Opinion

ELECTOR 2014
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Sábado, 17 Mayo, 2014 - 01:10

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El perfil del electorado muta. Aquel de 1951 es diferente al de 2014. En ese entonces, había 204.000 electores habilitados. Para las elecciones de 1956, es decir después del voto universal dispuesto por la Revolución Nacional, subió a 1.119.000. En ambas elecciones triunfó el MNR, pero el 56 ganó sin fraude con el 82%, teniendo como candidato a Hernán Siles Suazo. Aquella vez casi el 70 por ciento de la población vivía en el área rural y, obviamente, el electorado era muy revolucionario, incluida la pequeña clase media del área urbana. 

Posteriormente, ese electorado, llamado despectivamente “voto campesino”, dio un giro debido a los excesos de los “revolucionarios” y terminó dando la bienvenida a la dictadura de Barrientos en 1964. 

Entre 1978 y 1982 el país caminó a tientas. En ese período hubo nueve gobiernos, entre ellos ocho presidentes y una junta militar. De ese total sólo dos fueron constitucionales (Wálter Guevara y Lidia Gueiler). Pese a todo, en esa época hubo elecciones nacionales, el último el de 1980, cuando ganó Hernán Siles Suazo, gracias a la inclinación izquierdista y antidictatorial del electorado, que en parte expresó una animadversión hacia Víctor Paz por sus errores y su participación en el golpe de Bánzer. 

El votante del 80 era algo ingenuo y recién iba a conocer dos años después las virtudes y defectos de la democracia. Estaba saliendo de las dictaduras e iba a estrenar la libertad de expresión y la posibilidad de acceder a la administración del Estado en condiciones de igualdad. Asistió a las urnas rodeado de incertidumbres y sueños. 

Cuando vio que la democracia, durante la gestión de la Unidad Democrática y Popular (UDP), era protestar y exigir sin límites, improvisar y conspirar hasta llevar al Estado a un caos, el electorado decidió en los comicios de 1985 volver al “orden” que había impuesto la dictadura. Como consecuencia, ganó increíblemente el exdictador Hugo Banzer Suárez, que había fundado Acción Democrática Nacionalista (ADN) para defenderse en el Congreso de un Juicio de Responsabilidades. 

El país había virado a la derecha. Aunque no hizo a Banzer presidente en 1985, pese a la mayoría relativa que le otorgó, el electorado votó, más que todo, contra el caos izquierdista.

El elector de 1989, 1993, 1997 e incluso el del 1999 mantuvo esa tendencia y prefirió la estabilidad dividiendo su preferencia entre los llamados “neoliberales” (ADN, MNR, MIR). Pero, además de temer el retorno del caos, se negaba a explorar otras tendencias. Por ello no se animó a apostar totalmente por Conciencia de Patria (Condepa), menos por los partidos indigenistas.

Ante la crisis económica y el cierre de espacios de participación, el electorado comenzó a buscar nuevas opciones. No tanto porque la democracia indirecta no funcionaba, sino porque había sido usada por una oligarquía para convertir el Estado en su feudo.

Entonces, aquel electorado desconfiado de nuevas experiencias se animó a dar el salto entre las elecciones de 2002 y 2005. Un elemento determinante para ese tránsito fue la masacre de Octubre de 2003. De ese modo, votó contra la violencia de “los partidos masacradores”, que habían excluido  de las instancias públicas de decisión a indígenas, obreros y clases medias para mantener sus privilegios. 

Por primera vez en la historia, gran parte del electorado recuperó la autoestima y optó por alguien de origen indígena como Evo Morales. Ante la desubicación histórica de los partidos oligárquicos, ese mismo elector decide el 2009 sepultar definitivamente a los políticos de aquella, era otorgando dos tercios a la nueva opción (MAS).

En los últimos cinco años han pasado muchas cosas, buenas y malas. El electorado ya no es el mismo de 1951 ni el de 1980 ni el de 2009, es más inteligente y más informado. Está conforme con la inclusión, la estabilidad económica y la democracia económica y social, pero, inconforme con la desintitucionalización del Estado, el odio desplegado contra el que piensa diferente, el abuso de poder, la toma absoluta de los poderes del Estado y el uso antidemocrático de los dos tercios.

Hoy hay más de 5.4 millones de votantes. A diferencia de la década del 50, el 70 por ciento vive en las ciudades. El perfil del electorado cambia acorde a las circunstancias. El del 2014 será diferente al del 2009. Y no sólo votará a favor de, sino en contra de.