Carlos Chávez

NADIE NI NADA PUEDE ESTAR POR ENCIMA DEL ESTADO

Marcelo Arce

Cuando menos lo esperábamos, se presentó la oportunidad para que el Estado Plurinacional siente presencia en un espacio que es como una nebulosa y paraíso fiscal que no se puede seguir tolerando.

Es la ocasión para que se inicie una investigación de los dineros que recibió y recibe la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) y los rubros en los que se invirtieron (¿?), así como otros ítems como la adjudicación de los derechos de transmisión televisiva de eventos deportivos, el traslado de la sede en unas pasadas eliminatorias, la venta de las entradas de cortesía del Mundial de 1994 y todas las otras formas por las que se reciben dineros a nombre del fútbol boliviano. Lo mismo hay que hacer con la LPFB y sus miembros.

Las acciones realizadas por la justicia norteamericana y la coyuntura internacional nos están brindando una inmejorable oportunidad para aportar nuestro granito de arena y poder fiscalizar las acciones de esa transnacional financiera denominada FIFA que vive a expensas de la ingenuidad e ilusión de los pueblos del mundo.

Esa ONG y los empresarios de la “pasión de multitudes” están heridos y se tiene que aprovechar para transparentar, investigar, procesar y castigar, como manda la ley, a todos los implicados en la corrupción denunciada por funcionarios norteamericanos.

Y es que no podemos seguir permitiendo la existencia de semejante poder intocable e inalcanzable dentro del propio Estado. Es tanto, el poder de los empresarios del fútbol, que su sede, en Paraguay, tiene inmunidad diplomática, que, por otra parte ya se está revisando en el Congreso de dicho país.

En el mundo y, por supuesto, en Bolivia, la administración de todo lo que significa el negocio del fútbol era un gran agujero negro que se traga ingentes cantidades de dinero y donde prevalece el tráfico de influencias, la compra de conciencias y corrupción al más alto nivel, incluyendo a los voceros y quintacolumnistas. Hasta los futbolistas, que son seres humanos, son tratados como mercancías.

Es algo que sabíamos, pero poco o nada se podía hacer porque esos mismos señores chantajean al mundo indicando que cualquier acción del Estado sobre el fútbol podía ser motivo de la exclusión de torneos y competencias internacionales, entonces doblábamos la cerviz e impotentes mirábamos como la corrupción jugaba en nuestros escenarios deportivos, pero ahora, mucho podemos hacer.

Hay que aprovechar este rebote y mandar la caprichosa al ángulo de la justicia al que ni las arañas lleguen. Es la ocasión para hacerle un “rosquito y un sombrerito” a los empresarios del fútbol y transitar todos los espacios del campo deportivo, pasando de la defensa al ataque rápidamente y castigar todo enriquecimiento ilícito.

Pero también debemos jugar el tercer tiempo, acabar la jugada e implementar leyes y normas para que ningún dirigente de ninguna institución deportiva se aproveche de ella, gane millones de dólares a nombre del equipo y luego la declare en bancarrota.

Hay que legislar para que los dirigentes de todos los organismos deportivos rindan cuentas de toda su administración, especialmente la financiera, en las instancias que correspondan porque nadie, ni gremio alguno pueden estar por encima del Estado y los intereses de los bolivianos.

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