Opinion

CUALQUIERA, MENOS EL MISMO
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Domingo, 15 Septiembre, 2013 - 13:01

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Cuando vi en una foto a la exintegrante de la guerrilla del Che y exasambleísta del MAS, Loyola Guzmán, junto al empresario y jefe de Unidad Nacional (UN), Samuel Doria Medina, asocié la imagen a la opción que escucho desde hace tiempo en una parte del electorado: “sacar a Evo como sea; cualquiera, menos él”.

La historia martilla otra vez como el 2002 y 2005, cuando se acuñó “votaré por cualquiera, menos por un neoliberal”. En ese vacío apareció Evo Morales. Al igual que en aquel entonces, conozco gente que piensa cristalizar esta frase. Son electores que están en ese 40% oscilante que no se deja impresionar ni por teleféricos ni satélites, lejos y cerca de ese 60% que se divide entre los votos duros del MAS y la oposición.

Sin embargo, hasta ahora, el gobierno tiene una ventaja. Logró acomplejar a la oposición con otra frase: “después de Evo, ¿quién? Nadie”. Estas palabras proyectan una fatalidad política y genera angustia social en gente desencantada: “como no hay nadie, ni modo, a votar otra vez por el mismo”.

Por supuesto, que en ese 40% también existen electores que no cambiarán a Evo por cualquiera como lo hicieron con los llamados neoliberales; seleccionarán a alguien que vaya con sus principios, sus convicciones, su perfil político, y mejor si no está en la vereda de la derecha, aunque la diferencia con la izquierda es cada vez más difusa. Algunos se inclinarán por Juan del Granado, que últimamente intenta “desmasificar” su discurso para no parecerse al MAS, pero sin alejarse del proceso de cambio (aunque para unos el proceso no cambió nada).

Pero, el MAS en lugar de reconquistar a su electorado en ese 40%, lo busca en aquel duro 30%. Veamos, desde hace tiempo sus bases ya no son estrictamente los sindicatos, campesinos, cooperativistas e indígenas (es más, anda peleado con Conamaq y Cidob), se acerca a los empresarios agroindustriales y de otros rubros con ofertas de negocios, facilidades y, probablemente, lo haga más, en días del aniversario cívico de Santa Cruz, con miles de millones en créditos.

Sus bases se mantienen cautivas y contentas con bonos, programas como el “Evo Cumple”, seguro agrícola, Fondo Indígena, y votarán por convicción, identidad, agradecimiento, en cambio aquellos, que son menos, no garantizan apoyo mayoritario, ya sea por ideología, fobias o tradición. 

En teoría, esos grupos empresariales son la base electoral natural de UN, ya sea porque Doria Medina es empresario o por afinidad ideológica, y el MAS busca perforar ese nicho que no es suyo. En sentido inverso, Samuel se acerca a figuras como Loyola para darse un barniz izquierdista y ganar votos en el cancha masista clasemediera.

Planteadas así las cosas, tanto el MAS como UN buscan votos en campos ajenos, lo que es legítimo en época electoral, pero sin descuidar la panza del 40%. En cambio el MSM aparentemente no tiene base electoral nacional de partida, lo que lo ubica entre el 30% masista, que lo considera traidor y derechista y el 30% opositor, que piensa que es más del MAS. Estos extremos no significan que el 40% flotante se adscriba totalmente al MSM, lo que lo obligará a pelear palmo a palmo contra ambos flancos.

En el MAS saben que el MSM le puede restar votos de su nicho, particularmente, de la clase media citadina, por ello busca polarizar la campaña entre izquierda y derecha y anular al MSM como opción centro. En su favor juega la posibilidad de que las fuerzas políticas departamentales, encabezadas por Costas, Suárez y otros, se sumen a UN, con lo que se consolidaría el tercio de partida.

Lo que aún no está claro es si el electorado flotante va a jugar a los extremos o va a optar por una tercera opción. Si una buena parte de ese 40% decide votar “por cualquiera, menos por Evo”, el MAS puede estar en serios problemas porque tendrá en su contra el voto útil.