Di-sentimientos

CUANDO LLUEVE MOJA A TODOS

Judith Apaza

Ana era una niña feliz en los cumpleaños de sus hermanos, esto se debía a una simple razón: en su hogar, cuando se le ofrecía un regalo a uno de los hijos, también se le otorgaba el mismo regalo al resto (en otros colores, tamaños, pero al fin, un regalo equivalente). ¿Qué tenía de particular su familia? sus padres obraban bajo la premisa de“Cuando llueve moja a todos”, aunque esto también se aplicaba a los castigos…

Con el pasar de los años, Ana fue tomando esta frase como sinónimo de igualdad de oportunidades que indicaba que la distribución de la riqueza debía estar basada en el bien común.

Sin embargo, en la vida real, cuando llueve no todos nos mojamos, el ser humano ha inventado ingeniosas formas de no mojarse bajo la lluvia, desde la rápida utilización de los papeles que uno tiene a mano, hasta los paraguas que se utilizan en la cabeza a manera de sombrero. Y esto no sólo se empleacon los imprevistos de la naturaleza, es que el hecho de “mojarse o no” también puede convertirse en una cuestión económica.

Veámoslo nuevamente desde un punto de vista familiar: ¿qué pasa cuando se otorgan mayores beneficios a uno de los hijos?, ¿no surge acaso un sentimiento de celos y tristeza? Ante esta situación, el hijo relegadodesea“mojarse”, empaparse, bañarse si es posible, para recibir lo que recibe el otro. En estosescenarios, los padres deben tratar de hacer prevalecer la armonía, no siempre es posible otorgar lo mismo a todos, pero debe mantenerse una línea de equilibrio que beneficie a la mayoría.

En este sentido, siento que el Estado, en su rol de padre de una sociedad, se enfrenta a los mismos problemas familiares que mencionamos antes.

Es evidente, la utilización de recursos del Estado debe llegar a beneficiar a todos, ¿pero bajo los mismos criterios? Creo que los padres de Ana son un buen ejemplo de la entrega de incentivos y castigos, el regalo llegaba a todos, pero NO era el mismo, por obvias razones, cada uno tenía afinidades por ciertos colores y una edad distinta (en consecuencia distintas tallas, si se trataba de vestimenta), entonces, los padres de Ana debieron buscar regalos “equivalentes” considerando las particularidades de los hijos.

Si nos ponemos a analizar el tema de pensiones, que últimamente bombardea los medios, ¿será adecuado que los trabajadores activos (que trabajan actualmente), reciban el mismo salario que un trabajador pasivo (jubilado)? Ello, ¿no nos orientaría a intentar jubilarnos lo antes posible? ¿No disminuiría la fuerza productiva del país?

Por otro lado, ¿es adecuado que todos reciban la misma renta? ¿Todos los trabajadores desempeñan las mismas funciones, en las mismas condiciones? ¿Es correcto hacer prevalecer nuestros derechos por sobre los de los demás?
¿La lluvia debe mojar a todos? Estoy segura que Ana tiene una respuesta a todas estas preguntas, lastimosamente, ella está en el cumpleaños de su hermano.

*Judith Apaza es auditora Financiera

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UN TRABAJADOR ¿GANA BS1.000?

Judith Apaza

Cuando era niña, recuerdo que en la asignatura de matemáticas nos plantearon una descabellada idea: que 2 era igual a 3, y que nosotros debíamos confirmar que ello fuera cierto o demostrar que esa teoría estaba equivocada. Después del análisis y la revisión de la teoría inicial, podía verificarse que 2 era igual a 2 y que no había posibilidad de que 2 fuera igual a 3.
Sin embargo hoy, varios años después, me pregunto si esa descabellada idea podría tener un fundamento que fuera más allá de la fría lógica matemática.
Permítanme adentrarme un poco más en mis recuerdos, para que juntos logremos concluir si 2 puede ser igual a 3.
Durante esos años en la escuela, constantemente escuchaba decir a mis mentores, que un salario no era suficiente para cubrir el costo de vida, y que por tanto, no podían adquirir todo lo que requerían sino lo básico; no obstante, con algo de resignación y enfado, llegaban a aceptar esta situación.
Con el pasar del tiempo, comenzaba a oír opiniones similares, a pesar de que fueron implantados los conceptos de “subvención”, “renta petrolera” y los “bonos sociales”, unos para hacer frente a la inflación y disminuir el efecto de la escalada de precios en el bolsillo del ciudadano y otros para beneficiar a los que en un momento histórico fueron los menos favorecidos; sin embargo, al parecer, la opinión de la ciudadanía seguía siendo la misma.
Actualmente, con una familia más grande y con nuevas responsabilidades, me pregunto si lo que uno gana, realmente equivale al salario que recibe, ¿no será que por efecto de todos esos ingresos “parasalariales” estamos recibiendo del Estado un importe mayor al efectivo que figura en planillas?
¿Cuál sería el impacto de asumir  el costo real de los bienes y servicios que consumimos?
Al respecto, es verificable que una familia promedio compuesta por 5 integrantes, recibe del Estado una ayuda por fuera del Salario Mínimo Nacional, haciendo que las subvenciones operen como efecto multiplicador del “salario nominal”,  llegando a un “salario real” mucho más alto si consideramos los 2.800 millones de Bs destinados a la subvención de alimentos, 2.539 millones en bonos sociales y 19.277 millones en IDH y regalías reportados en 2012.
En este sentido, una ganancia de 1000 bolivianos en efectivo, se ve incrementada por recursos llamados “en especie”, que si bien no son desembolsados directamente, benefician al bolsillo del ciudadano, restando la carga del coste real de los bienes y servicios. De esta forma, considerando todos los factores y haciendo un poco de aritmética, 1000 llega a ser casi 1500, entonces 1000=1500?
Les dejo a ustedes queridos lectores la pregunta abierta: Un trabajador que gana 1000 bolivianos, gana solamente 1000 bolivianos?

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