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El primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, admitió que el avión ruso que se estrelló el 31 de octubre en Egipto con 224 personas a bordo fue posiblemente víctima de un acto terrorista. La rama egipcia del grupo yihadista terrorista Estado Islámico aseguró haber derribado el avión como represalia por los bombardeos rusos en Siria, pero no explicó cómo lo consiguió.
"La posibilidad de un acto terrorista es considerada", dijo Medvedev en una entrevista al diario estatal Rossiiskaia Gazeta.
Rusia se ha convertido en un objetivo prioritario del Estado Islámico tras su intervención en el conflicto sirio apoyando al régimen de Bashar Al Asad, desde comienzos de octubre. Moscú parece inclinarse ahora por la pista terrorista, al igual que las potencias occidentales, y ha prohibido los vuelos comerciales a todo Egipto.
El gobierno de Egipto reforzó la seguridad en Sharm el Sheij, de donde siguen marchándose cientos de rusos y británicos, tratando de salvar su sector turístico, golpeado por el siniestro del avión.
Pero centenares de turistas, en su mayoría rusos, acudieron por la mañana al aeropuerto para regresar a su país a bordo de aviones fletados por Moscú y Londres, indicó un responsable de la seguridad.
La seguridad fue reforzada a la entrada del aeropuerto, donde todos los vehículos estaban siendo controlados escrupulosamente, constató un periodista de la AFP.
Cerca de algunas playas los policías eran más numerosos que los turistas.
A medida que avanzan las operaciones de repatriación, los grandes complejos hoteleros de Sharm el Sheij se estaban vaciando.
Este lunes quedaban todavía en Sharm el Sheij y en las orillas del mar Rojo unos 70.000 turistas rusos y 15.000 británicos, según informaciones de Moscú y Londres.
Israel, país fronterizo con el Sinaí egipcio, señaló también que probablemente se trató de un atentado.
"De acuerdo a lo que sabemos y hemos escuchado, estaría sorprendido si se comprueba que no fue un atentado", afirmó el ministro de Defensa Moshé Yaalon, según una portavoz.
Airbus por su parte sugirió que el aparato A321 no está en tela de juicio.
"De acuerdo a los datos de la investigación recibidos, no se constató una disfunción (en el aparato)", dijo este lunes un vocero del grupo aeronáutico.
El gobierno egipcio asegura, sin embargo, que todavía no puede determinarse ninguna conclusión definitiva antes de que termine la investigación y no oculta su irritación ante las imágenes de los turistas marchándose de las playas de la región.
El ministerio del Interior anunció, por otra parte, que la policía mató a uno de los principales dirigentes del Estado Islámico en El Cairo.
Ashraf Alí Alí Hasanein al Gharabli, considerado como uno de los terroristas más peligrosos de la rama local de la organización yihadista, murió en un tiroteo cuando la policía trataba de detenerlo en la capital.
Las autoridades lo acusaban de organizar atentados contra las fuerzas de seguridad, de haber ordenado la decapitación de un croata, Tomislav Salopek, secuestrado no lejos de El Cairo y de la muerte de un estadounidense empleado de una compañía petrolera.
Esta catástrofe aérea supone un revés para el turismo egipcio, ya afectado por el período de inestabilidad posterior a la caída del presidente Hosni Mubarak en 2011 en una revuelta.
El año pasado Egipto sumó 10 millones de visitantes, cinco millones menos que en 2010. La mayoría de ellos fueron a Sharm el Sheij para disfrutar de sus playas y sus hoteles de lujo y pocos visitaron los sitios arqueológicos alrededor de Luxor.
Según responsables del sector turístico en Moscú, una quinta parte de los turistas rusos escogen pasar sus vacaciones en el país de los faraones.
"Los británicos, otra clientela de peso, podrían dejar de ir de momento al país árabe", apunta Derek Moore, presidente de la Asociación de Touroperadores Independientes (AITO), con 120 miembros y sede en Londres. "Hay preocupación sobre el riesgo de un nuevo atentado contra un avión y el laxismo de la seguridad en el aeropuerto de Sharm el Sheij", explicó.
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