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Ante una multitud de un millón de personas que llegaron a Roma y que solo un quinto logró ver la ceremonia de la doble canonización, Francisco respiró hondamente, hizo una pausa y recitó la fórmula. Dijo que tras deliberar y consultar por la ayuda divina "declaramos benditos y definimos que Juan XXIII y Juan Pablo II sean santos y los incluimos entre los santos, decretando que de esa manera sean venerados por toda la Iglesia".
A su derecha en el sagrario de la basílica de San Pedro, en los escalones de la plaza, lo observaba el cuarto papa de esta jornada nunca vista en la historia de la Iglesia: Benedicto XVI, el alemán Joseph Ratzinger, Papa emérito que renunció el 28 de febrero.
Ratzinger se sentó en el lugar reservado a los 150 cardenales que concelebraron con los dos pontífices la santificación de los dos papas más populares del siglo XX. Con ellos estaban 700 obispos que también concelebraron en la misa.
Dos papas vivos canonizaron pues a dos santos que, como dijo después en su homilía forman ahora la vanguardia de la Iglesia, pues son los santos "los que llevan y hacen crecer a la Iglesia". Jorge Bergoglio, desde el altar, agregó que "Juan XXIII y Juan Pablo II han colaborado con el Espíritu Santo para actualizar a la Iglesia según su fisonomía originaria, que le han dado los santos en el curso de los siglos".
Según cálculos de la policía alrededor de 250 mil fieles y turistas pudieron entrar en la plaza de San Pedro y en la vía de la Conciliación de 500 metros, que pudieron ovacionar a Francisco cuando recorrió por corredores de seguridad el lugar saludando de cerca, aunque sin deternerse, a la multitud.
El resto del millón que llegaron a Roma debieron distruibuirse en los principales lugares de la Ciudad Eterna donde habían sido instaladas 19 pantallas gigantetes.
Tras haber proclamado santos a Juan Pablo II y Juan XXIII el Papa dijo en el sermón que "los estigmas de Jesús son escándalo para la fe, pero también son la verificación de la fe". Jorge Bergoglio saludó a los 24 jefes de estado, 10 jefes de gobierno y a las demás delegaciones de gobiernos extranjeros que eran 122.
De los dos nuevos papas santos dijo que fueron "sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Ellos han conocido las tragedias pero no fueron embestidos por ellas. Más fuerte en ellos era Dios, más fuerte era la fe en Jesucristo".
De los ochenta papas santos de los 266 pontífices reconocidos en la historia de la Iglesia, en el siglo XX había sido proclamado solo uno: Pío X, por decisión de Pío XX en 1954.
Ayer y esta mañana temprano llovió en la ciudad, pero no mojó el entusiaso de la impresionante multitud, que ovacionó a Francisco, saludó con afectuosos aplausos a Benedicto XVI y vivó repetidamente a Juan XII y Juan Pablo II, cuyas imágenes en retratos gigantescos pintados fueron colocados en el frente de la basílica de San Pedro.
Francisco agradeció especialmente a los peregrinos provenientes de Polonia, patria de Juan Pablo II, y de la zona de Bérgamo, cerca de Milán, lugar natal de Juan XXIII.
Al concluir la misa, Jorge Bergoglio, que caminaba empuñando el pastoral del Triunfo de Cristo que utilizaba Pablo VI, descendió del sagrario para ir a saludar a su amigo Benedicto XVI, a quién había abrazado al llegar a las 10 de la mañana (cinco horas menos en la Argentina) para comenzar la ceremonia, que duró dos horas.
A las dos de la tarde fue abierta la basílica de San Pedro a los peregrinos que corrieron a rezar en las tumbas de Juan XXIII y Juan Pablo II, que se encuentran vecinas al altar mayor de la basílica.
(Información tomada de Clarín)
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