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Antes que nada es bueno dejar claro que, sí señor, me chanté 12 meses de mi juventud en el Batallón PM (policía militar) bajo el mando de mayores, capitanes, tenientes, subtenientes y clases del ejército. La pase las de Caín pero también disfrute “como perro en camioneta”. Recuerdo al sargento Gonzales (“culo e mochila”, le decíamos porque su nalga estaba demasiado cerca de la nuca) por su brutalidad para hacernos sentir su pasajera autoridad. Le teníamos bronca porque era un abusivo, insolente y racista. Era el que te daba una piedra y te pedía que le traigas una coca-cola, dos salteñas y el cambio de 100 pesos. Pero también me acuerdo del teniente Ruiz (“pajarito” le decían porque su boca era un pico silbador) quien nos instruía en orden cerrado con paciencia, consideración y respeto. Recuerdo las sesiones de orden abierto: marchar, trotar, saltar con el arma, enfilar, alinear...qué horas más mortificantes para forjar la voluntad.
El despierto, a las cinco de la mañana, trote, para los que saltaban de la catrera y manguereada con agua fría, para los que se pegaban en las sábanas. Cómo no acordarse de los insultos (sarnas, puercos, basuras, pencas, perros, monos) y de los apodos (ch`aja, laut`i, burro blanco, perro cojo, cuero corto, inmortal, búho).
Los “antiguos” (soldados del escalón anterior): abusivos como ellos solos reproduciendo lo peor del cuartel con “sus sarnas”. Los abusos contra los soldados si bien en la actualidad han mermado, siguen a la orden del día. Especialmente con los campesinos para quienes el ir al cuartel no solo es cuestión de hombría sino el requisito para ser reconocidos como jaques (personas) y para ocupar cargos dentro de su comunidad. Los tres primeros meses, hasta que se hace la revista, donde el principal enemigo eran los guerrilleros-terroristas vende patrias, el cuartel es un infierno para tesar el carácter. No voy a contar en esta columna lo que escribí en “El Diario de un Sarna” publicado hace unos años después de 15 de haber estado en el cuartel.
Hago referencia a esta realidad para expresar mi preocupación por el tema del servicio militar. Hoy este tema se ha vuelto motivo de desacreditación y persecución política inaceptable. Hoy que nuestra CPE en su artículo diez expresamente dice que Bolivia es un Estado pacifista, que promueve la cultura de la paz y el derecho a la paz, se quiere hacer del servicio militar razón de patria. Para colmo las autoridades que pregonan a mil vientos su cumplimiento son descubiertas en que son omisos/inhábiles y que, como lo hicieron y hacen los hijitos de papá, compraron sus libretas de servicio militar en condiciones nada claras. Al diputado Murillo, opositor al régimen, no solo lo están enjuiciando sino que han procedido a la anotación preventiva de sus bienes porque se ha descubierto que su documento esta clonado.
Lo que está pasando con las libretas del servicio militar es similar a lo que pasaba con el servicio nacional de identificación que era un antro de corrupción donde se emitían carnets de identidad a diestra y siniestra. Esas irregularidades no se combaten persiguiendo a los ciudadanos, sino interviniendo la institución y modernizando sus servicios como se hizo con el actual SEGIP. El propio Ministro de Defensa informó (Cambio,3/6/16) que cada año cerca de 100 mil jóvenes se acogen al trámite de libretas de exención y que han detectado más de 900 libretas clonadas, por qué no se inicia procesos contra los militares que firmaron y legalizaron las libretas clonadas? Porque no se enjuicia, previene sus bienes y encarcela a los 900 ciudadanos con libretas clonadas? Por qué este ensañamiento solo con el señor Murillo? Por qué no se procede a modernizar la emisión de libretas como las que tienen algunas autoridades gubernamentales empezando por el propio titular del ramo que descubrimos que es omiso?
En todo caso esto es la copa del iceberg: el problema de fondo es si vale la pena tener unas FFAA como las que tenemos ahora. Si vale seguir sosteniendo el servicio militar obligatorio como en el siglo pasado. A mi juicio, si la entidad tutelar de la patria no se reinventa, no se acomoda al siglo XXI y sigue con mentalidad del siglo XIX, en vez de ser un apoyo para el país son una carga. Lo que pasa con nuestra fuerza aérea es para llorar: con aviones obsoletos que ni los países africanos ya los tienen. Nuestra fuerza naval: peleando con los bufeos la soberanía de los ríos. Y nuestro ejército que, hasta antes de los acuerdos de Paucarpata se pasea por los países de Sudamérica, hoy siguen peleando con nuestros policías su grandiosidad.
Mis generales, dejen de pensar en sus bonos de lealtad y piensen en la institución que les dio su razón de ser. En estos años, la dignidad, respetabilidad y patrimonio de las FFAA, especialmente del Ejército, en vez de incrementarse a languidecido por apuestas empresariales equivocadas o por actos de corrupción que se han caído del cielo sobre barcazas navegando ríos casi secos. Por qué seguir aferrándose al servicio militar obligatorio? Por qué no avanzamos a unas FFFAA profesionalizadas? Están las FFAA para cantar himnos al caudillo y cambiar uniformes y arengas según el color del partido de gobierno? ¿Por qué no se involucran con los 100 municipios fronterizos del país y allí ponen en práctica las normas de seguridad ciudadana y desarrollo? ¿Por qué no convierten a sus cuarteles en centros de producción material y científica? Acaso no es oneroso para ustedes y el país tener, por ejemplo, una infraestructura como la del regimiento Ingavi en el Alto utilizada en apenas el 20% de su capacidad?.
Ivan Arias Duran
Ciudadano de la Republica Plurinacional de Bolivia
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