Opinion

LAS EXIGENCIAS DEL RESUCITADO
El Púlpito
Guillermo Siles Paz, OMI.
Sábado, 19 Abril, 2014 - 19:48

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Hemos pasado varios días viviendo experiencias profundas de nuestra fe.  La Semana Santa nos ha traído muchas reflexiones, las cuales nos han dejado algunas interrogantes, nos han interpelado hacia nuestras actitudes, fundamentalmente nos ha cuestionado nuestra fe y nuestra propia vida. 

En este contexto cómo podemos entender esta situación.  Fueron las mujeres y a la madrugada, que serían las primeras testigos de la resurrección de Jesús. Ellas encontraron la piedra del sepulcro movida. Entraron y vieron cómo todo estaba ordenado. Luego avisaron a los discípulos y también se constituyen en testigos, aunque  el discípulo amado, cuando entró, vio y creyó. Todavía no habían entendido que según las escrituras, Jesús debía resucitar de entre los muertos. 

Ciertamente para todos los tiempos no es fácil entender este misterio de Cristo,  porque los elementos tangibles no están siendo parte del hecho, sino que lo importante será el testimonio y la fe.  Al mismo tiempo para entender este hecho, había que entender las sagradas escrituras,  aquellos elementos que nos hablan de las promesas de Dios. Hasta qué punto, nosotros los conocemos, o somos escudriñadores de esta palabra viva.

Hoy podemos decir que la promesa estaba cumplida. Al tercer día resucitaría de entre los muertos y así fue.  Todo tiene sentido,  Jesús había dado muchos enseñanzas y hoy su promesa estaba cumplida.  Con este hecho Jesús se constituye en la referencia total de vida, por que cobra sentido pleno.  Todas sus expresiones, enseñanzas, experiencia de Dios y su vida misma no quedan al margen, sino tendrá incidencia en la vida de muchos de sus seguidores y para la misma historia.  Por esa razón Jesús será la Pascua. Es la Pascua viva. La pascua que es el paso de la muerte a la vida y nos lo da Jesús. 

Este hecho salvífico no es un triunfo de nada, sino la experiencia de la entrega total que Dios nos da. Es la destrucción de todo aquello negativo, que oprime y aplasta al hombre. Jesús plenificará la vida sobre la muerte, el amor sobre el odio, el perdón sobre el rencor, la entrega sobre el egoísmo, la reconciliación sobre la división,  Jesús será la experiencia de vida nueva que ofrece a toda la humanidad.  Jesús será quien se constituya un referente de valores nuevos claros, sin discriminación, sin injusticias, sino valorando al mismo ser humano. 

Es necesario entender, además que la Pascua de Jesús, su resurrección, no es acto de venganza de Dios, tampoco es una demostración de su poder omnipotente.  Jesús respondió a las opciones fundamentales que hizo en vida. El auténtico Dios, hizo una verdadera opción por la vida, el amor, la libertad, la justicia. Por lo tanto Jesús hizo lo mismo porque apostó al mismo proyecto de Dios para transformarlo. 

La primicia de la resurrección nos lo dio el Hijo de Dios, y lo transmitió primero a las mujeres. Esta experiencia es particular y tiene su sentido. El que compartió nuestra vida, nos enseñó cómo transformarla. Su resurrección da sentido a la Buena Noticia, el proyecto de construir el Reino de Dios entre nosotros, aquel Reino traducido en la justicia y la verdad, en el servicio y la construcción de una sociedad más equitativa y con más derechos para los excluidos y marginados. 

Por todo ello,  quien conoce a Jesús,  es capaz de asumirlo en su vida, queda en esta adopción con muchos compromisos. Porque la vida de Jesús será la referencia plena, de construir el camino distinto,  en Dios. El hombre y mujer de hoy, que cree, es un testigo de un Dios de la vida, no de la muerte, ni de la destrucción de nada.

Hoy después de vivir esta semana con todas las vivencias, nos hace testigos de un Jesús que se entregó hasta las últimas consecuencias, para dar vida y sentido a toda nuestra vida. Vivir la Pascua nos compromete en cambiar todas esas realidades de muerte, en vida plena. Asumiendo nuestros roles y espacios que ocupamos en la sociedad. 

Por lo tanto, para muchos cristianos católicos, este tiempo fuerte, es exigente. Muchos han comprendido y profundizado la vida de Jesús. Sin embargo nos hemos dado cuenta, que hay más desafíos en el mundo contemporáneo y en la sociedad emergente. 

La sociedad actual exige que los creyentes, los discípulos y servidores de este misterio, debemos expresar testimonialmente la fe. No podemos negar la importancia de las palabras, al contrario debemos de respetarlas y no devaluarlas.  Es necesario la transmisión de la palabra, pero acompañado por un estilo de vida, sencillo y coherentes. 

Dios se ha puesto a lado de la vida. Para defender todo lo que está amenazado. Es una exigencia cristiana que todo seguidor está comprometido.  Todo, quién se dice creer en este Cristo resucitado, es un claro defensor de la vida,  es un constructor de esperanza.  Porque el Crucificado es el resucitado y el resucitado, ha pasado por la muerte y lo venció. 

Jesús nos decía que el Reino de Dios está cerca, pues si, está cerca de nosotros, cada día en las realidades temporales, en lo cotidiano. Ahí tenemos que ser los constructores de esta sociedad que nos pide.  El Reino de Dios es también nuestra responsabilidad. 

Guillermo siles es Misionero y Comunicador Social.

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