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RESPONSABILIDAD EN EL PROCESO DE INCLUSIÓN EN LA EDUCACIÓN REGULAR
“Ninguna unidad educativa puede negarse a inscribir a un alumno que tiene algún tipo de discapacidad” (Noel Aguirre, citado por Página Siete – 08/02/2015), declaración que parece marcar el establecimiento de una nueva era para la educación regular en Bolivia, experiencia que puede ser un muy buen ejemplo para el resto del mundo, en el cual numerosos grupos poblacionales han sido relegados a espacios especiales de educación, en los que en muy pocos casos se logra habilitar a sus estudiantes para incorporarse al desarrollo social con independencia, dignidad y de manera potente.
La citada nota señala que se están tomando medidas para la eliminación de barreras arquitectónicas y que se estarían dotando de tablillas de braille, diccionarios de señas, programas de software y centros audio tiflotécnicos a Educación Regular para fortalecer el proceso de inclusión de poblaciones con alguna discapacidad en la educación regular.
Si hablamos en términos de plantear un proceso responsable de inclusión de estudiantes con diversidades cognitivas, comunicacionales, perceptuales y motrices en el proceso educativo regular, las medidas citadas son necesariassin dudaalguna, pero sin ninguna duda también, penosamente insuficientes.
Es oportuno señalar que si hablamos de inclusión en la educación regular, esta necesidad atañe no sólo a poblaciones con capacidades diversas, sino también a otros grupos poblacionales: a estudiantes de áreas rurales, con diversidades sexuales y de género, niñas, niños, adolescentes y jóvenes trabajadores, poblaciones que trabajan , generalmente en el sector informal, poblaciones que viven en climas de violencia doméstica, institucional y social y muchas otras que por circunstancias sociales que afectan su aprendizaje, se encuentran relegados al espacio de los distraídos, indisciplinados, rebeldes, etc., en el aula regular y que luego de su habilitación educativa, sobrevivirán en el sub-empleo, la explotación, la auto explotación, el empleo circunstancial y el desempleo.
La educación regular no implica solamente el nivel pre inicial, básico y secundario de educación, aunque sean solamente éstos los que son obligatorios por mandato constitucional, por lo que muchos institutos, academias y universidades ya cuentan entre sus estudiantes con poblaciones que se encuentran en proceso de inclusión social, y esto irá en aumento en los tiempos venideros.
Hasta ahí las noticias son buenas, la accesibilidad a los centros educativos está cambiando y para bien.
Sin embargo, actualmente todas estas buenas intenciones y medidas iniciales, tienden a constituir una experiencia infernal para quienes logran participar de los procesos regulares de educación, pues en éstos espacios no se están desarrollando las medidas necesarias para que estas y estos estudiantes, diversos de varias maneras, participen de los procesos educativos siendo considerados valiosos para su contexto de alguna manera o encuentren posibilidades concretas de lograr aprendizajes que potencialicen sus capacidades: están participando en un entorno cargado de prejuicios, llenos de saberes y hábitos excluyentes, con serias limitaciones pedagógicas, didácticas y comunicacionales y un vació de percepción por parte de las autoridades, docentes, compañeras y compañeros, administrativos, madres y padres de familia que concurren durante la experiencia educativa.
Han sido invitados a la fiesta, ya están en ella, pero nadie les invita a bailar, falta la silla, el postre, etc., les han invitado, para nadie ha considerado los cambios que demanda el ser que implica su presencia y no faltan quienes arrugan la nariz cuando el invitado de palo requiere menos sal en el plato, deambulando siempre hacia el riesgo de convertirse en la invitada indeseada si no calla sus necesidades insatisfechas.
Roma no se construyó en un día dicen, y tienen razón, pero todo lo necesario para dicha construcción, si uno quiere que algún día Roma exista realmente, tienen que llevarse a cabo desde la formulación del proyecto deseado.
