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Si el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia llevaría por nombre Juan Gutierrez y sería de tez blanca, pero en estos once años hubiese hecho lo que hizo hasta hoy Evo, igualito los sectores adversos al gobierno lo estarían criticando.
Si el Presidente Evo vestiría ternos caros y usaría perfumes franceses, pero promovería la nacionalización de los hidrocarburos, igualito los sectores adversos al gobierno le estarían serruchando el piso.
Si el presidente Evo tendría modales más aristócratas, pero como hoy promovería la igualdad de oportunidades y la justicia social, del mismo modo los conservadores lo estarían atacando desde todos los ángulos.
Entonces el problema no es Evo como tal. El problema no es el indígena que no habla en castellano perfecto. El problema no es el político que a veces se torna locuaz y se le va una que otra palabra cuando habla de las mujeres. El problema es lo que este indígena y rebelde líder político hace minuto a minuto con el poder que le dio el pueblo.
Dicho esto el problema no es la ropa ni los modales del Presidente, sino lo que el Presidente hace con el poder que le delegaron en varias elecciones dos tercios de bolivianos. En definitiva el problema no es el Evo como sujeto de la historia, sino lo que este sujeto histórico encarna y viabiliza en representación del más amplio movimiento social que conoció Bolivia.
Una vez más. El problema no es Evo, sino el modelo político, social y económico que él promueve desde el 22 de enero de 2006. Una mezcla audaz e inteligente de comunitarismo social con desarrollismo nacionalista, combinación que da a este proceso una dimensión de largo plazo.
El problema no es Evo sino el modelo político. En consecuencia quienes desde los partidos y los medios pretenden dar cátedra de política y economía atacando a Evo, pierden el tiempo. Con un gramo más de honestidad deberían hablar del modelo. Dedicarse a destriparlo y descomponerlo en sus partes y demostrar -si pueden- que fue un error haber nacionalizado los hidrocarburos, que fue un error convertir en política de Estado la defensa de los intereses nacionales, que fue una metida de pata frenar la injerencia norteamericana y relacionarse en igualdad de condiciones con todos los estados del mundo.
Si existe capacidad para demostrar que el modelo boliviano es malo y no resuelve los problemas del país, pues que lo digan. Cuando menos este ciudadano sigue esperando que algún opositor haga algo interesante al respecto. En definitiva el problema no es el sujeto, sino el verbo, como todo lo que trasciende en la historia
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