Opinion

JUAN, EVO Y SAMUEL
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Martes, 10 Junio, 2014 - 10:23

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Las personas no siempre ven a sus prójimos como ellos quisieran ser vistos. Más aún en política, donde el espejo del poder devuelve, a veces, al político una imagen que no la tiene ante la mirada de los electores.

Por ejemplo, Evo Morales sigue despertando identidad y respaldo entre los suyos, pero ya no es sorprendente como en 2005. De tanto repetirse, su discurso ha envejecido en un escenario nuevo, aunque su imagen ha “rejuvenecido” para el Sport Boys, que lo fichó como jugador profesional de fútbol. Ya no embruja a las clases medias que le ayudaron a marcar récords electorales, pero sedujo a las oligarquías que resistieron sus primeros años de gobierno.

Ahora dice que tiene el apoyo de casi el 90% de los medios, ayer apenas tenía al quincenario Juguete Rabioso y recurría a ERBOL regularmente, como si fuera un corresponsal, para informar y opinar; hoy su gobierno la tiene vetada de todo acceso a la publicidad del Estado en franca violación a la Constitución. En este escenario, sus duros ataques a los periodistas son cada vez más increíbles, pero sigue siendo noticia por lo que dice. Su imagen revolucionaria viste en 2014 traje conservador y “marketero”, pero sigue hablando de cambio. Cree que los electores creen todo lo que dice, pero desde que prometió públicamente que no iba a ir a la reelección su credibilidad se devaluó, porque mañana puede volver a violar la Constitución y romper otra vez su promesa de hoy.

Se presenta hábilmente como austero, pero es nuestro empleado más caro, no por el sueldo que le pagamos sino por el avión y los autos blindados que se compró sin consultarnos con $us44.921.000, además de otros gustitos. Su fanaticada dice que sigue trabajando 20 de 24 horas, sus adversarios señalan que juega fútbol y viaja 20 de 24 horas. Logró hacer pensar, incluso a algunos de sus propios contrincantes, que en Octubre ganará otra vez, pero en sus propias filas temen sorpresas. 

Y… ¿Qué decir de Juan del Granado? Se presenta como nacional, pero lo ven como regional. Sus seguidores lo muestran como fuerte y vital, sus adversarios dicen que ya está cansadito. Desde las filas de la oposición aseguran que no tiene nada que ofrecer, pero tiene como su mejor carta de presentación su gran gestión de 10 años como Alcalde de La Paz, si dudan pregunten a su compadre Evo Morales. Su imagen sin miedo no asusta a los poderosos de hoy, pero mantiene su estampa de luchador.

Sus ofertas son ambiguas para el elector que espera la ruptura con el actual proceso al que contribuyó, pero para la gente que quiere la reconducción es el adecuado; en cambio, para los furibundos opositores al “régimen evista”, es un sin miedo del MAS.

Juan se presenta humilde, pero lo ven soberbio. Habla con Rubén, Ernesto, pero no le da ni la hora a Samuel, aunque tienen los mismos genes políticos: el MIR. Su barra dice que será la sorpresa porque capitalizará el voto de la clase media desencantada, donde el color de piel dejó de ser etnia para ser clase. Sus adversarios vaticinan que se jubilará el 12 de octubre, él está seguro que será Presidente.

En tanto, Samuel busca superar su imagen sosa, aunque dice que el carisma no es necesario para ganar elecciones. Su última frase: “Carajo no me puedo morir” inspiró decenas de memes, pero no miles de votos. Se esfuerza por convencer que superó la pobreza hasta ser un empresario ejemplar, pero pocos creen ese cuento de hadas. Cada vez que busca borrar su pasado, sus adversarios le pronuncian una mala palabra: privatización.

Su hinchada repite y repite su historia de siete vidas para presentarlo como “el elegido” o “destinado” para algo grande, pero le responden que “hierba mala nunca muere”. Dice que tiene un partido, le contestan que tiene una empresa con empleados militantes.  Cree en encuestas, pero las elecciones se ganan con votos. Es porfiado, pierde elecciones, pero se vuelve a presentar; lo aplastan en las urnas, pero se vuelve a presentar. Da la impresión de que la política es su hobby y no desea que lo vean como empresario que aprovechará la Presidencia para enriquecerse más, pero lo ven.

Estoy seguro que tú tienes una mirada diferente a la mía y si compartes algo, es una mera coincidencia.
 
Al final votaremos no por lo que ellos creen que son, sino por lo que nosotros creemos que son.