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Quizá uno de los momentos más felices que las niñas y niños viven en las escuelas es el momento del descanso intermedio conocido como recreo. Ese breve espacio que muchos infantes quisieran que fuese interminable para jugar, reír, compartir, correr, saltar…sin fin. Sin embargo, también refleja las tristes realidad económica que diferencia a los niños, algunos que llevan hasta 20 bolivianos y otros que no tienen ni para comprar un caramelo.
Como recreo, por ende, también se conoce en nuestro país, al dinero que los padres brindan a sus hijos para que disfruten de algún alimento en este espacio de tiempo que al mismo tiempo es necesario para complementar la alimentación que exigen las actividades del estudio y del deporte.
ERBOL visitó el quiosco de una escuela fiscal ubicada en la zona de Villa Fátima de la ciudad de La Paz, donde se sentó a hablar con una señora vendedora para saber cómo es la “hora” del recreo.
La vendedora, que también es portera del establecimiento, recordó con agrado el afán de los niños cuando la buscan al momento del recreo.
“No saben los nombres de los productos y te dicen ‘¿me pasas aquello?, eso vendeme, eso’. Todos a la vez quieren ser atendidos. Otros te pellizcan para que les atiendas o te jalan”, dijo la entrevistada.
“Hay niños que te dan 10 centavos y te piden cambio. Sí o sí te quieren sacar cambio”, refirió con gracia la mujer.
“Los niños son increíbles”, dijo mientras recordaba las anécdotas con los pequeños y sonreía.
Los infantes pueden recibir recreos en montos tan dispares que van desde sólo 50 centavos a 20 bolivianos, según la señora, probablemente, esto también el reflejo de la distinta situación socioeconómica de las madres y/o los padres.
Ella relató que otros niños, tal vez en su inocencia o sana picardía le “pagan con dinero de Alasitas”. También hay niños que “traen monedas extranjeras”, debido a los viajes que realizan sus padres, sobre todo a Perú.
Pero también, la vendedora describió la triste realidad de los que no tienen para recreo. Según la vendedora, si bien hay niños que llevan billetes para comprar en el recreo, otros no tienen ni monedas
En algunos de estos casos, ella ha tenido que invitarles a los niños que no tienen dinero y que sólo se limitan a ver cómo otros compran.
“Muchos niños no vienen con recreo, se quedan en la mesa parados mirando cómo sus otros compañeros se compran”. Solidaria ella confiesa: “Se les da porque uno o dos no te hacen pobre”.
Algunos niños creen que los padres pueden hacer un mejor esfuerzo para darles un poco más de recreo, pues para resistir las largas y recargadas jornadas educativas se necesita el combustible para el cerebro.
Un niño que lleva Bs3 de recreo se quejó de que ese dinero no le alcanza. El chantilly solo le cuesta Bs3,50. En su inocencia, pidió que al menos le aumenten un boliviano más.
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