Oaxaca tiene el 20% de indígenas migrantes

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Integrantes de prácticamente todas las etnias de México están migrando. Cuicatecos, popolucas, tzotziles, mixes, mixtecos, chinantecos, otomíes, huastecos, purépechas, lacandones y mayas.

Las etnias que presentaron la migración más nutrida hasta mediados de la década pasada fueron los huastecos y los mixtecos.

Para Jesús Mendoza Mendoza, el origen y destino de la migración indígena habla mucho de los patrones de movimiento de las comunidades. Oaxaca, asegura, sigue siendo la entidad de donde parten la mayoría de indígenas; por sí solo representa cifras cercanas al 20 por ciento de los indígenas migrantes.

Chiapas incrementó cinco puntos porcentuales entre 2000 y 2005 su participación como entidad de procedencia de los migrantes indígenas, al pasar de 3.1 por ciento a 7.9 por ciento; es decir, en el año 2000, salieron del aquella entidad aproximadamente 6 mil 526 indígenas, mientras que para el 2005, el éxodo indígena alcanzó cifras que rebasan las 11 mil 066 personas de las etnias. 

Considera que el caso opuesto es Guerrero. Retrocedió cerca de 5 puntos porcentuales. De ahí partieron en el 2000 cerca de 26 mil 734 indígenas, mientras que para el año 2005, dicha cifra únicamente comprendió a 9 mil 945.

A su juicio este tipo de migración no es solo un movimiento de población por sí mismo, "tiene implicaciones sociales y económicas de fuerte repercusión". Explica lo que sucede estadísticamente: los hombres indígenas son quienes poseen una propensión ligeramente mayor a las mujeres a migrar. Hace ocho años 53 por ciento de la población indígena migrante fue masculina, frente a un 47 por ciento de población femenina.

La implicación de que el indígena varón migre hacia las urbes, en lo que se refiere al cambio en los patrones de producción, implica una nueva forma de organización social, comenzando por los núcleos familiares.

Sin embargo, el medio urbano, "resulta un contexto hostil para el indígena y su comunidad". El incremento constante del número de indígenas urbanos hace más evidente los conflictos por el choque cultural entre diversos pueblos. 

"Los indígenas sufren al principio, graves problemas de discriminación y de rechazo y la incapacidad de entidades y organizaciones para ofrecer satisfactores a sus requerimientos. Cuando su condición es monolingüe, los problemas se acentúan, hasta el grado de la exclusión, la marginación y el desprecio".

No obstante, considera que el factor de atracción que las zonas urbanas ejercen sobre los indígenas ya no es tan grande como en décadas anteriores. "La falta de oportunidades de empleo, de programas gubernamentales destinados al mejoramiento de sus condiciones de vida en las ciudades, la discriminación y la situación de abuso continuo, los convierten en uno de los grupos urbanos más vulnerables a condiciones de pobreza", resalta.

En las zonas urbanas a las cuales migran las comunidades indígenas, "se genera un proceso de simbiosis cultural, que coincide con el entorno hostil e intolerante y que provoca en muchos casos la transformación de los valores culturales tradicionales al interior de sus comunidades. Las comunidades regularmente muestran una fuerte unidad étnica y rasgos característicos muy arraigados emblemáticos de su cultura originaria, mantienen el uso de su idioma y mantienen la cosmovisión desde la perspectiva de sus tradiciones, costumbres y normas de vida particulares", agrega. (El Occidental)

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