la delincuencia, de las redes del narcotráfico, que hoy silenciosamente crece en nuestro país?, Hoy hay un grito de miles de excluidos que quieren que escuchemos su voz. ¿Que hacemos?
Hoy con mayor razón necesitamos de la solidaridad hacia todos los dramas humanos. Necesitamos de partir y conmovernos antes todas las victimas del sistema y dejar de ser indiferentes. Dios clama todos los días por el pobre, pidiéndonos que seamos solidarios y que escuchemos su voz.
Este ambiente del adviento es siempre apropiado para vivir signos de la misericordia. Acerquémonos a los que sufren en el cuerpo y en el espíritu, hagamos obras de misericordias corporales y espirituales. Abramos el corazón al perdón y reconciliación. Porque es tiempo de misericordia.
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