TEOLOGÍA Y COTIDIANIDAD
By WNina on Vie, 17/03/2017 - 11:08Juan Luis Segundo, teólogo uruguayo, solía decir que la realidad era densa, espesa, en pocas palabras, hablaba del espesor de la realidad. Y sí. En esa densidad de lo cotidiano me encontré con Antonieta Potente, teóloga italiana de la orden de Santo Domingo. Cuando uno busca a algún religioso (a) es muy fácil dar con su paradero, por medio de la guía eclesiástica o contactos del mundo eclesial. Pero, si una religiosa, como Antonieta Potente, cuya comunidad es la familia humana, una familia igual que millones de familias en el mundo, que viven inmersas en la lacerante realidad de cada día, es muy complicado poder llegar a ella. Pregunté a mucha gente de las comunidades religiosas para llegar a Antonieta. La respuesta siempre era la misma, “sí, sé quién es ella, pero no encuentro su dirección en la guía”. No me di por vencido, al saber noticias de que esta teóloga de una honda espiritualidad, teóloga de la cotidianidad, estaba en algún lugar de Cochabamba.
Después de un largo viaje desde el centro de la ciudad y aún con la idea de encontrar la comunidad religiosa de Antonieta, una tarde nublada me fui en su busca. Al otro lado del móvil, me indicó la manera de llegar a su residencia, su residencia en la tierra, diría Pablo Neruda. En el camino me asaltó un furibundo aguacero. Entonces pensé en César Vallejo, y ese poema en el que dice que se moriría un día de aguacero en París. Mientras avanzaba el mini bus, contemplé el verdor de la tierra, vacas, campesinos, el cielo nublado. Me esperó al borde del camino. Antonieta es una mujer menuda. Una voz delicada y suave tono italiano. Pero, sobre todo, un ser de una enorme sencillez. Me pareció haberla conocido de siempre, a pesar que sólo sabía de ella por noticias y algún seminario que impartió en el postgrado de Misionología en la Facultad de Teología “San Pablo”.
La casa estaba silenciosa. La acompañaban dos canes y un gato. Pasamos a su palacio, así llama ella a su biblioteca repleta de libros y cuadros, donde vivió los años de estancia en Cochabamba. Me dijo que le gustaba mucho la poesía del poeta de Isla Negra y la prosa de Octavio Paz y la pintura de Frida Kahlo. Hablamos de literatura y teología como dos amigos que hablan de los sueños. No podía faltar en nuestra charla la política y la sencillez de la vida. “Debemos agradecer por lo mucho o lo poco que tenemos”, dijo en algún momento. Antonieta es una teóloga, cristiana y católica, profesora en una universidad pública de Italia, porque la censura no le permite una cátedra en alguna universidad de la Iglesia, pero, eso a ella no le preocupa demasiado. Sartre, hablaba de un compromiso con la existencia, Antonieta por su fe y mística, vive comprometida con la realidad de todos los días. Me contó toda su experiencia de vida y fe, al lado de una familia con la que vive, y que es la familia humana en una familia boliviana.
Antonieta Potente, habla de la vida y la realidad, no solo con autoridad porque, ha logrado conjugar en su opción por el Evangelio, vida y obra. En el mundo de la Literatura, uno de los pocos que logró hacer coincidir el final de su obra con el final de su vida, fue Franz Kafka o en otras palabras, vivió como escribió. Antonieta, también es una de las pocas teólogas que escribe desde un lugar común para todos los seres humanos, pero, mucho más para los pobres, lo cotidiano, la realidad; esa cotidianidad que no necesita maquillajes ni alusiones, mágico maravillosas. “Alguna vez viajé en el bus público, con los centavos exactos, como millones de personas en el mundo”, comentó, mientras yo comía el huevo frito con arroz graneado. Ambos, coincidimos en que todavía tenemos una jerarquía eclesial que da muestras de poder, de riqueza y que vive divorciada de la realidad de la gente pobre.
La pobreza de los más necesitados siempre será un escándalo ante la riqueza de unos pocos; pero, también, el rostro del fracaso político, social y económico de los gobiernos, sean estos un lado u otro. Antonieta Potente, crítica frente al poder, vive su opción radical por el Misterio en medio de la cotidianidad de la gente sencilla.
Iván Castro Aruzamen