Opinion

¡SALVEMOS AL CERRO RICO!
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Viernes, 20 Junio, 2014 - 21:16

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Si un día cae o se hunde el Cerro Rico de Potosí, tendremos que borrar su imagen del escudo de Bolivia. El mítico Sumaj Orkjo llega a ser para el país como las pirámides del Valle de Gizeh para Egipto, aunque no es una obra humana, sino de la naturaleza, pero su peso simbólico es tan grande que sin él no se explica el origen del Estado boliviano.

Por esta trascendencia histórica fue designada en 1986 por Naciones Unidas como “Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad”. En otras palabras, el mundo reconoció su “valor universal”. Pero, hay un grupo de bolivianos, cooperativistas mineros ellos, que no tiene consciencia de la importancia mundial de esta montaña y causa cada día el hundimiento interno de tres centímetros de su cima, que alcanza aún 4.702 metros sobre el nivel del mar.

Da la impresión que no les importa mucho que sea un símbolo o patrimonio universal y siguen explotándolo con la misma rapacidad que en la época colonial, sólo que esta vez con la aquiescencia de las autoridades estatales, que teóricamente se preocupan, pero en la  práctica no hicieron ni hacen nada para evitarlo desde que se advirtió hace años el peligro.

Quien sí se preocupó, recientemente, pero en serio, es la Directora de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco), Irina Bokova. En su visita a Bolivia, indicó que varios expertos propusieron declarar en riesgo al Cerro Rico y adelantó que será el Comité de Patrimonio de ese organismo el que decida qué hacer para protegerlo.

Hace un tiempo, el gobierno boliviano se planteó hacer un relleno hidráulico en la cima para aliviar los daños causados por los mineros. Hasta la fecha no se movió una sola piedra, por el contrario se siguió permitiendo su explotación cerca de la cúspide, pese a las prohibiciones, causando gigantescos huecos que crecen y deterioran continuamente la forma cónica del Cerro Rico.

Debemos tomar muy en cuenta la alerta de Irina Bokova y sumarnos a la campaña, pues, es inadmisible dejar que se hunda un “Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad” sólo por privilegiar a un grupo de cooperativistas que se niega a reconocer que esa montaña vale hoy más por su valor intangible que por los recursos que todavía tiene en sus entrañas.

Cada sitio donde hay un Patrimonio de la Humanidad deja de ser sólo del país donde está para pertenecer a la comunidad internacional. Hasta 2013, había 981 sitios, entre ellos está el Sumaj Orkjo.  Por su importancia, 191 países se trazan como objetivo permanente preservar estas obras del ser humano y la naturaleza para las futuras generaciones.

Una declaratoria en riesgo por parte de la Unesco permitirá que la comunidad internacional se movilice para salvar este patrimonio, como ya sucedió cuando se lanzaron campañas de protección de Venecia y su laguna, las ruinas de Mohenjo-Daro en Pakistán o el templo Borobudur en Indonesia.

El Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco celebrará desde este domingo hasta el miércoles 25 su trigésima octava sesión en Doha, donde analizará las nuevas postulaciones a su listado y el estado de conservación de sitios ya inscritos, entre estos el Cerro Rico.

No tengo nada contra estos cooperativistas, pero tengo mucho en favor de un patrimonio que no sólo es boliviano, sino mundial.

De hecho una acción de desalojo privará a los mineros de su derecho al trabajo, pero ellos están a punto de privar a la humanidad de un bien histórico.

Para evitar injusticias, las autoridades deben pensar en una economía alternativa o una relocalización (pero en buenos términos) de los cooperativistas, y éstos deben pensar en que del valor intangible de este Patrimonio comerán, a través del turismo, sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y no serán borrados del futuro como la imagen del Cerro Rico del Escudo y de la historia de Bolivia en caso de que se caiga.