Cuento de Carnaval

VUELVE "LA LOCA DEL MINIBÚS"

Jenny Ybarnegaray Ortiz

Lunes 16 de febrero, lunes de carnaval para ser más precisa. Ya pasé un domingo estruendoso, gracias al favor que me hicieron los dueños del club vecino, con música “thecno” a todo volumen durante ocho horas, hasta las 02:00  a.m.
12:30 De pronto escucho “Aló, alóoooo, uno, dosss, tresss, sssí, sssiii… ¿ya? Sssiii…” ¡Y empieza el musicón! Música chicha y un locutor que compite estridencias con el fondo musical, anuncia: “fulano, zutano, mengano y perengano, la mesa directiva del sindicato de transportistas, a la cabeza de Felipe Choque, secretario general, da la bienvenida a sus invitados”…

¿Perdón? A mí no me invitaron; pero eso no importa… El musicón incrementa el volumen del aparato hasta decibeles insoportables… Instalan sus vehículos en fila, en diagonal, la calle cerrada y comienza la repartija de alcoholes…
14:30 Llamo al número del módulo policial más próximo, nadie responde. Llamo al siguiente y me responde un oficial, el diálogo va como sigue:

-    Yo: “buenas tardes, señor, vivo en tal calle; en la esquina hay una parada de minibuses, hace dos horas han instalado un musicón, y han bloqueado el ingreso a la calle; le pido, por favor, su intervención”.
-    Oficial: “me va a disculpar, señora, pero mi puesto queda lejos y no tengo movilidad para acudir al lugar que indica”.
-    Yo: “¿y a quién puedo pedirle que intervenga”?
-    Oficial: “llame al número tal”.
-    Yo: “ya llamé a ese número y nadie responde”.
-    Oficial: “¿en serio?, ¿no se habrá equivocado de número”?
-    Yo: “No, no señor, no me he equivocado, he llamado insistentemente a ese número”.
-    Oficial: “ah, ya, voy a ver qué puedo hacer”…
-    Yo: “Gracias”

Yo, rogando a “san pedro” que mande una granizada de a de veras, a ver si una buena lluvia pudiese persuadir a los entusiastas carnavaleros para apagar el musicón… Y ¡oh, sí, milagro, llovizna, llueve, graniza! Pero, no, nada los persuade… La lluvia pasa, la farra sigue…

17:30 Vuelvo a llamar al teléfono del módulo policial más cercano… esta vez respondeel oficial a cargo:

-    Yo: “buenas tardes, señor, hace tres horas he llamado para hacer un reclamo… [repito el cuento] pero la fiesta continúa y no hay señales de que vayan a pararla…”.
-    Oficial: “sí, señora, hemos recibido llamadas de varios vecinos molestos y hemos ido a dar una vuelta por ahí. Les hemos pedido que por lo menos bajen el volumen de la música. Nos han dicho que tienen permiso de la alcaldía”.
-    Yo: “¿¿¿de la alcaldía??? ¿y le han mostrado el permiso?
-    Oficial: “no, me han dicho que lo iban a buscar…”.
-    Yo: “¿y…?”
-    Oficial: “y nada, no me han querido mostrar el permiso”.
-    Yo: “¿Y usted no podía hacer valer su autoridad?”
-    Oficial: “No, pues, señora, nosotros sólo podemos intervenir cuando hay riñas y peleas… además, qué podíamos hacer, ellos son hartos, nosotros entre dositos no más erábamos”.
-    Yo: “ah, bueno, entiendo, dos policías nada pueden hacer contra una tropa de transportistas abusivos que decidieron tomar la calle”.
-    Oficial: “sí, pues, señora, me va a disculpar, un poquito de paciencia va a tener que tener…”.
-    Yo: “sí, claro, un poquito de paciencia… Gracias y buenas tardes”.

18:00 El locutor anuncia “seguimos, seguimos, morenada, kullaguada, merengue y salsa vamos a bailar… ¡¡salud, salud!!…”.

Listo el pollo, a la “loca del minibus” sólo le quedan dos opciones: unirse a la fiesta (a la que no fue invitada) o ponerse tapones en los oídos… Opto por la segunda, no vaya a ser que, encima, me echen a patadas de su fiesta privada-pública…
¡Ah, eso sí! como vivo el país donde todo el mundo tiene derechos y nadie tiene obligaciones, mañana voy a bloquear la calle, me voy a crucificar en la esquina, me voy a coser los labios en huelga de hambre pura, dura y seca, hasta las últimas consecuencias, es decir, hasta que logre “arrancar” del gobierno (a cualquier nivel que corresponda) una determinación inapelable para que, donde alguna gente haga uso de su derecho a gozar de su joda o su protesta, instale un puesto donde se distribuya tapones de oído gratis… los míos, que son muy buenos, ya están bastante usaditos…

Así termina el cuento, por ahora ¡¡eso espero!!

icono-noticia: