Bolivia-Chile

Internacional
El canciller boliviano, David Choqueuanca, envió una carta a la Cancillería uruguaya donde informa que su país decidió votar a Luis Almagro para el cargo de secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), elección que se llevara a cabo en marzo próximo.

DE BOLIVIANOS Y CHILENOS

Juan Eduardo Araos Chaparro

Aclaro desde el principio. El que escribe es boliviano naturalizado, nacido en Antofagasta, amante y enamorado de Bolivia, de abuela uyunense, de bisabuelo tupiceño y excombatiente de la Guerra del Chaco, y de bisabuela sucrense.  El que escribe vive más tiempo en esas tierras que todo lo que vivió en su país de origen, aquí estudió en la universidad y ha trabajado en ocho periódicos de cinco departamentos. El que escribe ha competido por Bolivia en torneos internacionales y siempre ha sacado cara por este país que lo cobijó. El que escribe defiende la causa marítima de Bolivia, orgullosamente dice haber nacido en Chile y se le hincha el pecho cuando informa que decidió adoptar la nacionalidad boliviana. Ante esto, ¿Alguien podrá decirme que no soy boliviano?

Empiezo este texto así debido a un artículo que leí ayer en la mañana en la web del periódico gubernamental Cambio escrito por Mauricio Osorio, quien a su vez lo había publicado en La Época. En los 32 párrafos del documento, se dedica a acusar y criticar al periodista Raúl Peñaranda por tener nacionalidad chilena y le interpela por el hecho de que, según el autor del texto, no habría dado a conocer esta información. Este martes, en la mañana la ministra de Comunicación, Amanda Dávila, ofreció una conferencia de prensa en similar tono.

“Lo cierto es que no le dijo la verdad a los bolivianos y ocultó sus orígenes cuando sostuvo que era boliviano y que la chilena era su mamá. Peñaranda es chileno o por nacimiento o por nacionalización (…)”, cuestiona Osorio y asegura que esto muestra que no es casualidad “su relación  con un medio periodístico con estrechos vínculos con la derecha chilena”, haciendo alusión a Página Siete, diario que fue fundado y dirigido por Peñaranda.

Conocí a Raúl precisamente en Página Siete. Tuve la suerte y la dicha de trabajar con él como Asesor Editorial y renuncié al día siguiente que él había dejado el cargo. Nunca negó tener la nacionalidad chilena, ya que su madre es de ese país, y todo el mundo que entraba a su oficina podía ver, al lado del librero, una foto familiar de él vestido de huaso de Rancagua. Pero él es, ante todo, boliviano y un ejemplo de persona.

Transparente, ético, consecuente, confiable y convencido de que el periodismo sirve para mejorar la sociedad, no para servir a poderosos ni a políticos de turno. La forma en la que llevó adelante Página Siete muestra aquello. Los editoriales agudos, críticos (pero no por eso ciegos ante algún logro gubernamental) derrochan la transparencia y consecuencia de la que hablo.

Fundó y dirigió cuatro periódicos y sus primeros números los lucía orgullosamente en una de las paredes de su oficina. Ahí, enmarcados, estaban desde la portada de La Puerta, el diario universitario de la Católica de La Paz, pasando por la de Nueva Economía, La Época y la de Página Siete.

Prueba de su consecuencia con el oficio es que este jueves presentará su libro “Control Remoto”, en el que da a conocer cómo el Gobierno de Evo Morales cooptó varios medios, entre ellos el periódico La Razón. Trabajé en ese diario en tres oportunidades (1997, como corresponsal; 2001, como editor de Mundo y de 2009 a 2011, como editor, macroeditor y responsable de la versión digital) y lo dejé tiempo después cuando la injerencia de los nuevos dueños afectó el enfoque de una de mis notas. Precisamente de lo que habla Raúl en su obra.

Osorio, usando los mismos argumentos difamatorios del Gobierno, aprovecha su artículo para cuestionar la transparencia de Peñaranda y poner en tela de juicio la misma investigación periodística. Esgrime una y otra vez la nacionalidad chilena de Raúl, dejando en un segundo plano que es boliviano y que ha hecho mucho por el periodismo de este país.

Qué casualidad que ayer en la mañana la ministra Dávila ofreció una conferencia de prensa en la que denuncia que Peñaranda inició una ofensiva contra el Gobierno y lo acusa de ser un “ciudadano chileno” que ocultó su ciudadanía y que fue agente para ese vecino país.

La ministra, otrora una destacada periodista, vocifera ante los medios la segunda nacionalidad del exdirector de Página Siete en un discurso con tintes xenófobos y plagados de denuncias sin sustento.

Y todo esto surge apenas unas horas antes de que Raúl presente el mencionado libro  y horas después que se diera a conocer, por dos periódicos oficialistas, el artículo de Osorio.

Una vez más el Gobierno busca desviar la atención hacia otros flancos y se vale no sólo de la voz de las autoridades, sino que además de otras argucias como un artículo de prensa, tal como denuncia el exdirector de Página Siete en su obra que presentará mañana.

Todo para desacreditar a Peñaranda, quien ha dado alma, vida y corazón en sus emprendimientos periodísticos, y ha sido acosado por el actual Gobierno por intentar ejercer un periodismo crítico, imparcial y al servicio del país, convencido siempre que el oficio puede mejorar en algo las cosas de una Bolivia a la que tanto amamos.
Dado este contexto, ¿alguien podrá decirle a Raúl que no es boliviano?

No importa dónde uno nace, sino qué tierra ama y defiende. La xenofobia es enemiga de la Patria Grande.
El autor es periodista y docente universitario

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