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Problemas en Atenas y problemas en Washington; no es el fin del mundo, pero nada va a ser fácil para Grecia, ni con los acreedores externos ni en las procelosas aguas de la política interna.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha convocado un congreso extraordinario en septiembre para acallar a las voces más críticas dentro de su partido, Syriza, acerca de su liderazgo y del rescate europeo.
Tsipras pretende dar un golpe de mano: pretende dejar para el otoño ese congreso pese a los deseos de los rebeldes, y convoca un referéndum interno, para este domingo, sobre si existe la posibilidad de poner en marcha un plan alternativo al pacto con los acreedores alcanzado hace unos días; sobre “si había una alternativa en la madrugada del 13 de julio”, la del acuerdo.
Paralelamente a ese plebiscito sobre la figura de Tsipras, el FMI ha reiterado que no participará en el tercer programa hasta que Atenas demuestre que puede superar con éxito el primer examen, previsto para otoño.
El FMI deja en el aire su aportación hasta que Grecia dé muestras de su compromiso con el programa (esto es, hasta que apruebe las primeras medidas) y, sobre todo, vincula la financiación a que la eurozona “haya acordado un alivio de la deuda”.
“Hay que respetar las decisiones colectivas”. Alexis Tsipras ha cargado, durante la reunión del comité central de Syriza, contra la oposición interna en su propio partido, liderada por el ministro Panaiotis Lafazanis.
Lafazanis apostaba fuerte por un congreso extraordinario antes de la firma del tercer rescate, prevista para mediados de agosto.
Tsipras se cierra en banda a esa posibilidad, y ofrece celebrar ese congreso en septiembre, una vez esté listo el rescate, para decidir entonces si conviene o no ir a unas elecciones anticipadas.
Si Syriza no acepta esperar hasta septiembre, Tsipras planteará el referéndum interno el próximo domingo.
El primer ministro ha tratado de convencer a la plana mayor de su partido de que cualquier otra alternativa al tercer rescate no hubiera sido viable.
Pero Lafazanis lidera una plataforma cada vez más activa, que clama contra “la humillación” asociada a ese paquete de ayuda y abre incluso la puerta a una posible salida del euro.
El exministro Yanis Varoufakis ha sugerido en los últimos días que sí había alternativa al rescate: activar una moneda paralela, dentro del euro, cuando se cerraron los bancos, el fin de semana previo al referéndum sobre la propuesta europea.
Tsipras ha reclamado a Syriza que cierre filas y acabe con las voces discordantes de los rebeldes.
“Algunos creen que la alternativa es salir del euro”, dijo ante la cúpula de su partido, en un cine ateniense. “Si alguien cree que puede conseguir algo mejor con otro primer ministro y otro Gobierno que lo diga”, arengó el primer ministro a sus correligionarios.
El primer ministro pretende acallar al ala crítica con un referéndum sobre su figura –que sigue cotizando al alza en las encuestas— y sobre la controvertida decisión de aceptar un duro rescate apenas días después de que el pueblo griego rechazara una propuesta europea anterior en un controvertido referéndum.
Una cuarta parte de Syriza ha votado en el Parlamento contra el rescate y deja al Gobierno en una posición delicada, pero no está nada claro que Lafazanis y los suyos puedan aglutinar una mayoría suficiente como para propinar un revés a los planes de Tsipras.
Tras calificar de “surrealistas” las propuestas de los críticos, ha explicado que las opciones de Grecia pasan por “un compromiso difícil o una quiebra incontrolada”.
Y deja la puerta abierta a la convocatoria de elecciones anticipadas, si no consigue la estabilidad política necesaria después de la guerra de guerrillas interna dentro de Syriza.
No ha sido el único sobresalto del día. El FMI ha reiterado que no pondrá un solo euro más en Grecia hasta que Atenas y lo socios acuerden definitivamente el tercer programa –a mediados de agosto—y el Ejecutivo griego supere con éxito el primer examen de la antigua troika, hoy cuadriga (FMI, BCE; Comisión Europea y Mede, el mecanismo de rescate).
En otras palabras: el Fondo quiere ver dinero europeo contante y sonante.
Y quiere también la reestructuración prometida de la deuda griega, para que salgan los números: el FMI no puede participar en ningún programa si los análisis de sostenibilidad de la deuda no salen impolutos.
Y en Grecia, de nuevo en recesión y con los bancos hechos trizas, todo son impurezas. Alemania propuso también un plan que incluye quitar poder a la Comisión Europea y dárselo al Eurogrupo (la reunión de ministros de Finanzas) para endurecer las reglas fiscales de la eurozona.
El Eurogrupo podría también sustituir a la Comisión en la cuadriga de instituciones que supervisa el rescate en Atenas. Berlín quiere, cómo no, mayor dureza. Una vez más.
(Fuente: El País-España)
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