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Hay tiempo para nacer y tiempo para morir. Es más, hay tiempo para todo, y al final el ser humano ¿qué provecho saca uno de sus afanes?, esto parafraseando los proverbios del Qohelet. Hoy solo afirmamos, un año se va y otro llegó para quedarse.
De hecho muchos mensajes son los que nos inspiran. Este año entro en sintonía con lo que Papa Francisco nos invita, vivir este nuevo año nuevo construyendo la fraternidad. Ciertamente su inspiración es profundamente humana, su mirada esta partiendo de la misma realidad del hombre que hoy experimenta muchas dificultades para construir un mundo fraterno, donde las relaciones entre hermanos y ciudadanos, sean de pleno respeto y de una construcción colectiva.
Mirando profundamente nuestra vida, el Papa encuentra algunos elementos que son base para una reflexión permanente en todos los niveles de la sociedad. Se constata día a día que hay un déficit de fraternidad en la sociedad y en el mundo actual: ¿El egoísmo nos ciega a nuestra fraternidad fundamental? ¿El miedo y la competitividad han envenenado nuestra incomparable dignidad como hijos e hijas de Dios y, por lo tanto, hermanos y hermanas entre sí?". Tal vez por esa razón hoy estamos distanciados. No mirarnos transparentemente o pensándonos siempre como enemigos.
La palabra fraternidad es importante, por varias razones, la primera. Porque Fraternidad es un término que viene del latín “frater”, que quiere decir, hermano. Por lo que fraternidad significa parentesco entre hermanos. Y si miramos a nivel global estamos pensando en la vivencia de buenas relaciones entre los seres humanos, en donde se desarrollan nuestros sentimientos de afecto, unión y correspondencia mutua. La fraternidad nos induce a lazos muy fuertes entre los hombres y mujeres, en base al respeto de la dignidad de la persona humana y en la igualdad de derechos de todos los seres humanos.
Por eso sentimos, que estamos distanciados, los unos de los otros. Muchas veces inclusive, son las estructuras sociales que impiden que los valores, que construye la fraternidad, sean difundidos y promovidos. Al contrario, lo que promueve e influyen al ser humano, son los antivalores: la violencia, la venganza, la envidia y por lo que nos hacen seres aislados, sin amigos. A veces también, podemos ser personas, que no inspiramos paz, acogida, confianza, ternura, sencillez, etc. Las más de las veces, nos escudamos en nuestros títulos, en nuestras matequetas de seres humanos importantes.
Siempre esperamos que el otro deba tener la iniciativa. Para vivir en una sociedad fraterna será muy importante partir de nosotros y ver al otro como importante. Los valores positivos no siempre son los apreciados, sino al contrario, despreciados. No anunciemos la destrucción del otro. Tal vez tenemos que brindarnos y no blindarnos.
Muchos coinciden diciendo, que la sociedad es el reflejo de lo que somos. Nuestra familia será lo que estamos construyendo en la convivencia cotidiana.
El Papa propone a todos el camino de la fraternidad, para dar ese rostro más humano al mundo. “La fraternidad es una don que todo hombre y mujer lleva consigo en cuanto ser humano, hijo de un mismo Padre. Frente a los múltiples dramas que afectan a la familia de los pueblos -pobreza, hambre, subdesarrollo, conflictos bélicos, migraciones, contaminación, desigualdad, injusticia, crimen organizado, fundamentalismos- la fraternidad es fundamento y camino para la paz".
Todos sabemos que el mundo está yendo en sentido contrario. El individualismo, el etnocentrismo y el egoísmo siguen separándonos del otro. Por eso es necesario, nos dice el Papa, “en un mundo cada vez más interdependiente, la fraternidad venza la difusión de la globalización de la indiferencia”. No podemos, por lo tanto, ignorar al otro. Debemos respetarlo y comprometerle para cambiar este mundo.
Dejemos inspirar hoy, para que la fraternidad, toque todos los aspectos de la vida, incluida las estructuras sociales.
(*) Guillermo Siles Paz, OMI, misionero y comunicador social.
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