Social
En la cultura Tiwanaku
Cerámica de Pariti evidencia contacto de Andes y Amazonía
Una cerámica que muestra la cabeza una persona prehispánica con patillas y la tembetá en el labio superior / Jedú Sagárnaga


Sábado, 9 Abril, 2016 - 18:16

Por Edwin Conde Villarreal

Cronista del Siglo XXI

Los ceramios tiwanacotas de la colección de la isla Pariti del lago Titicaca son clara evidencia del contacto –directo o indirecto– que existió entre los habitantes de Tierras Bajas y Tierras Altas en esta cultura, puesto que se identificó un huaco-retrato, objeto con la representación antropomorfa de la cabeza de un individuo que tiene atributos anatómicos diferentes a los andinos, además del corte de pelo, pintura facial y collar de semillas, similares a los que todavía actualmente usan miembros de algunos grupos, principalmente de la Amazonía.

La revelación fue hecha por el arqueólogo boliviano Jedú Sagárnaga en su charla magistral denominada “Conexiones entre Tiwanaku y la región al Este de Los Andes: Una mirada desde Pariti”, expuesta esta semana en La Paz. “Hay representaciones de animales que ni ahora ni entonces habitaron en el altiplano. Me refiero a jaguares, felinos, primates, serpientes como la cascabel, insectos, además de otros”, aseveró el experto.

Cerámica con la representación zoomorfa de la cabeza de un mono de las Tierras Bajas / J. Sagárnaga

Sagárnaga codirigió de las excavaciones arqueológicas en Pariti con un equipo boliviano-finlandés hace una década, y reconstruyó centenares de piezas de cerámica tiwanacota, provenientes de miles de fragmentos descubiertos en el lugar. La isla con menos de cuatro kilómetros cuadrados de superficie, se encuentra en el lago menor o Huiñaymarca (Pueblo Eterno), distante a unos 23 kilómetros del centro ceremonial de Tiwanaku.    

El investigador, que también publica la revista arqueológica Chachapuma, planteó que los habitantes tiwanacotas, estaban divididos probablemente en dos grupos, los de Tierras Altas y Bajas, que convivían en un mismo espacio, pero reconoce que, aún se desconoce, “si esa convivencia era total, o estaban separados en dos barrios, y si las relaciones fueron armónicas”. 

“En todo caso, pensamos que un grupo estaba caracterizado por el pelo largo suelto hacia la espalda, largas patillas y la tembetá –el accesorio o adorno era usado para diferenciarse–  en el labio superior; mientras que el otro grupo tenía el pelo corto, según el corte “tutuma”, no tenía patillas y llevaba la tembetá en el labio inferior”, añadió.

El huaco-retrato con la representación antropomorfa de la cabeza de un habitante que probablemente perteneció a uno de los grupos selváticos –mostrado por Sagárnaga– tiene pintura facial de color rojo, una nariz corta pero ancha, luce un collar de semillas y sus signos anatómicos notoriamente son diferentes a los hombres andinos, que también fueron representados en otros objetos cerámicos encontrados en la isla Pariti.

Un huaco-retrato con la representación de la cabeza un individuo posiblemente de la región amazónica / J. Sagárnaga

La cabeza de un habitante actual de un grupo de la Amazonía con pintura facial similar al de la cerámica de Pariti. / J. Sagárnaga

Buscaban productos

El arqueólogo remarcó que está tratando de establecer que la penetración que Tiwanaku en Tierras Bajas se desarrolló en procura de conseguir diferentes productos que no los tenía en su propio entorno. Básicamente frutas, madera y otros elementos que se usaban para la fabricación de adornos, como las plumas, por ejemplo, inclusive la hoja de coca, una planta que crece en la selva o al menos en la Ceja de Selva. 

“Otros elementos tenían más bien un valor lúdico o eran apetecidos por el exotismo que es propio del ser humano. Me refiero, por ejemplo, al transporte de animales como el mono o los papagayos que posiblemente fungieron como mascotas de los señores importantes tiwanacotas, ya que incluso se encontraron restos de la osamenta de monos en las excavaciones realizadas en Tiwanaku”, aseveró.

Respecto a la idea de que Tiwanaku fue una formación social multiétnica, Sagárnaga detalló que la propuesta es antigua, ya que existen reseñas como del cronista Montesinos que se refirió a ello. 

“El propio finlandés Martti Pärsinen, con quien trabajamos en Pariti, piensa que Tiwanaku fue una cultura multiétnica. Se basa, justamente, en las diferencias de tipos humanos que reflejan la cerámica, pero hay que subrayar que no solo en la isla se  tienen ceramios sintomáticos, sino en la propia ciudad de Tiwanaku donde se han hecho importantes descubrimientos”, acotó.

Ofrenda a los dioses

Sagárnaga sostiene la hipótesis de que la clase dirigente de Tiwanaku vio con preocupación que su modelo, hasta entonces exitoso, estaba a punto de terminar. Al parecer se dio una prolongada sequía, habían grupos subversivos hasta entonces sometidos pero ya inconformes con el régimen tiwanacota, un poderoso Estado competitivo Wari, y hasta posiblemente, se produjeron disputas al interior de la clase dirigente. 

“Todo ello hacía tambalear al Estado de Tiwanaku –los cuadros cronológicos fechan su desaparición aproximadamente el 1100 de Nuestra Era– y podríamos suponer que la desgracia en la que estaban cayendo la atribuían a los dioses que, según ellos, estaban molestos por algo que habían hecho los seres humanos. Era imperativa la reconciliación con ellos y por tanto debían hacerles ofrendas. Eso ha sucedido antes en muchas partes del planeta”, argumentó 

Dijo que son conocidos, por ejemplo, los sacrificios humanos. Estos sacrificios parece que también se cumplieron en Tiwanaku, o al menos eso sugiere los restos de esqueletos encontrados en la pirámide de Akapana.

A la isla posiblemente acudían nobles de distintos puntos del área nuclear –informó el arqueólogo– llevando hermosos objetos cerámicos que eran “sacrificados” en una ceremonia en la que eran quebrados y luego enterrados. “Los rituales se acompañaban con grandes comilonas y borracheras. Todos los ceramios excavados estaban mezclados con huesos de camélidos, que debieron ser la parte fundamental de esos festines”, sustentó.

Contaminación ambiental

Por otra parte, en relación a la contaminación ambiental que se registra en gran parte del lago menor del Titicaca por los miles de litros de aguas residuales que provienen de El Alto, Laja y Viacha, el arqueólogo boliviano, lamentó que en toda la bahía de Cohana y las poblaciones aledañas entre ellas la isla Pariti, se pone en riesgo algo más importante que las piezas: el propio ser humano.

“No me explico cómo se tiene tanto dinero para canchas de fútbol, aviones, helicópteros, y otros, y no se puede solucionar un problema que afecta a cientos de familias que viven de la pesca y la agricultura. Ni regar sus campos pueden ya con el agua del lago, y sus animales se enferman cuando beben el agua contaminada del sector”, enfatizó.

Destacó que la actividad turística del lugar disminuyó notoriamente, lo que afecta al Museo Regional de Pariti donde escasean los visitantes y al perder el interés los habitantes de la isla de mantener el repositorio, se pone en riesgo la importante colección arqueológica depositada en el lugar desde el 2005.