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Jesica Isabel, Rolando Baltazar, Bertha Benjamina y Daniel Miranda, cuatro personas con capacidades diferentes fueron entrevistadas por ERBOL y le pidieron al presidente Evo morales que reflexione y que considere la posibilidad de pagar el bono mensual de 500 bolivianos, demanda por la marcharon desde diferentes regiones del país hasta la Sede de Gobierno.
Jesica, de 26 años, quien tiene dificultades al hablar, asegura que terminó de estudiar en el colegio y obtuvo excelentes calificaciones, pero que hasta la fecha no le permiten ingresar a ninguna universidad para que pueda obtener estudios en un grado superior.
“Vengo de Santa Cruz y me dedico actualmente a cuidar a mis hermanos, vine por dos cosas a la marcha, por mi renta y por mis estudios. Le pediría al Presidente que se ponga la mano al corazón, no podemos ni trabajar, no tenemos ni para comer, hay algunos que no tienen manos ni piernas, no se mueven, cómo van a trabajar”, lamentó.
Asimismo, cuestionó que el acuerdo firmado por Roberto Nacho y sus seguidores con el Gobierno, no es válido porque fue firmado “por cuatro o cinco pelagatos” que no son reconocidos como sus representantes.
Por otro lado, Rolando Baltazar, de 40 años y vecino de la ciudad de El Alto, contó que a sus dos años sufrió de una enfermedad por la que luego tuvieron que amputarle la pierna derecha.
“Ha sido un cambio total, ya no soy el mismo de antes. Sólo queremos que respeten nuestro pedido (…) Tengo que renovar mi prótesis cada dos años y eso cuesta de 3 mil dólares a 5 mil dólares. Llevar una prótesis es difícil porque se siente el frío y en el calor, la prótesis se deforma. A veces el dolor es tan fuerte que no se puede dormir”, contó.
También señaló que no recibió ningún apoyo por parte del Gobierno, por lo que tuvo que abrir un pequeño taller de tejido con sus propios recursos. Tampoco puede buscar trabajo, porque tiene 40 años y los empleadores buscan obreros de 18 a 35 años.
Bertha Benjamina, admite que tiene un leve retraso mental y que esta limitación afectó a su hijo de 24 años, quien sufre de la misma discapacidad, pero en un grado mayor.
“Yo soy las manos de mi hijo, su boca, su pensamiento, si no fuera por mí o su papá, qué sería de mi hijo. Todos los días sufrimos, cargamos esta cruz. Quisiera que el Presidente entienda, que se ponga la mano al pecho, que piense que a veces no tenemos ni para comer, ojalá reflexione”, lamentó en medio del llanto.
Bertha trabaja de voceadora, mientras que su esposo es chofer asalariado. Además de atender a su hijo con discapacidad, la pareja debe pagar los estudios de sus otros dos hijos.
“A mi hijo, tengo que hacerle sentar en la silla para que coma, tengo que llevarle al baño, tiene también osteoporosis, sus huesitos se están acabando. Le diría al señor Presidente que mire al cielo y que medite por las personas con discapacidad, que venga a vernos, que vea cuántos niños tiene su cuerpo doblado en dos”, expresó.
Por su parte, Daniel Miranda, quien llegó desde Cochabamba a La Paz, contó que no puede mover el brazo ni la pierna izquierda. Hace 10 años, su cuñado fue asaltado y cuando trató de defenderlo los delincuentes lo apuñalaron cinco veces en la pierna y le dispararon tres veces en el brazo.
“Yo soy un artista, antes era jardinero, escribo nombres con plantas. Ahora ya no puedo, hago crecer algunas plantitas en macetas y eso trato de vender. En la marcha, hemos sufrido mucho y cuando hemos llegado a La Paz y hemos visto todo enrejado nos dio bronca (…) Le pediría al señor Presidente que reflexione, que piense en nosotros, hay gente que no puede trabajar, que no puede moverse. Hay días que no tenemos ni para comer, ojalá que nos atienda porque él tiene viajes gratis y este es el único país discriminador con nosotros”, señaló.
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