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Usted alguna vez se ha preguntado: ¿por qué las personas compran productos de contrabando?; ¿será posible su erradicación? La respuesta es sencilla: los consumidores adquieren productos de contrabando porque alcanzan su mayor nivel de bienestar al adquirir la mayor cantidad de bienes, al menor precio posible.
De forma adicional, el contrabando existe por la presencia de una oferta (de los contrabandistas) que identifica la necesidad de los consumidores y toma la oportunidad para realizar la transacción. En tal sentido, surge otro cuestionamiento: ¿los consumidores y los vendedores contrabandistas son irracionales? Desde luego que no, cada quién está tratando de sacar su mayor beneficio posible y esa decisión convierte a los agente económicos en seres racionales.
Las mercaderías de contrabando, de forma general, tienen precios más competitivos porque sus procesos de elaboración, involucran recursos humanos con habilidades técnicas más desarrolladas, maquinarias más modernas, mayores volúmenes de materias primas y por lo tanto, sus costos unitarios son más baratos. El resultado final se vislumbra en precios de mercancías más económicas.
Con la imposición de aranceles de importación, los productos extranjeros se encarecen y en cierta medida, existen mejores condiciones de competencia con los productos nacionales; sin embargo, el consumidor se ve afectado negativamente porque paga un precio más caro por la mercancía, dejando de comprarse otros bienes para su consumo personal (inclusive sacrificando su ahorro para el futuro).
De otra forma, cuando al consumidor se le presentase la oportunidad de comprar bienes más baratos, los comprará (sin considerar si el producto es legal o ilegal), debido a que su bolsillo es lo único que le interesa.
Existe amplia evidencia que los países más pobres, son los mayores contrabandistas con las peores instituciones públicas (niveles elevados de corrupción). En muchas ocasiones, sectores contrabandistas ejercen una posición de ganancia, corrompiendo a autoridades políticas, agentes aduaneros y cuerpos de seguridad nacional (policías y ejército) con el objetivo de cumplir su propósito. Finalmente, las instituciones terminan corrompiéndose con incidencias negativas para el desarrollo del país en el lago plazo.
Frente a lo anterior, surge el gran cuestionamiento: ¿cómo eliminar el contrabando? La única forma de realizarlo efectivamente es con el libre comercio; es decir, eliminando los aranceles de las importaciones (de forma independiente si los otros países lo realizan o no); una obviedad, sin posibilidades de equivocación.
Cuando una mercadería ingresa libremente al país, sin necesidad de pagar de impuestos, nadie corrompería el sistema, todos se beneficiarían del comercio internacional: los consumidores comprarían productos más baratos y las empresas nacionales serían más competitivas con la finalidad de obtener la supervivencia en un entorno altamente competitivo. Es posible, que existan cambios sectoriales, donde aquellas empresas menos eficientes tendrán que migrar hacia otros sectores donde puedan competir.
Milton Friedman (premio nobel en Economía, 1976), planteó una propuesta de libre comercio, basado en una transición con reducción gradual y total en los aranceles en un plazo de cinco años, para que las empresas y los agentes económicos, en general, se vayan ajustando a la libre competencia.
Para las finanzas del gobierno, una reducción en los aranceles de importación, implicaría un descenso en las arcas del estado (450 millones de dólares por año en Bolivia), sin la posibilidad tendrían de verse compensado con un aumento o creación de otros impuestos; por el contrario, se debería reflejar una contracción en los niveles del gasto público.
Los individuos corrompen las normas porque desconfían del marco regulatorio vigente o porque piensan que las prohibiciones no son lo suficientemente adecuadas para su nivel de bienestar deseado. En suma, el libre comercio es un mecanismo efectivo para eliminar el contrabando como una meta de mediano plazo; de otra manera, el ingreso ilegal de mercaderías siempre existirá.
Doctor en Economía (Ph.D.), [email protected]
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