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La posición de la diputada oficialista Rebeca Delgado, cuestionando la interpretación de la constitución por parte del Tribunal Constitucional respecto de la reelección del presidente y vicepresidente del Estado –no así la reelección de Evo Morales-, ha desatado cuestionamientos y malestar en sus colegas de la asamblea legislativa. Estas declaraciones adquieren aun mayor connotación, tratándose de la ex presidenta de la Cámara Baja, autoridad influyente y de confianza del presidente Morales.
Con ese condimento especial, el debate en la asamblea legislativa respecto de la aprobación de la Ley de Aplicación Normativa se ha tornado áspero y Delgado ha sido duramente cuestionada; apegada a su “libertad de conciencia”, ha fustigado duramente la restricción de la libertad de pensamiento en el MAS. Esta controversia, que no ha pasado desapercibida en la opinión pública nacional, pone en evidencia de que aparentemente en el partido oficialista las decisiones se manejan verticalmente, sin opción a que existan disidencias y diferencias de criterio, normales en cualquier facción democrática.
Amén de todo esto, y a propósito de este incidente, soy un convencido de que la participación plena y crítica debe ser el denominador común en la construcción democrática del país en cualquier ámbito y mucho más en esferas de gobierno y del legislativo, porque los asambleístas nacionales son – por lo menos se supone- la representación genuina de las y los bolivianos que cohabitamos este país; y éstos deben actuar sin mordaza y con las ideas y críticas sin sometimiento a ningún mecanismo de coerción.
Una democracia consistente y el propio desarrollo del país se forja con una participación masiva e igualitaria de todos, no de una cúpula que decide qué se hace y se dice y lo único que queda es acatar con los ojos y mente cerrada cualquier decisión. Porque lo contrario significará que el eslogan de “gobernar con el pueblo”, en el oficialismo, no alcance siquiera a los representantes nacionales disidentes en opinión.
La participación crítica de Rebeca Delgado debe servir al partido en función de gobierno para parar mientes en la importancia del debate y el libre pensamiento, y qué mejor respetando las ideas del otro y construyendo el país de manera mancomunada. Porque la democracia libre y pensante harán del MAS un partido más incluyente y menos confrontacional, donde el que piensa distinto tenga la oportunidad de que se escuche y respete su opinión.
El autor es Comunicador Social y Administrador de Empresas
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