Opinion

RESIGNIFICAR LA SEMANA SANTA
El Púlpito
Guillermo Siles Paz, OMI
Martes, 15 Abril, 2014 - 16:51

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Todos los años la Iglesia Católica ofrece esta oportunidad de participar en la Semana Santa.  Al parecer es una permanente repetición de todo, casi todos los programas parroquiales ofrecen lo mismo.  Muchos pueden estar contentos con la repetición de estos misterios de nuestra fe. Sin embargo el hombre de hoy quiere algunas novedades y además formas nuevas para vivir esta experiencia religiosa.

Normalmente la cuaresma es el tiempo adecuado para poder prepararse y vivir esta Semana Santa, pero tal vez muchos no han sido participes de esta preparación y tampoco han sido motivados para participar. Lo cierto es que ya estamos en Semana Santa y nos preguntamos ¿cómo vamos a vivir?, ¿qué novedad podemos experimentar?, o seguiremos en lo mismo, con las mismas tradiciones y repitiendo los ritos tradicionales y alejándonos de la experiencia de fe, tan importante para nuestros tiempos.

El origen de la Semana Santa tiene que ver con la tradición judía, de la Pascua Judía. Se recuerda que Cristo fue crucificado y resucitó durante la semana de la Pascua judía. En los diferentes evangelios muestran claramente que Cristo es el Cordero de Dios. Él mismo se convirtió en el sacrificio perfecto, sin pecado, por los pecados de todo el mundo. Por eso los judíos, que decidieron seguir a Cristo, aceptaron y se adhirieron rápidamente. Sin embargo el Cristianismo se extendía por las naciones no cristianas, la celebración de la Semana Santa es practicada e influenciada por varios ritos paganos de su tiempo. 

Lo central de la Semana Santa, será la vivencia de la pasión, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo, lo que se llama el “Triduo Pascual”. Este hecho real, ocurrió y está reflejado en varios códigos históricos de su tiempo. Se dijo, que un hombre judío fue llevado a la cruz por los mismos judíos. Flavio Josefo decía; "Aproximadamente este tiempo vivió Jesús, un hombre lleno de sabiduría, si de hecho uno puede llamarle hombre. Porque realizaba hechos increíbles, y era maestro de los que se alegraban con la verdad. Atrajo hacia sí a muchos, judíos y gentiles. Él era el Cristo. Por la acusación de las autoridades de nuestro pueblo, Pilato lo condenó a muerte en la cruz; no obstante aquéllos que lo habían amado antes le permanecieron fieles. Al tercer día se les apareció de nuevo vivo, entró otras mil maravillas, tal y como lo habían predicho los profetas enviados por Dios. Y al día hoy el pueblo de los que se llaman cristianos después de Él permanece."

Hoy cómo actualizamos este hecho, que para los cristianos se constituye en el hecho salvífico, Creo que será prioritario entender el contexto, la realidad y nuestro entorno, ya han pasado más de 21 siglos en los que estamos hablando de este Jesús y sigue interpelándonos, sigue teniendo seguidores y millones de hombres y mujeres creemos en este Cristo que dio la vida por todos los nosotros.  

Un segundo elemento, los años no pasan en vano, y estos han dejado su huella, su sello. Y la tradición cristiana se ha hecho parte de la vida y de la cultura, expresada de diversas formas. Por lo tanto para no volverlo repetitivos, la pregunta es, Cómo Jesús hoy vive su pasión muerte y resurrección entre nosotros. ¿Cómo se está haciendo vida, este Cristo de la Cruz y este Cristo Resucitado?, ¿cómo lo interpretamos en nuestra realidad existente?. 

Volviendo a nuestras fuentes, podemos decir, si Dios se nos ha revelado hoy, con mayor razón debemos de sentir esa fortaleza de vivir en nuestra carne esa esperanza.  La vida concreta, es presentada por muchos signos de dolor, de opresión, de sometimientos. El hombre sigue pasando y experimentando el sufrimiento, en carne propia. Ahí están millones de niños sin comida, millones de jóvenes sin futuro. Cuando miramos al hombree vaciado del amor, y sumido al hambre de poder y de dinero, seguiremos experimentando signos de muerte. Cuando miramos la realidad somos testigos, queremos cambiarlos

Jesús a través de esta experiencia de la Cruz, nos ha liberado de la atadura de la muerte, nos ha liberado de los opresores, de los tiranos, de los injustos y nos ha dado esa fortaleza de enfrentar, hasta lo último, y luchar por una nueva vida.  Su muerte, será una caída, pero su resurrección será la que construirá comunidad, construirá otro tipo de sociedad.

Pienso que para vivir de otra forma esta Semana Santa, más allá de los ritos y costumbres, debemos de asimilar muchos valores que este momento nos lo da. Primero contemplar el misterio de Cristo, es decir, que los hechos  reflejados cada día, deben ser mirados en sus detalles. ¿Qué vivió Jesús?, ¿por dónde pasó? y ¿cómo termina?. Al contemplar estos misterios de nuestra fe, podemos meditar las diferentes respuestas que dá Jesús. Pero al contemplar a este Cristo sufriente, podemos compadecernos de su dolor, unirnos a su pasión.

Segundo, debemos de comprender y valorar todos los símbolos que se tiene en las celebraciones del triduo pascual: el juicio, la flagelación, la cruz, su muerte y su resurrección.  Descubrir, en estos símbolos, la experiencia de Dios. Eso quiere decir también, mi propia experiencia de Dios. Yo vivo a Dios en mi vida, pero ¿cómo Yo me adhiero en este momento?, ¿cómo me dejo interpelar para seguir su camino?. 

Tercero, son nuevos tiempos, la vida en Cristo y su resurrección debe engendrar a un nuevo hombre y una nueva mujer. Hoy debemos ser otros porque nuestra realidad lo exige. Dios ha vivido su pasión, muerte y resurrección. Desde ahí nos ha dado a la humanidad la oportunidad de tener una mente siempre abierta, sobre todo a Dios y al pueblo; él como nosotros somos sensibles al clamor del otro. Dios nos pide y nos enseña, por lo tanto debemos de vivir con el corazón abierto. Abierto a recibir su misericordia, su ternura para compartirlo. El resultado de esta experiencia será siempre mi disponibilidad. Todo ser humano que experimenta a Dios en su vida, no lo deja, sino que le compromete. Hoy Dios nos seguirá alentando para vivir disponibles para la misión, para llevar a otros este misterio de mi fe.

Guillermo Siles Paz, OMI, Misionero y Comunicador Social
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