CON MÁS, CON MÁS, CON MÁS…
By WNina on Mié, 14/06/2017 - 18:28La experiencia nos enseña. La realidad nos muestra. Aunque a veces tendemos a considerar que las extravagancias son solo una cualidad de la metáfora (Paul Ricoeur) o expresión propia de lo metafórico, es decir, de aquello que no sucede en nuestra cotidianidad; pues, no. En el día a día del ser humano ocurren cosas extravagantes y más. Por ejemplo, el que mata a un ser humano, viola, extorsiona o se enriquece ilícitamente, sin ningún tipo de resquemor; hasta nada más el que le falta el respeto a otro ser humano del modo que sea, sin duda, en el fondo, no es más que la expresión de la tendencia humana a despreciar, humillar, someter y ofender del modo que sea a quien se le considera inferior. Por esa razón, el ser humano se aferra al poder, así sea éste político, económico, social, religioso o del tipo que sea de poder; no voy a negar la dimensión específicamente humana y necesaria de la acción política, pero, junto al poder religioso, han sido los que más dolor han causado a la humanidad en todos los tiempos. Y a quienes se encumbran o escudan en estos poderes poco les importa la vida de la gente o la dignidad del ser humano.
Los enemigos de la vida están donde menos lo esperamos. En definitiva, son aquellos que se creen con más poder y todo lo demás. Entonces, no es una simple casualidad encontrarse con personas que se consideran con más derechos, con más poder, con más autoridad, con más dignidad, con más fuerza, con más humanidad, con más honor, con más grandeza, porque sencillamente quieren ser los primeros o los más grandes; en este sentido, bajo estas pretensiones se produce inevitablemente, una agresión irracional, bestial, contra la vida de los demás y, por lo general, de aquellos que se encuentran indefensos, desprotegidos, los de abajo, los del margen de las estructuras injustas, en suma, los más pobres y víctimas del dolor humano. Esta agresión, de por sí, divide a las personas en dos categorías: por un lado, los puros e intachables que se consideran con más, con más y más de todo; y por otro, están los contaminados e impuros, a quienes se les considera los menos, menos y menos de todo; es decir, menos derechos, dignidad, poder y un largo etcétera, o como diría, Eduardo Galeano, los nadies.
Pues bien, aún a pesar de estos actos de enemistad y de odio, no falta quien sostenga que la política es una actividad digna; por el momento, sin embargo, la política ha sido secuestrada por la lógica del con más, con más, con más de todo. Los preceptos de una política como actividad que sirva para una sana convivencia humana en la que se respete la vida, no solo es urgente sino necesaria para devolverle la dignidad a la política; y una política para la vida debe tener unos preceptos que sirvan para mitigar el sufrimiento humano; no obstante, los políticos de hoy, no solo fruncen el ceño ante el tremendo dolor ajeno sino que viven al margen de los más necesitados; por eso no podemos menos que gritar que la política hoy por hoy ha dejado de tener sentido y no sirve más que para ser hollada y pisoteada por los hombres igual que la sal que ya no da sabor a la comida.
No podemos callar y asistir perplejos ante una política del con mas que está haciendo estragos en nuestra sociedad. A estas alturas de nuestra historia y en tiempos de pluralismo, es necesaria una política que vehicule y gestione hechos de la más profunda humanidad, pues, es el único camino para hacer del ser humano, verdaderamente, humano.
Pues quien se humaniza tiene la posibilidad de relacionarse con los demás sean quienes sean, a través y con los sentimientos; por tanto, toda relación con el otro se transforma en una relación de respeto y tolerancia, único sostén capaz de sedimentar una convivencia fraterna entre seres humanos. En cambio, esa perversa lógica de la política actual, el con más, con más, con más de todo, necesariamente, conduce a relaciones asimétricas basadas en el poder, atentando contra la dignidad más honda del ser humano, la vida.
Iván Castro Aruzamen
Teólogo y filósofo