No importa cuánto seamos, pero somos una nación
Por: Arnold Guachalla
Un poncho colorido hace que lo reconozca a primera vista. En un instante me encuentro en los predios de la Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam), frente a la testera principal y a donde fui muy cordialmente invitado por mi anfitrión. El movimiento de gente es evidente. “Siéntese aquí hermano”, dice apartando unas sillas y tomando algunas hojas de coca entre sus dedos. Parece un poco cansado, y es lógico, pasó el día entre micrófonos y cámaras, pero eso no quita la simpatía y la sobriedad de sus respuestas. La timidez de mi entrevistado no es algo de lo que pueda preocuparme en esta ocasión, lo supe desde la primera pregunta.
¿Cuál es tú nombre?
Mi nombre es Humberto Guarayo. Tengo 23 años. Soy del Ayllu Pisili, de la nación indígena Yampara.
¿Cuéntanos sobre tu familia?
Somos una familia grande. Mi papá, mi mamá y hermanos. Mi papá siempre me decía que lo más importante era hacer ese servicio comunitario. Ellos como ex autoridades, tenían conocimiento; eso mismo hemos adquirido y bajo ese principio seguir. Justamente he estado inmerso en el proceso de reconstitución del pueblo Yampara. Hablo del año 2002-2003.
¿Háblanos sobre la nación Yampara y tu desarrollo dentro de ella?
La nación Yampara ha recuperado su organización ancestral. En aquel entonces era muy jovenzuelo. He visto el tema de reconstitución que han hecho nuestros padres. Mi padre era Curaca. Eso me dio la oportunidad de conocer las reuniones. Primero no entendía, pero ya después entendí lo que buscaban nuestros padres como autoridades. He participado en varios eventos nacionales y vi el movimiento indígena en toda su magnitud. Entonces dije que si estoy en esta vida, es para continuar la lucha de mi nación. Ya después, he estado participando poco a poco, ayudando a las autoridades de ese entonces, como un “técnico yanapiri”, como se denomina en nuestra estructura, dentro de mi comunidad, luego del ayllu, y finalmente de la nación en su conjunto. Posteriormente asumí el cargo de autoridad en los últimos años.
¿Cuál fue tu experiencia en el ámbito académico?
Yo he cursado la escuela en mi comunidad todo el grado básico. Luego tuve que recurrir hasta un centro poblado que es Tarabuco, y allá estuve cursando el nivel intermedio. La secundaria la hice en un colegio localizado en un pueblo llamado Puka-Puka. He aprendido mucho en mi escuela. Inicialmente no sabía el valor que se tenía, ni yo mismo entendía lo que quería. Me preguntaba ¿Para qué voy a la escuela o a la universidad? Pero en ese tránsito he comprendido que me estoy formando para apoyar a mi nación, para hacer servicio comunitario, para luchar más por esos procesos de reivindicación indígena. Casi toda mi vida lo dediqué a eso. Los últimos años fui a la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca.
¿Qué te impulsó a ingresar a la Universidad?
Ser un profesional. Nosotros como indígenas también podemos ser licenciados y estudiar. Esa fue una falencia de nuestros padres. Tenían mucho conocimiento y experiencia, pero faltaba el conocimiento técnico-académico. Recuerdo que mi papá me decía: “Hijo tienes que estudiar, porque nuestra nación necesita gente preparada”. Yo convencido de eso, ingresé a la Carrera de Turismo. El año pasado terminé la Carrera. Estudie Turismo por el tema cultural. Para hacer proyectos comunitarios. Pero mi sueño como tal, es ser abogado, y lo estoy haciendo. Actualmente estoy en la Carrera de Derecho, porque he visto la importancia del Derecho.
¿Por qué derecho?
A mi me interesa la cuestión de los derechos indígenas, he hecho cursos en diferentes espacios porque cada vez, la temática indígena es más importante, y necesitaba saberlo. Los últimos años he estado como Curaca de la nación Yampara del año 2011 al 2012, recién el mes de noviembre he dejado el cargo de rotación. Otras autoridades han asumido.
¿Cuál fue tu vivencia en la Universidad?
Yo decía hay dos academias; todo el trayecto de autoridad, lo he visto como una formación académica, como la Universidad de la vida. Porque cada vez vas aprendiendo, conociendo la identidad misma; relacionarse con el entorno, saber negociar. Ser autoridad exige muchas cosas, es un conocimiento tradicional. El conocimiento académico técnico que se da en la universidad se complementaba en el ejercicio, se complementan en la luchas de reivindicación. Ya discutía a nivel técnico, como autoridad de esa manera ya no requerir de otros asesores por detrás. Yo mismo tomaba decisiones técnicas, no sólo discursivamente sino en la práctica también. Eso ha sido lo más importante: la complementación. Aunque para mí ha sido algo complicado el llevar las dos cosas al mismo tiempo. Pero estoy satisfecho de haberlo hecho. Mi misión en esta vida es aportar a mi comunidad, eso justificará mi existencia. Si no lo hago, sino lucho por mi pueblo, Humberto Guarayo no existe, yo mismo estuviera frustrado.
En el ámbito universitario hay gente que pertenece a diferentes partes del país, algunas veces con ciertos prejuicios discriminadores ¿viviste esta realidad?
