Los ixiles de Guatemala, raza agredida y olvidada

Sonia Pérez Díaz/AP 

La vida de los indígenas ixiles en las montañas de Quiché, en el occidente guatemalteco, es como una fotografía de los años ochenta gastada e inmóvil. Por sus tierras pasó la guerra, y pese a que fueron víctimas de un ejército feroz que asesinó a mucha gente y arrasó con cientos de aldeas, siguen olvidados por las autoridades. 

El desarrollo simplemente no llegó a las comunidades ixiles, como lo revelan sus casas de madera y barro con piso de tierra. Tampoco el agua potable, las carreteras asfaltadas ni los servicios básicos como salud y educación. 

El maíz, alimento sagrado para los indígenas mayas, sembrado y cosechado por ellos mismos, es el único alimento seguro que llega a sus mesas. Además, son el grupo étnico que más sufrió por las acciones militares ordenadas por el dictador Efraín Ríos Montt, y que tras una larga lucha lograron una condena de 80 años de prisión. Sin embargo, la sentencia fue revocada por la Corte Constitucional del país. 

Byron García, un antropólogo social que trabaja en el área desde hace una década y que realizó un peritaje social presentado en el juicio por genocidio, asegura que la gente vive como si el tiempo nunca hubiera pasado, en la misma pobreza que durante la guerra. La pobreza no es el único problema que afrontan las comunidades. 

Luego de la anulación de la condena, los jóvenes de la comunidad están empezando a dudar de que los hechos hayan sucedido en verdad. En toda el área ixil hay fosas comunes donde los soldados enterraron a los indígenas asesinados y de donde la Fundación de Antropología Forense de Guatemala sigue exhumando cadáveres que se van sumando a la lista de las víctimas pendientes de justicia. 

La comunidad indígena es la muestra de la división que existe en el país sobre si hubo o no genocidio. El juicio puso al descubierto heridas que no han cerrado en un país que fue y aún es violento, la reconciliación no fue prioridad y mucho menos el perdón y la justicia.