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-¿Por quién vas a votar? ¿Por la masista Felipa Huanca o por el punto bo, Félix Patzi?- pregunta Doris con picardía a su hijo Leonel en el almuerzo de sábado.
Leandro, su esposo, y sus tres hijas, también en edad de votar esperan atentos la respuesta.
-¿Por quién crees, Mamá?- tantea Leonel y tamborilea sobre la mesa con los dedos de su mano derecha.
Leonel, a sus 25 años es un profesional con trabajo, mimado de su mamá, orgullo de su padre y un ejemplo a seguir para sus tres hermanas. Es espigado, cejas pobladas, nariz recta con aletas anchas y sonrisa cálida. Fue el mejor de su promoción de ingenieros electrónicos.
-A mí me cae bien el Felipe, medio loco, pero valiente- interviene Leandro, quien recuerda al Mallku cuando puso de vuelta y media al gobierno de ADN, desafiando a Banzer a pesar sus cerebros en una balanza y planteando su tesis de las “Dos Bolivias”.
Leandro, de cabellos color ceniza, ojos saltones y pómulos altos, tiene un taller de tejidos. Aprendió el oficio apenas llegó a la ciudad desde la provincia, donde no pudo acabar el colegio porque a su familia no le alcanzaba el dinero ni para sus cuadernos.
- Yo tal vez vote por la Felipa- opina Mayra, quien el día antes de Navidad cumplió 18 años. ¿Por qué?, apuran sus hermanas. - Porque es mujer- agrega y mira de reojo a su hermano, de quien es su preferida y confidente.
-Yo no pienso votar por ella, no me gusta la idea de que todo el poder esté en manos del MAS- señala Jackelín, estudiante de Derecho de último año.
- Yo votaré por el “adobero” Patzi- apostilla Doris y la mesa estalla en una carcajada.
Doris, que se infla de orgullo cada vez que repite que no debe a nadie nada, menos a un político, y que todo lo que tiene es gracias a su trabajo, en alusión a su “vecino dirigente” cuya familia apareció con autos y casas en los últimos cinco años, es alta, blanca y de labios gruesos. Le faltó dos años para acabar el bachillerado y culpa de esa frustración a su tío por haber mal aconsejado a su padre: “no la hagas estudiar, se va a ir con su marido”.
- ¿Por qué vas a votar por Patzi, si en las elecciones pasadas votaste por Evo?- interpela Leandro y clava sus ojos pardos en los ojos negros de su esposa.
- Porque es aymara como yo y profesional como mi hijo- responde con la seguridad que gobierna en ella.
-Pero la Felipa es chola como vos- apremia Roxana, estudiante de Medicina, y sonríe dejando ver sus caninos sobresalientes.
- Sí, pero yo puedo ser mejor candidata que ella y no soy porque no me dedique a la política sino a trabajar para que ustedes sean profesionales- afirma taxativa y se levanta de la mesa en busca de un vaso para servirse el refresco de mokjonchinchi.
“Carajo, mi madre siempre ha sido más inteligente que mi padre y de huevos”, pensó Leonel y cambió de tema abruptamente para no verse descubierto.
- Mami, qué rico está el Plato Paceño que cocinaste, tienes que enseñarme a preparar- dice.
- Ya ya, no nos gambetees, dinos por quién vas a votar – presiona Mayra, que toma el choclo en una mano y en la otra el queso y muerde con gusto.
- Quería votar por Felipa, pero estoy de acuerdo con lo que dice Jackelin, no es bueno que lo tenga todo el masismo- reflexiona. –También me cae bien el Felipe porque es un luchador, pero me desanima cuando quiere enjuiciar a los españoles en lugar de proponer soluciones a los problemas de hoy de La Paz-
- ¿Y la Elizabeth Reyes?- interrumpe Leandro.
- No la conozco bien- responde y continúa. -Pero hay un pero en el caso del “adobero” Félix, ¿quién nos garantiza que en caso de ganar las elecciones no vuelva al MAS o ceda a las tentaciones del poder?-
- Todos pueden caer en esa tentación del poder- replica Roxana
Apenas termina la frase suena el celular de Leonel. Es Carmen, su novia, hija de madre beniana y padre chuquisaqueño. Llama desde Sucre, donde votará en Marzo debido a que no tuvo tiempo de registrarse en La Paz.
- Cielo, ¿qué haces?-
- Aquí almorzando y hablando de política, decidiendo con la familia por quién votar-
- Ya sabes, aún no tengo candidato, pero ya decidí por quién no votar-
- ¿Por quién?
Un ruido electrónico se sobrepone en la voz de Carmen y se pierde la señal.
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