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El actual Estado Plurinacional de Bolivia, aún a pesar de tener una de las constituciones más avanzadas en el mundo, pues, en lo que respecta al servicio militar obligatorio, no solo es cavernario, sino que, además, fomenta la ociosidad de una clase militar improductiva en toda la historia del país. Esta obligatoriedad no coincide en absoluto con el espíritu pacifista que anda ventilando el presidente. Ya es hora de abolir este servicio, porque representa intereses mezquinos y una manera de seguir perpetuando el militarismo.
Los últimos años, nos ha sido familiar observar interminables filas de padres de familia y estudiantes de 16 y 17 años, tratando de conseguir un cupo para este servicio o mejor sería decir, pérdida de tiempo obligatorio. De todas maneras, si es obligatorio debería haber espacio para todos sin ningún tipo de restricción alguna. Peor aun cuando esta obligatoriedad pone como requisito el rendimiento académico, como si el militarismo gozara de alguna tradición intelectual mínima. O es que acaso realizar el servicio militar genera buenos ciudadanos o mejores personas. Creo que no. Un país que destina la mitad de sus ingresos en una falsa política armamentista, ¿no sería mejor invertir en salud y educación? Las fuerzas armadas del Estado Plurinacional no están en condiciones de hacerle frente en una eventual agresión interna a nadie. Ese eslogan militar de que el servicio militar es un servicio a la Patria, no se lo creen ni los mismos militares; nada más es fruto de la incapacidad de un sector que vive a mangas del resto del pueblo sufriente.
Gracias a la visionaria idea de mi madre, puedo preciarme de no haber servido de rata de laboratorio u objeto de tremendas golpizas, en nombre de la Patria, de un grupo ocioso como son los militares. Hace ya años cuando muchos jóvenes del campo iban al cuartel con la idea de hacerse hombres, yo también quería seguir ese rumbo; pero mi madre con toda la inteligencia femenina, me dijo, “no pensarás ir a perder tu tiempo con esos holgazanes de los militares. Tú, debes estudiar…”. Creo que fue en buena hora.
De este modo, pienso, que el servicio militar obligatorio, debería anularse ipso facto, pues no solo constituye un castigo y tortura para los jóvenes a quienes se les obliga; un Estado pacifista no puede empujar a los jóvenes a realizar una actividad con la que se legitima el poder militar. Esos dos años que los adolescentes pierden el tiempo, podrían empeñarlos en actividades mucho más productivas, que pasársela repitiendo consignas de una clase violenta. Para qué le sirve a un chico saber qué es la jerarquía militar, patria o muerte, etc.
El servicio militar en un país que se precia de pacifista y socialista, debería ser de libre elección y, además, remunerado. Mientras sea obligatorio, continuará en la memoria, el legado de un poder, el militar, que en la historia de este país ha escrito páginas teñidas de sangre y dolor, pero, también seguirá siendo muestra de una clase privilegiada frente al resto de la población.
Iván Castro Auzamen
Teólogo y filósofo
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