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El guardia de seguridad, Ronald Iván Fernández Chambi (23), fue sentenciado a 30 años de cárcel en Palmasola, por el asesinato de la exmodelo y bioquímica, Sophia Calvo Aponte (26).
El autor confeso de la muerte de la profesional decidió someterse a juicio abreviado ante la justicia cruceña, en medio de la congoja y protesta de la población por el horrendo crimen.
El juez Martín Menacho llevó adelante este domingo la audiencia en medio de estrictas medidas de seguridad y reserva.
Luego de 10 horas, Fernández fue detenido en Pailas y trasladado a la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen. Posteriormente decide someterse a juicio abreviado, lo que permitió que la justicia lo condene a la pena máxima por asesinato y feminicidio.
Horas antes el ministro de Gobierno, Jorge Pérez, presentó a la prensa al asesino de Sophia Calvo Aponte.
Detalles
El delito se conoció el viernes por la noche y en la madrugada del sábado, en el control de una tranca, el cuerpo de la víctima fue hallado en el baúl del vehículo de su propiedad y que era conducido por el asesino.
Pérez explicó que hace seis meses Fernández Chambi trabaja como guardia en un parqueo que era frecuentado por la víctima, según el periódico El Deber.
Relató que la noche del viernes el efectivo de seguridad interceptó a Calvo en el parqueo, la atacó son con un cuchillo y la asfixió con sus propias manos.
El asesino planificó durante días el crimen supuestamente porque quería ostentar un vehículo a su novia y la candidata para arrebatárselo era la joven bioquímica que usaba a diario el parqueo, según El Deber.
La noche del viernes, el hombre tendió una emboscada a la mujer en el cuarto piso sabiendo que la cámara no abarcaba todo el ambiente. Sophia se defendió y hasta logró arrebatarle el cuchillo para ahuyentarlo, pero no pudo y acabó siendo asfixiada y violada por el sujeto de estatura mediana.
Iván subió el Kía al séptimo piso con el cuerpo de Sophia en el maletero, limpió la sangre, se cambió de ropa y esperó que los demás clientes se fueran en sus motorizados para sacar el auto, con el que paseó por la ciudad, bebió en locales y al día siguiente se dirigió hacia el este y, en la tranca de Paila, lo descubrió el sargento Juan Carlos Adrián G., de la Policía Caminera.
El ministro Pérez reveló que el parqueo privado carecía de un control efectivo, pues el sistema de seguridad se limitaba a un circuito de videos en los tres primeros pisos, monitorizados por una funcionaria en el punto de entrada. Tenía una alarma que era activada remotamente por el administrador cuando Iván le informaba que era hora de cerrar el negocio. Esa noche, el hombre burló las cámaras al cubrir las ventanas del auto con papel oscuro y papel de periódico, y al encandilar poniendo la luz alta al salir del edificio, agrega el matutino.
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