Siendo la educación en esencia un proceso social, bienvenida la apertura arquitectónica y la dotación de algunos materiales comunicacionales. La amplitud y profundidad del proceso educativo demanda tomar medidas urgentes para constituir una experiencia incluyente:
Uno: La exclusión genera una brecha académica que en muchos casos es abismal. Las instituciones que abren sus puertas a poblaciones que viven algún tipo de exclusión social deben asumir con responsabilidad medidas para acortarla. La mejor alumna de un pueblito ubicado en la ribera del Madre de Dios puede originar meneítos reprobatorios, miradas suplicantes al cielo y ojos puestos en blanco entre sus docentes y compañeros si de la noche a la mañana se incorpora en un espacio de educación regular de una urbe de alto nivel de competitividad individual, donde además el resto de los estudiantes han sido tamizados por un examen de ingreso, en el que las clases y comunicaciones no se llevan a cabo en el lenguaje cotidiano que usaba en su comunidad y le demandan, de la noche a la mañana, hábitos de estudio que no le han dado tiempo ni oportunidad de formar. Así, lo que al principio se le planteó como una oportunidad, se va convirtiendo en un calvario constante y en una fuente de frustración altamente violenta, dolorosa e incapacitante.
Dos: Por más que lo nieguen y afirmen lo contrario, las y los docentes de los diferentes niveles de educación regular no cuentan con la formación necesaria para producir aprendizajes en poblaciones diversificadas cognitivamente, comunicacionalmente y volitivamente. Si bien es como buscar una aguja en un pajar, existen algunos datos sobre los bajos niveles de aprendizaje en el ámbito regular. La incorporación de poblaciones que viven algún tipo de exclusión social viene a visibilizar un problema del que ya la educación adolece hace rato. Pero esta visibilización y explicitación, esta vez innegable e inocultable, les constituye en chivos expiatorios de las falencias de todo un proceso y genera violencia y rechazo enmascarado hacia ellos (ya lo dijo el vice – ministro, ya no pueden rechazarlos de manera explícita). Un estado e instituciones que se definan como responsables y formadoras de responsabilidad, deben dar el ejemplo y asumir inmediatamente las acciones necesarias para capacitar, asesorar, supervisar y acompañar un proceso de formación docente de manera paralela a la formación de las y los estudiantes en proceso de inclusión social. Tutor para el estudiante, tutor para la docencia y tutoría al establecimiento.
Tres: Para que cualquier estudiante en proceso de inclusión social pueda vivir de manera explícita y potente su diferencia siendo valorado por su comunidad educativa y para que pueda lograr aprendizajes desde su diversidad, al proceso de abrir la puerta de la escuela, del instituto, de la academia o de la universidad, esta institución debe iniciar un proceso de concientización social, sobre el valor social que tiene la presencia de este estudiante en el proceso de formación que todas y todos están viviendo, objetivando los discursos y las acciones excluyentes y enseñando a la comunidad acciones incluyentes. La entidad educativa debe asumir que el estudiante transcurre por las aulas no sólo para informarse sobre determinadas materias, si no también, y esto es lo esencial de la educación, para establecer relaciones sociales, para producir valores sociales y construir lugares en su sociedad. Pocas personas excluyen intencionalmente, generalmente reproducimos aquello que ha sido legitimado socialmente. Y hay que aprender a incluir.
Cuatro: Lo que conocemos como ciencia es producto de un paradigma de desarrollo que ha generado las exclusiones que identificamos actualmente y que decimos estar intentando de-construir. La academia es el dispositivo que desde este paradigma, en crisis, pone en circulación estos saberes cómo si fueran la verdady así la despliegan autoridades, administrativos, docentes, estudiantes y toda la comunidad educativa. Una educación incluyente exige de manera urgente identificar los conceptos y las estructuras desde los que se excluye cotidianamente. Es una paradoja perversa pretender la inclusión de discapacitados, anormales, enfermos, viciosos, flojos, indisciplinados, rebeldes, transtornados, incapaces, raros, adictos, deficientes, viejos, incompletos, contagiosos, agresivos, etc. Etc., reproduciendo mecánicamente las etiquetas que ha creado el sistema, esto es, haciendo lo mismo creyendo que es otra cosa. Hay que producir ciencia: investigar, analizar, debatir, reflexionar, ensayar. Si es otro el ser humano de este milenio, empecemos a producirlo. Las universidades deben trascender el círculo de las ingenierías y las económicas.Los movimientos que demandan las y los diferentes en su proceso de inclusión son la oportunidad que debe aprovechar el estado. Su inclusión en el ámbito de la educación podría ser un interesante principio.
Pero, pero… si asumimos a cabalidad el reto. Así nomás es.
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