Para mí, era un mundo diferente la Universidad. Porque vengo de una comunidad indígena, ir a un centro más poblado era lo más grande en ese entonces, cuando transitaba la ciudad de Sucre. Veía dos mundos distintos, con distintas dinámicas, lo cual no era fácil para mí desenvolvimiento, porque las relaciones culturales son diferentes. Es diferente estar con gente de mi comunidad. No ha sido fácil insertarme en ese entorno universitario, porque yo tengo otros principios y otros valores. Lo importante es que he sabido conllevarlos. Por otra parte, si he sentido esa discriminación, ese desprecio. Decían: “este es provinciano”, pero soy fuerte pude aguantar. No puedo negar de donde soy ni alejarme de ese entorno. Entonces pensé en mostrar quien soy, y decidí entrar a la dirigencia universitaria, que es otro ambiente diferente al mundo indígena. He sido ejecutivo del centro de estudiantes de mi Carrera. Aprendí la dinámica del movimiento universitario. Son experiencias que me han permitido llevar mi identidad. Me conocían así, siempre con un distintivo. Lo malo en los últimos años era que esos distintivos me hacían presa de la estigmatización. Cualquiera que llevara algún distintivo indígena era catalogado como del MAS. Así me trataban de masista. La dirigencia universitaria ha sido importante para ver la otra dinámica y abrirme espacios para relacionarme. Si la academia está alejada de la realidad o del entorno, no sirve de nada. Entonces siempre tiene que haber esa relación entre la teórica y la práctica.
¿Cómo llegaste a ocupar un cargo tan importante dentro de tu nación?
Justamente he adquirido esa confianza de las bases, que han visto mi trayectoria, mi lucha y su consecuencia, por eso han confiado. Quizás los requisitos no me permitían para ejercer como autoridad. ¿Por qué digo eso? Nosotros tenemos un principio como nación indígena: para el ejercicio de la autoridad, se tiene que ser casado pero yo no era casado. Así que estaría infringiendo esa normativa propia que tenemos. Pero hay una excepción en el caso mío. Ellos han visto, en la coyuntura, que necesitaban alguien que tenga el conocimiento técnico. A veces a nuestros mayores, cuando se tienen este tipo de reivindicaciones, se los quieren charlar. De ese modo han visto y me han confiado como autoridad principal de la Nación Yampara. Para mí ha sido una buena experiencia. Decía que si no asumía no tendría sentido, y con mi conocimiento técnico estaba más obligado. Para ese entonces la nación Yampara era poco o nada conocido a nivel departamental en Chuquisaca, solo entre nosotros. A nivel nacional nada, pero yo dije: “es lo que hice en mi gestión, llevar a delante la nación; que seamos visibilizados”.
¿Cuéntanos un poco sobre la cultura de tu pueblo?
Somos una nación, no importa cuánto seamos de población, pero con una identidad propia, con una cosmovisión propia, con un territorio, con un sistema de gobernarnos. Es más, tenemos una historia que data antes de la colonia, somos antes del periodo incaico mismo. Entonces viendo todo ese historial, el proceso debía continuar; primero la lucha, lograr el reconocimiento de la nación Yampara ante el Estado. Vi que eso es lo principal, que debe partir de allí. De esa manera, he roto las esferas de nuestro entorno al presentar a la nación Yampara y nuestra existencia como pueblo. Tenemos una vestimenta que es colorida, que igualmente tiene su significado, más que todo la narración de la historia, de la vida cotidiana que se plasman en estos tejidos que tenemos. Son tejidos hechos por las mujeres artesanas. Todas las actividades económicas que tenemos son principalmente agrícolas, y la segunda es la artesanía. Diseñamos diferentes vestimentas. El tema de identidad es muy importante, para mí no ha sido una tarea fácil, porque a veces la formación académica en su conjunto te aleja de tu identidad. La Universidad es un mundo aparte. Tenía dos vías: o convivía con la cultura que tengo o sumarme a la vida urbana, dejando de mi identidad. Yo vi esas situaciones, si no compartes esas viviencias eres tomado como bicho raro y te alejas del grupo social universitario. Mi perspectiva es compartir, pero no dejar nuestra identidad. Esto no es fácil para mi generación. A veces la autoidentificacion y el llevar esta vestimenta conlleva cierto esfuerzo. A veces la globalización o el modernismo, chocan con uno y eso, pero dependerá del compromiso que se asuma
¿Cuál es el futuro del joven indígena en este Estado Plurinacional?
El Estado Plurinacional es un proceso histórico al que no se va a renunciar. Los pueblos no vamos a renunciar a ese nuevo proyecto de Estado. El actual gobierno no la ha podido llevar a cabo, porque no lo está entendiendo, pero las naciones indígenas vamos a consolidarlo. Somos Estado Plurinacional porque somos varias naciones, esa es la razón para que seamos plurinacional y no una nación sola. Pluricultural, ya que no somos sólo una cultura boliviana. Plurilingüe porque hay muchas lenguas e idiomas que hablamos, estos son ejes fundanmentales del Estado Plurinacional (…) los pueblos también tenemos nuestro propio sistema jurídico y un sistema de jurisdicción indígena. Los jóvenes tampoco estamos entendiendo, porque la formación así no los enmarca, nos aleja de la realidad. Con la formación académica universitaria dejamos nuestra realidad social y comunitaria, y nos convertirnos en un profesional que debe trabajar para ganarse unos pesos y sobrevivir. El Estado Plurinacional debe cambiar eso. Uno se forma mínimamente, para aportar a esa constitución del nuevo Estado. De qué nos va servir un Estado Plurinacional si la gente no está formada, si los jóvenes no van a ser capacitados para esa visión. Por eso el Presidente ha tenido que recurrir a otros que no entendían la cosmovisión indígena, porque no hemos tenido jóvenes indígenas preparados. El reto para los jóvenes indígenas y no indígenas es formarnos para este nuevo tiempo.