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¿Qué haría Ud. si alguien le ofendiera? ¿Ofendería igual a esa persona? Si le amenaza o hace daño…¿la afectaría igual? Si mintiera sobre Ud. o sugiriera que lo deben secuestrar, ¿qué haría? Gandy dijo que de aplicarse el ojo por ojo, el mundo quedaría ciego.
De verdad, deja mucho que desear el proceder de algunos colectivos y activistas que en su desesperado afán de imponer “su” verdad, optan por la agresión y el engaño.
Creen tener el derecho de mentir, atacar, difamar, urdir mitos e historietas como si el fin justificara los medios. Tienen el corazón duro, lanzan la piedra y esconden la mano, como si no hubiera un Dios que lo mira todo. ¡Cuántos urden sus planes desde el anonimato, arruinan paredes con su infame grafiti y usan las redes sociales y la retórica para hacer prosélitos! Cuántos atemorizan porque en su inopia, ellos mismos están atemorizados…
Este tipo de activismo, vestido de verde, con cara de pobrecitos, intelectuales y niños-bien, atañe a quienes vociferando y dándose cuerda entre sí parecen querer que la gente siga muriendo de hambre y pobreza, mientras ellos…¡vaya que viven bien!
Se oponen a los alimentos genéticamente mejorados y dicen defender la naturaleza -como el actor Mark Ruffalo- pero fuman públicamente y envenenan el aire afectando con su vicio la salud de inocentes fumadores pasivos, niños incluidos. Los hay también como Julie Delpy, otra actriz que va contra los alimentos genéticamente modificados diciendo que consume lo natural pero -como Ruffalo- fuma también, aunque aclara que solo fuma ¡tabaco orgánico! Está documentado y es motivo de burla pública…
Hablan las cosas a medias, tuercen la verdad, dicen manejar información científica pero no estudian y amedrentan en base al miedo. Estos “capos” de la crítica violenta -a quienes les sobra el tiempo para hacer memes, decir tonterías y traslucir la frustración que existe en sus corazones- osan hablar por los agricultores como si los representaran, cuando varios de ellos parecen más activistas comerciales, queriendo defender su negocio.
¿Cuántos pobres más deberán morir para considerar esto un crimen de lesa humanidad?, cuestionan 123 Premios Nobel a Greenpeace -el “papá” de tales activistas- argumentando que la evidencia científica ha demostrado que los alimentos transgénicos son tan o más seguros que cualquier otro.
Si la vida de su hijo dependiera de la opinión de esos activistas versus la de los mejores 123 profesionales del mundo en Física, Química y Medicina…¿a quién creería Ud.?
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Santa Cruz, 24 de mayo de 2017
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