Opinion

PARADOJAS DEL PROCESO
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Lunes, 23 Septiembre, 2013 - 10:36

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La retórica define la paradoja como una figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción. Sirve para describir que lo lógico e ilógico está en un mismo hecho o una persona, que interactúa en una realidad cambiante o tiene un alma cambiante en una realidad petrificada.

La política boliviana es una veta, ya sea porque sus actores son productores de la contradicción o los hechos de éstos contradicen a los seres de aquellos. Revisemos algunos sin más intención que la de jugar con las palabras.

No es para alarmarse, finalmente, es la pragmática política que usó el exdictador Banzer para llamar la sede de su partido, casa de la democracia; lo emuló el MIR que bautizó su sede como Casa de la Victoria sin haber ganado una elección. En ese mismo tren, Rubén Costas maduró recién de Verde a Demócrata y expulsó de su lengua el término racista “macaco”, que lo usó para referirse a Hugo Chávez.

Y así… el gobernador que parecía dispuesto a destruir el país en alianza de facto con Manfred Reyes Villa, a quien se le escapó del subconsciente un deseo secretamente guardado (“adelante Santa Cruz con su independencia”), hoy viaja por el país, sube al Occidente, abraza otras banderas (probablemente se tome una foto con la wiphala) y se masajea mentalmente hasta autoconvencerse que es boliviano y demócrata.

“Cambia todo cambia”, dice la Canción para describir que los discriminadores y agresores de los pueblos indígenas de ayer (2006-2009) hoy son sus defensores, promotores, agentes de marketing y mediatizadores.

Sí, y los dirigentes indígenas que combatían contra aquellos políticos ultrajadores del ser humano, hoy ocupan cargos en gobernaciones conducidos por esos grupos y son adversarios declarados de sus amigos con quiénes combatieron marcha tras marcha por cristalizar el proceso de cambio frente a la oposición de sus amigos de hoy.

¿Está bien o mal? No soy quién para juzgar, pero sí para escribir que los defensores de la Madre Tierra hoy son sus destructores y los que llegaron para acabar con el capitalismo, son los que lo revitalizan dándole otro nombre: vivir bien.

Entonces, los nacionalizadores son los desnacionalizadores; los detractores de ayer de las transnacionales hoy son aliados de las Petroleras y los llamados “vendepatrias” como Doria Medina, ferreos defensores del patrimonio nacional.

No es para bajonearse, sólo para observar que los enemigos de ayer de Morales, que quisieron tumbar su gobierno, hoy son sus amigos y sus amigos que ayer lo defendieron hasta arriesgar sus vidas hoy son sus enemigos.

¿Qué cambió o quién cambió? Probablemente no cambió nada, que siempre fue así y que por eso la mayoría de los empresarios que ayer fueron acusados por el gobierno del MAS de armar una “guerra económica” hoy almuercen contentos con autoridades de ese mismo gobierno.

En este escenario inverosímil, pero real, la exmilitante de la Guerrilla del Che, Loyola Guzmán, se toma un café con otro empresario. Sin embargo, la retórica descalificadora de los que recibieron con brazos abiertos a la racista Unión Juvenil Cruceñista en filas socialistas, la condenan para negar lo que hicieron.

¿Tal vez cambió todo y no nos dimos cuenta? Y por eso llaman socialismo al capitalismo, estado plurinacional al estado monocultural, izquierda a la derecha, y cambio a un mero proceso.

Las paradojas sirven para contradecir nuestros hechos con nuestros dichos, nuestro pasado con nuestro presente. Sirven para descifrar las conductas que pretenden esconder las palabras destinadas a adormecer consciencias, finalmente, sirve para descifrar que no todo aquel que tiene poder, tiene autoridad.