Somos parte del sueño amazónico, somos parte de la tercera generación desde la fundación del Benjamín Boliviano, la otrora territorio nacional de colonias. Somos en parte herederos de las historias legendarias, heroicas, míticas y reales de la forma en la cual se erigió este girón patrio.
Quiero rendir mi homenaje a todos los que lucharon, los que dejaron su sangre y su heroísmo en la edificación de nuestro departamento. Hoy, 24 de septiembre, Pando celebra sus bodas de diamante con coraje, fuerza, trabajo y la fe. Principalmente fe en su presente y su futuro que es la proyección y el legado que nos dejaron los héroes de la distancia, los que caminaron tres mil kilómetros hasta la guerra del chaco en defensa de la soberanía.
Este ejemplo de vitalidad, de lucha, de amor por la patria, de verdadero patriotismo es lo que llevamos dentro cada amazónico como una fuerza interior, como una energía vital que nos hace enfrentar las dificultades para superarlas con entereza y convicción.
No sin olvidar nuestra tradición guerrera , aquella heredada de nuestros pueblos indígenas que lucharon contra el colonialismo inmortalizada por el héroe, el cacique Tarano y las luchas diversas de resistencias en contra de los colonizadores gomeros y acabando con la gesta heroica de Bruno Racua en defensa de nuestra amazonia en la guerra del acre a principios del siglo XX.
La historia de luchas continua con la participación de varias marchas nacionales campesinas e indígenas por la tierra y el territorio de las cuales se logró la titulación de las Tierras Comunitarita de Origen (TCOs) y que posteriormente tiene su punto culminante en la tercera marcha indígena campesina del año 2000 que partió desde Cobija hasta Montero (Santa Cruz) y en la cual se logró la conquista posterior de la titulación de 500 hectáreas por familia en el norte amazónico que no tiene parangón en américa latina.
Tampoco podemos olvidar a los indígenas y campesinos que ofrendaron su sangre en Porvenir porque también son héroes defensores de la democracia, de la libertad y de la dignidad. Allí dejaron su sangre Bernardino Racua dejando la estirpe de lucha de la descendencia de los Racua en su lucha por la plena liberación de nuestros pueblos.
Hoy estamos de fiesta y hay que celebrar primero rindiendo homenaje a nuestros héroes a los que nos legaron su ejemplo de lucha, ese es el carácter que debemos forjar con determinación los hijos de esta tierra privilegiada por la naturaleza.
Tenemos nuestra historia llena de luchas y heroísmos; tenemos la tierra, el bosque, los ríos, la fauna y a nuestros pueblos indígenas y campesinos; tenemos nuestra identidad, nuestras costumbres, nuestra cultura. Hoy en día lo tenemos todo, o casi todo excepto que estamos perdiendo u olvidando dos cosas: La absoluta conciencia de dónde venimos y lo que somos y una férrea voluntad para actuar en consecuencia con nuestra herencia histórica.
Perdón por lo de la crítica en momentos de fiesta, pero hay que darnos un sacudón. Después de la alegría y la resaca hay que seguir viviendo y construyendo. Los amazónicos de esta tierra tienen el deber ineludible de recuperar el liderazgo colectivo sin caudillos, de retomar el timón de la historia. Significa ir más allá de intereses individuales, personales, de grupos de poder, de grupos partidarios y ponernos al servicio de los intereses colectivos del pueblo. Significa despojarnos de egoísmos, ambiciones, avaricias, prejuicios, rencores y preconceptos. Significa mirarnos de frente y ponernos de acuerdo en los espacios públicos para consolidar el paradigma amazónico. Sabemos que hay heridas profundas que tenemos que sanarlas con paz y unidad, pero fundamentalmente con justicia social.
Si decimos que amamos profundamente a esta tierra, significa que también amamos a quienes habitan en ella, a los hombres y mujeres sin distinción de clase, a indígenas, a los campesinos, a los obreros, a los jóvenes, etc. Si eso es así tenemos la obligación moral y el deber de luchar con todas nuestras fuerzas posibles contra la desigualdad, la injusticia y la pobreza. Esto requiere en muchos casos renunciar a nuestros propios privilegios para que los beneficios de la sociedad alcancen a todos. .
¿Qué sociedad le vamos a dejar a las nuevas generaciones? Pienso en nuestro mayor patrimonio que son nuestros hijos, nuestros niños y jóvenes de hoy. Para ellos hace falta garantizar una sociedad donde haya igualdad de oportunidades en la educación técnica media y superior y evitar que sean víctimas de la drogadicción porque no de lo contrario nada será posible. De ellos es el presente y el futuro, la imaginación y la renovación para nuevos derroteros.
Hoy en día vivimos un desarrollismo con la construcción de carreteras, puentes, terminales, estadios, coliseos, centros de salud y escuelas pero nos estamos olvidando de la producción y transformación sostenible de los recursos naturales, la generación de empleos dignos, la educación técnica media, a la igualdad de oportunidades en el acceso al requerimiento de servicios de inversiones estatales, al comercio justo, etc. Solo por mencionar algunos objetivos que son desafíos para nuestra generación presente y de las que vendrán.
En el campo de la cultura es un buen augurio y buena señal el inicio de una buena etapa de rescate cultural y de las tradiciones amazónicas a través de festivales de música tropical, de danzas autóctonas y concursos de pinturas y poesías populares. Se han abierto las carpas populares de comidas típicas y el jocheo de toros, además de juegos tradicionales que se estaban perdiendo por la influencia la modernidad urbana.
Esta es nuestra tierra amazónica, hay que valorarla, amarla y defenderla. Es la tierra de la castaña y de la goma; del siringuero y castañero; es la tierra de la mara, el cedro y el tumi; es la tierra del asaí, del majo y la chonta; del palma real, el motacù y el marfil; es la tierra de los ríos Manutata(río padre), Manu Beni(río Viento), Tahuamanu,(río de los ambaibos) y Manuripi (río de las serpientes); es la tierra de los peces, del pintao, del pacú, la yatorana, y el dorado; es la tierra de las aves, del mutún, de la paraba y la perdiz; es la tierra animal de la temible sicurí, del tigre, y de la anta; es la tierra de nuestros ancestros indígenas Yaminaguas, Machineris, Ese Ejjas, Tacanas, Cavineños, Araonas y Pacahuaras; es la tierra de ardientes mujeres, de mitos, leyendas y mágicos atardeceres.
Yo tengo un sueño para la amazonia pandina y es que en el centro de nuestra sociedad y por sobre todas las cosas esté la dignidad del ser humano y su identidad cultural antes que el dinero y lo superfluo. Sobre esa base es posible construir el desarrollo sustentable sin destruir el bosque.
Honor y gloria a los hombres y mujeres de ayer y de hoy que, desde esta región amazónica, forjaron y siguen aportando la construcción de una patria digna y libre.