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Era soberbio. Una bestia de dos toneladas y media y 8 metros de longitud, casi tanto como un autobús, con una enorme cabeza y dientes afilados, que se desplazaba sobre dos patas hace unos 80 millones de años en el entorno costero pantanoso del antiguo continente de Laramidia, en la actualidad el oeste de América del Norte. Sus descubridores le han llamado algo pomposamente Lythoronax Argeste, cuya primera palabra significa algo así como «rey de la sangre» o «rey sanguinario» y la segunda hace referencia a un viento del sudoeste citado por el poeta Homero, por su procedencia geográfica. El apelativo no le viene nada mal. Creen que este temible tiranosaurio nunca visto antes, familia del famoso T.rex, era el carnívoro más grande de su ecosistema.
Los fósiles de esta nueva especie fueron desenterrados en un conocido y rico yacimiento del sur de Utah por un equipo de paleontólogos dirigidos por el Museo de Historia Natural y la Universidad de la misma ciudad. Entre los restos, partes del cráneo, el pubis, las patas y la cola del animal.
Ilustración de la cabeza del nuevo dinosaurio Lythoronax Argestes/Lukas Panzarin
El Lythoronax Argestes posee características únicas, como un corto y estrecho hocico, similar al de su pariente T.rex, que vivió entre 10 y 12 millones de años más tarde, un cráneo con una parte de atrás muy amplia y los ojos orientados hacia adelante, lo que le permitía tener visión binocular, muy útil para un depredador.
Laramidia, tierra de dinosaurios
Durante el Cretácico, América del Norte estaba dividida en dos por una vía marítima. El oeste formaba la isla continental de Laramidia, que se extendía desde México al sur de Alaska, una masa de tierra que fue anfitriona de una gran variedad de especies de dinosaurios únicos y sirvió como crisol en la evolución de especies emblemáticas como los dinosaurios cornudos o los pico de pato. El estudio también indica que los tiranosaurios probablemente evolucionaron en aislamiento en la esa isla continental. El Lythronax era miembro de un grupo de tiranosaurios de hocico relativamente corto que se limitaba a la parte sur de Laramidia (Utah, Nuevo México, Texas y México), al mismo tiempo que sus hermanos con hocicos largos vivían en el norte (Montana, Wyoming, Dakota del Norte y del Sur, y Canadá).
Estos patrones de distribución llevan a los investigadores a preguntarse qué pudo haber causado la división entre el norte y el sur de Laramidia, ya que una dinosaurio emprendedor podría haber caminado desde Alaska hasta México si le hubiera dado suficiente tiempo. En aquella época, hace entre 95 y 80 millones de años, el mar interior de América del Norte se encontraba en su punto más ancho, con incursiones en las tierras bajas, que habrían separado pequeñas áreas unas de otras, lo que favoreció que diferentes especies de dinosaurios evolucionaran aisladas, en diferentes partes de la masa de tierra.
Cuando la vida marítima se retiró gradualmente hace 80 millones de años, estas diferencias en las especies pudieron haber sido reforzadas por las variaciones climáticas, en las fuentes de alimentos (distintas presas y plantas) y otros factores. Esta hipótesis explica por qué los icónicos dinosaurios del Cretácico superior de la Norteamérica occidental son tan diferentes de los de la misma época en otros continentes.
(Tomado de ABC.es)
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