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“Tu esposa te ha ganado en el oficio”, le dice en tono irónico un chofer a Zenón Sefrino Alí, quien es dueño de un taller de cambio y reparación de llantas, donde su esposa Lourdes Mamani (29) sorprende a los clientes con su habilidad en el trabajo.
El taller de llantas, donde Zenón y Lourdes trabajan, está ubicado en la avenida Periférica, altura Cancha Maracaná de la ciudad de La Paz.
La risueña mujer contó a Erbol que el dinero que su esposo ganaba no alcanzaba para el sustento de los tres hijos que tienen y entonces se vio en la necesidad de aprender este oficio considerado generalmente sólo para varones.
“Yo mirando a mi esposo he aprendido, luego él me indicaba como tengo que cambiar las llantas de los autos. Los primeros días he sufrido, me daba miedo, pero después agarré la maña”, dijo.
Recordó que una vez un chofer se acercó a la puerta del taller y gritó “maestro auméntamelo aire a mi llanta”, entonces ella salió a atender el servicio requerido y el conductor quedó sorprendido.
“Pero igual levanté la manguera para aire (e) hice mi trabajo, el chofer me observó no más y me pagó con una sonrisa y moviendo la cabeza”, afirmó.
Zenón agregó que en algunas ocasiones los choferes se burlan. “Me dicen tu esposa ya te gana jefe, pero yo no me molesto”, aseguró.
“Este trabajo no siempre es de los hombres, por ahí yo falto alguna vez, qué podría ser de mis hijos y de ella, no hay de otra, mi esposa tiene que aprender no más este tipo de oficios”, remarcó.
Sin embargo, Lourdes expresó su miedo a que en algún momento un vehículo caiga encima de ella mientras realiza su trabajo de cambio de llantas.
“Este trabajo de llantera tiene sus riesgos, el auto te puede caer encima, eso da miedo, más si es uno grande”, afirmó. Otra mujer que se decida a esta actividad es Soledad Chura y ella también tiene el mismo temor.
Soledad también trabaja en el taller de su esposo y en el caso particular de ella, la necesidad y la curiosidad, se asociaron para que incursione en esta actividad. “Además queríamos evitar estar contratando un ayudante”, indicó.
Esta segunda pareja de esposos trabaja en un taller instalado en la avenida Buenos Aires, casi esquina Tacagua.
“Ya nos conocen los choferes, porque mi esposo ya está trabajando hace cinco años, yo un año estoy aquí, pero vienen a buscarnos a la hora que abrimos, pero a veces se presenta más trabajo en la noche”, resaltó Chura.
Lourdes y Soledad son dos ejemplos de mujeres que no se limitan ante un oficio considerado propio de los varones.
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