Opinion

SOBRE IZQUIERDISTAS Y DERECHISTAS
Serotonina
Ivan Arias Duran
Martes, 19 Julio, 2016 - 10:52

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Creo que estas reflexiones de Frei Betto, nos serán muy útiles para los que se dicen derechistas e izquierdistas, porque en sus extremos son iguales.  ¿Para las nuevas generaciones, quién es este distinguido señor? Carlos Alberto Libânio Christo, más conocido como Frei Betto, (Belo Horizonte, Minas Gerais, 25 de agosto de 1944) es un fraile dominico brasileño, teólogo de la liberación. En 1969 fue detenido otra vez, y pasó cuatro años en la cárcel debido a su oposición política al régimen militar. Aunque nunca empuñó un arma, fue colaborador de la organización guerrillera ALN (Acción Libertadora Nacional), y —junto a otros frailes dominicos— desarrolló un grupo de apoyo a los perseguidos políticos. Se convirtió hasta el día de hoy en amigo personal de Luís Inácio Lula da Silva y de Leonardo Boff. Entre 2003 y 2004 fue asesor especial del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y coordinador de Movilización Social del Programa Hambre Cero(Sitio web oficial: http://www.freibetto.org/)

Dados sus antecedentes, no se puede dudar de que es una persona comprometida y cuyos escritos, más allá de una u otra posición ideológica, deberíamos tomarlos en cuenta como referentes de vida. El año 2103 el portal Cubadebate, transcribe un escrito de Frei Betto publicado en el periódico Clarin de Buenos aires, titulado: cómo derechizar a un izquierdista. En el opúsculo, este profeta de la libertad, ataca a los que se ufanan de ser izquierdistas que no es lo mismo que ser de izquierda.
Establece con claridad que “ser izquierdista -patología diagnosticada por Lenin como ‘enfermedad infantil del comunismo’- es quedar enfrentado al poder burgués hasta llegar a formar parte del mismo. El izquierdista es un fundamentalista en su propia causa. Encarna todos los esquemas religiosos propios de los fundamentalistas de la fe. Se llena la boca con dogmas y venera a un líder. Si el líder estornuda, él aplaude; si llora, él se entristece; si cambia de opinión, él rápidamente analiza la coyuntura para tratar de demostrar que en la actual correlación de fuerzas”

Dice que “el izquierdista se acerca a los pobres, no porque le preocupe su situación sino con el único propósito de acarrear votos para sí o/y para su camarilla. Pasadas las elecciones, adiós que te vi y ¡hasta la contienda siguiente!”. A veces uno se admira de la mutación que tienen los pregoneros izquierdistas de la igualdad y el socialismo. Frei Betto ensaya una explicación: “como el izquierdista no tiene principios, sino intereses, nada hay más fácil que derechizarlo. Dele un buen empleo. Pero que no sea trabajo, eso que obliga al común de los mortales a ganar el pan con sangre, sudor y lágrimas. Tiene que ser uno de esos empleos donde pagan buen salario y otorgan más derechos que deberes exigen. Sobre todo si se trata del ámbito público. Aunque podría ser también en la iniciativa privada. Lo importante es que el izquierdista sienta que le corresponde un significativo aumento de su bolsa particular”.

Ese tufillo a burgués que emanan los izquierdistas, provoca rechazo porque en público hablan contra el imperio, pero en privado consumen todos lo mejor que ese “basurero” produce. “Así sucede, señala Betto, cuando es elegido o nombrado para una función pública o asume un cargo de jefe en una empresa particular. De inmediato baja la guardia. No hace autocrítica. Sencillamente el olor del dinero, combinado con la función del poder, produce la irresistible alquimia capaz de hacer torcer el brazo al más retórico de los revolucionarios. Buen salario, funciones de jefe, regalías, he ahí los ingredientes capaces de embriagar a un izquierdista en su itinerario rumbo a la derecha vergonzante, la que actúa como tal pero sin asumirla. Después el izquierdista cambia de amistades y de caprichos. Cambia el aguardiente por el vino importado, la cerveza por el güisqui escocés, el apartamento por el condominio cerrado, las rondas en el bar por las recepciones y las fiestas suntuosas”.

Antes era recuate; sencillo, te saludaba, amable, amigo. Hoy no te da ni la hora. “Si lo busca un compañero de los viejos tiempos, despista, no atiende, delega el caso en la secretaria, y con disimulo se queja del ‘molestón’. Ahora todos sus pasos se mueven, con quirúrgica precisión, por la senda hacia el poder. Le encanta alternar con gente importante: empresarios, riquillos, latifundistas. Se hace querer con regalos y obsequios. Su mayor desgracia sería volver a lo que era, desprovisto de halagos y carantoñas, ciudadano común en lucha por la sobrevivencia.

Así el cambio se vuelve retroceso y las utopías, avernos de codicia. Betto termina su reflexión así: “¡Adiós ideales, utopías, sueños! Viva el pragmatismo, la política de resultados, la connivencia, las triquiñuelas realizadas con mano experta (aunque sobre la marcha sucedan percances. En este caso el izquierdista cuenta con la rápida ayuda de sus pares: el silencio obsequioso, el hacer como que no sucedió nada, hoy por ti, mañana por mí…)

Ivan Arias Duran
Ciudadano de la Republica de Bolivia