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“Llegué a Bolivia hace 20 años y me siento muy orgulloso de participar y de haber aportado con mi grano de arena en la construcción de este modelo de agricultura que tenemos hoy en Santa Cruz. Pese a todos los problemas, podemos decir que ¡la agricultura cruceña es un éxito!”, fueron las emocionantes palabras deRaul Amaral Campos Filho, uno de los miles y milesde productores del agro que habiendo dejado su lugar de origen, decidió apostar por este bendito país llamado Bolivia. ¡Merecido el homenaje público recibido!
Fue en el marco de VIDAS 2016 -el Evento de Tecnología Agrícola más representativo de Bolivia- que en su XIII versión (14-15.10.2016) logró nuevos récords con más de 20.000 visitantes y 20 millones de dólares en negocios concretados, según informó Danilo Patriota, Presidente de la Fundación de Desarrollo Agrícola Santa Cruz (FUNDACRUZ), la entidad organizadora.
Del discurso del galardonado, me impresionó la sinceridad de sus palabras, su sencillez y desprendimiento al dedicar su reconocimiento a todos los agricultores de Bolivia, instando a “que sirva de incentivo para que sigamos adelante en este momento tan difícil que pasa nuestro sector”. Amaral recordó que en el 2014 y 2015 la Zona Norte del Oriente boliviano sufrió intensas lluvias e inundaciones, y que en el 2016 la sequía devastó la Zona de Este,dejando además un 50% del área de siembra de invierno en el Norte sin sembrar.
“Yo siempre digo que los agricultores son desarrolladores de países. ¡Qué sería de Cuatro Cañadas, Pailón y San Pedro! ¡Qué sería de Santa Cruz sin los agricultores!” -dijo- a lo que yo añado: ¡Qué sería Bolivia sin Santa Cruz y sus productores agropecuarios! Un triste destino de dependencia alimentaria le depararía. Y pensar que ¡cuántas de sus demandas se hacen esperar, entre ellas la de la biotecnología!
“Además de desarrollar nuevas fronteras agrícolas, construimos caminos, generamos riqueza y empleos e integramos el país, hacemos girar la economía y por encima de todo producimos alimentos”, dijo quién -pese a no haber nacido aquí- lo sentí más boliviano que muchos oriundos que se quejan de su país.
¡Cuánta injusticia respecto al trato que proponen para los extranjeros algunos fútiles medioambientalistas, activistas, ONGs y Fundaciones, olvidando que comen de lo que aquellos producen, pero luego muerden su mano!
¡Mis respetos a nuestros productores agropecuarios -cambas, collas, chapacos o extranjeros- pues todos ellos son mis hermanos bolivianos, sin distinción!
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional
Santa Cruz, 26 de octubre de 2016
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