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Este 21 de marzo se ha recordado un mes de la victoria del NO, una victoria cargada de valores, en la que se le dijo NO a la eternización en el poder. Fue una victoria ética a la forma de usar el poder. A un mes de esa rebelión ciudadana, la rosca palaciega no asume su derrota y continua en su estrategia de reelección olvidando su juramento de “mandar obedeciendo al pueblo”. La victoria del NO ha desnudado las debilidades, mezquindades y miopías de la rosca en el poder. El “zapatazo”, resume y visibiliza las miserias de los poderosos de hoy.
Qué está detrás de “zapatazo”? La denuncia nació con el objetivo de que se investigara y sancionara el tráfico de influencias que llevo a que una joven de menos de 29 años de edad se haya convertido en la principal ejecutiva de una empresa China que hace contratos con el gobierno nacional usufructuando la deuda externa boliviana. Los contratos ascendían a más de 580 millones de dólares, todos ellos entregados sin licitación internacional y solo a través de invitación directa.
Sin embargo, con el pasar de las semanas y meses el problema ha tomado ribetes que trascienden el ámbito político y se han posicionado en otro escenario: el de los valores. La victoria del NO fue una victoria de valores y, a un mes de la ese acto heroico, la ciudadanía no ha abandonado el tema de los valores. Sí, a estas alturas ya no importa el hombre político, sino la persona, el ser humano y sus circunstancias. Lo que la prensa y ciertos analistas llaman “la telenovela”, como si se de una historia de ciencia ficción se tratara, nos está planteando, en lo profundo, cuestionamientos que no debemos dejar pasar.
Y es que la supuesta “telenovela” no tiene guion ni actores inventados, para desgracia nuestra, son personajes de carne y hueso que involucran nada menos que al Primer Mandatario, sus amores y la lista de actores secundarios que siguen el libreto a pie juntillas. Los acontecimientos que se suceden, como si de una tragicomedia se tratara, nos están interpelando con preguntas que no podemos evitar: cuales son los límites del poder? El político, puede hacer en público una cosa (p.e. hablar de la honestidad) y en lo privado hacer otra cosa (ser ladrón).
La mal llamada “telenovela” ha puesto en duda si el “yo le meto no más” es y debe ser la práctica habitual en la gestión pública y privada. Es una oportunidad para que en Bolivia empecemos a discutir la política y la ética. Está muy posicionado en el ideario colectivo que el político es ladrón, que es mentiroso, que es traidor y que no queda otra que aceptarlo porque no hay nada que hacer: “así no mases la política”.
El “zapatazo” es la expresión de la degeneración del poder cuando éste se repite indefinidamente. Es una demostración que cuando se tiene todo el poder, la mentira busca y quiere suplantar a la verdad. Es una escenificación, en vivo y directo, de que de que el poder no te cambia sino que te rebela como realmente eres.
Hace 10 años Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS), proponían hacer una revolución en democracia, con una nueva moral, un modelo de desarrollo diferente al neoliberalismo y favorable a los sectores populares, erradicando la pobreza. Una revolución que eliminaría todo tipo de discriminación y exclusión, y que reconcilie al país. Esa propuesta Ese programa suscitó entusiasmo y expectativa en los bolivianos y bolivianas.
Sin embargo, con el pasar de los años, esas expectativas se convirtieron en frustraciones y no en realidades. Después de 10 años de gobierno, el oficialismo ya no tiene esa excitante aura de novedad que lo rodeaba al principio del llamado «proceso de cambio». Las transformaciones de estos años se han vuelto más retóricas que reales, más simbólicas que materiales y ha habido más errores que aciertos. De tanta promesa de ir para adelante, hace tiempo sólo vamos para atrás. Esta época de bonanza extraordinaria, nunca antes vista en la historia contemporánea de nuestra patria, en vez de servir para cumplir las promesas planteadas en función del bien común, se convirtió en la razón para que grupos elitarios y dominantes del MAS se obstinaran por controlar todos los poderes del Estado, convirtiendo al MAS en un partido «tradicional», es decir, vertical, demagógico, caudillista y angurriento del poder.
Así, la promesa se hizo mentira; la inclusión se convirtió en elitización y la mentada revolución en contrarevolución. Si bien en esta década se impulsó la inclusión social, esta quedó más en lo simbólico, por no lograr cohesionar una verdadera unidad de la patria que responda a un objetivo común como país y más bien se direccionó al “si no estás conmigo, te excluyo”.
El “cambio” ya ha sucedido y cambiar ha dejado de ser la pulsión dominante del partido de gobierno. El “cambio” se detuvo muy rápidamente, se anquilosó, se volvió pasado y desde entonces sólo busca reproducirse en el poder a como dé lugar. El “ahora nos toca” fue la consigna para asaltar las arcas del Estado y la corrupción se generalizó en todos los ámbitos. Un meme atribuido a Walter Chávez, ex asesor de Evo Morales, y hoy preso en Argentina por huir de la persecución del Gobierno del Mas, circulo por la redes sociales: “dos zapatos jodieron la revolución: la amarrada de zapatos y la Gabriela Zapata”.
Ivan Arias Duran
Ciudadano de la Republica Plurinacional de Bolivia
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