Internacional
G7 en la Haya
Cameron asegura que no habrá cumbre del G8 en Rusia


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Lunes, 24 Marzo, 2014 - 13:38

La Cumbre de Seguridad Nuclear se abre este lunes en Holanda bajo la sombra de la crisis de Crimea. Celebrada por tercera vez desde que, en 2010, el presidente de EE UU, Barak Obama, propusiera un encuentro periódico para evitar el terrorismo nuclear, reúne en La Haya a 58 líderes mundiales de 53 países, aunque no participarán Irán y Corea del Norte. Entre ellos, figura el propio Obama, y su homólogo chino, Xi Jinping. Nada más llegar a Ámsterdam, Obama ha dicho que su país y la UE están de "acuerdo en apoyar al Gobierno y al pueblo de Ucrania". EL ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov ha anunciado este lunes que se reunirá con su homólogo ucranio, Andriy Deshchitsia, durante la cumbre del G7 en La Haya -que se prolongará hasta este martes- para tratar la crisis de Crimea, según fuentes diplomáticas rusas. Se desconoce, sin embargo, cuándo se poducirá el encuentro.

La cita es crucial para lograr la reducción progresiva del material nuclear almacenado en el mundo, y mejorar su vigilancia. Sin embargo, la anexión de la península de Ucrania por parte de Moscú, ha forzado una reunión paralela del G7 (Estados Unidos, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Japón y Canadá). Rusia, que formaba parte del grupo desde 1998, llamado entonces G8, ha sido apartada temporalmente del club de los países más industrializados del mundo. Además, el primer ministro británico, David Cameron, ha dicho que no habrá en junio una cumbre del G8 en Sochi como estaba previsto. "Debemos ser claros y decir que no va a haber una cumbre del G8 este año en Rusia. Eso está absolutamente claro", ha afirmado. Obama tenía previsto proponer una suspensión indefinida de Rusia del grupo, informa The Washington Post.

Japón, que sufre todavía los efectos de las fugas derivadas del accidente registrado en la central nuclear de Fukushima en 2011, acaba de anunciar en Holanda que se desprende del material en discusión. En concreto, cederá a Estados Unidos, para su destrucción, 300 kilos de plutonio y uranio enriquecido con el que podrían fabricarse armas. Aunque Tokio -tercera potencia industrial del mundo- cuenta con muchas más reservas, y depende de la energía atómica, su gesto subraya el deseo de perfilarse como un abanderado de la seguridad nuclear. Lo demás países irán anunciando su aportación a la Cumbre de diversas maneras. Holanda, por ejemplo, ha elaborado un “plan de respuesta en caso de incidentes nucleares, que fluye desde los despachos de políticos a los servicios de emergencia sobre el terreno”.

Hace cuatro años, durante la primera Cumbre, celebrada en Washington (la segunda fue en 2012 en Seúl, Corea del Sur), el Gobierno de Ucrania anunció la destrucción de todas sus reservas de uranio enriquecido. El país conserva gran cantidad de material radiactivo heredado de su época como república de la Unión Soviética, y decidió que solo utilizaría el de poca potencia para la investigación. El resto sería llevado a territorio estadounidense para su desintegración. Su actitud es la buscada en un encuentro que no tratará de armas nucleares, sino del uranio y plutonio utilizado con fines legítimos, ya sea como combustible en reactores nucleares o en medicina. En manos terroristas, de todos modos, ambos elementos pueden ser aprovechados para fabricar explosivos. En particular, las denominadas “bombas sucias”, que liberan radiactividad a la atmósfera con consecuencias letales. Las bombas limpias, más fáciles de obtener y menos codiciadas, no diseminan radiactividad.

La Comisión Europea, el Consejo de Europa, Interpol y el Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA, en sus siglas en inglés) estarán también representados en Holanda. Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, tiene prevista su asistencia, puesto que la IAEA promueve el uso pacífico de la energía nuclear e informa al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General.

La vigilancia del material nuclear es el otro punto esencial de la agenda de la Cumbre. Entre 1993 y 2012, la IAEA registró 2.331 alarmas por culpa del transporte, o desecho, sin garantías, de material radiactivo legal. Una veintena de los incidentes registrados sí se referían al tráfico ilegal de uranio enriquecido y plutonio. Nada acabó en manos de extremistas, pero los acuerdos internacionales mejorarían la supervisión de los elementos químicos barajados. A pesar de que el comunicado final de la Cumbre no será vinculante, el compromiso político que supone puede mejorar la seguridad nuclear en el mundo. Organizaciones ecologistas como Greenpeace, por el contrario, sostienen que el mayor peligro son las armas nucleares, que no figuran en el programa. (EL PAÍS)

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