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Mis primeros días en la Universidad fueron increíbles, a la par de ir aprendiendo las bases teóricas de la Contabilidad, la Economía, el Derecho y la Administración, fui conociendo un sinnúmero de personas diversas. En ese ínterin, me preguntaba cómo podía ser que personas tan diferentes pudieran cursar una misma carrera¿No se suponía que todos debíamos tener un mismo perfil? ¿Unas mismas metas?
Estas cuestiones me dieron mucho en que pensar, por lo cual, comencé a indagar acerca de la motivación que habían tenido mis compañeros para ingresara la carrera de Auditoría (Contaduría Pública). Las respuestas eran tan diversas como mis compañeros: desde la existencia de un Auditor en la familia, pasando por “en esta carrera se gana mucho dinero”, hasta “mis amigos se inscribieron aquí”.
La amplia variedad de respuestas, demostraba que muy pocos habían ingresado porque realmente lo desearan o porque creyeran quenuestra carrera fuera lo suficientemente apasionante como para dedicarle el resto de sus vidas.
Por tanto, era fácil deducir que en un futuro muchos de mis compañeros estarían destinados a realizar un trabajo sin pasión, sin motivación, por el simple hecho de subsistir, más no existir.
Esta hipótesis pesimista,se ve reforzada y confirmada por el bajo índice de titulados. De acuerdo a la información académica del CEUB, en 2006, las 11 universidades públicas acogieron un total de 56,398 inscritos; en situaciones ideales, éstos56 mil estudiantes debieron haberse titulado en 2012 (sin aplazos, con trámites sin observaciones ni demorasy colación de grado incluidos), sin embargo, en 2012, solamente se titularon 18,063 estudiantes, que representan un 32% de los inscritos en 2006, lo cual indica que de cada 10 inscritos en las universidades públicas, sólo 3 se gradúan en tiempos óptimos.
¿Y el 70% faltante? Algunos cambian de carrera, otros la abandonan para comenzar a trabajar, otros perdieron el año por uno u otro factor… todos estos elementos evidencian que algo anda fallando en el sistema.
En este contexto¿Cuál es la medida que debemos tomar para evitar no sólo un bajo índice de titulados, sino un sinfín de vidas embargadas en la amargura de un trabajo cotidiano por el cual sólo sienten hastío? El sistema educativo y las universidades deben velar por la implementación de programas de orientación vocacional, que coadyuven a que los bachilleres tomen una decisión correcta y se formen profesionales comprometidos a trabajar por el desarrollo del país.
Lamentablemente, podemos observar que el pedido recurrente de las universidades públicas gira en torno a requerimientos monetarios-presupuestarios, a pesar de que sus ingresos tienen una fuerte tendencia ascendente en los últimos años ¿Estas solicitudes van ligadas a una mejora del servicio educativo? ¿Tendremos los estudiantes mejores condiciones para el desarrollo formativo?
Retomando el tema de la falta de pasión y el bajo índice de titulados ¿Hacia quién debe apuntar nuestro dedo culpabilizador? ¿A los estudiantes? ¿Los docentes? ¿El sistema universitario? ¿El sistema educativo?
Quizás todos somos culpables.
Judith Apaza es Auditora Financiera
@judith_apaza
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