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El expresidente y actual candidato presidencial, Carlos Mesa, aseguró este domingo que como portavoz internacional de la demanda marítima asume a plenitud la parte de responsabilidad que le toca en fallo adverso para Bolivia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que fue emitido el 1 de octubre de 2018.
“(…) asumo a plenitud la parte de responsabilidad que me toca ante este fallo como portavoz internacional de la demanda. Para quienes trabajamos denodadamente en la demanda, no cupo sino asumir con claridad la cuota de responsabilidad que a cada uno le toca en la dimensión exacta de lo que tenía encomendado”, afirmó Mesa en un artículo publicado en sus redes sociales.
En ese marco, Mesa aseguró que el “fallo del 1 de octubre de 2018 emitido por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), ha sido uno de los momentos más difíciles de la historia del mar boliviana, cuyas consecuencias están todavía por dilucidarse”. El expresidente dice que “ciertamente no fue el fallo que esperábamos” porque su contenido es completamente adverso a Bolivia, a pesar de un párrafo breve en sus consideraciones finales que no niega el espacio para un diálogo bilateral.
Asimismo, Mesa reconoció que Corte Internacional de Justicia fue categórica en su conclusión final cuando dijo que: ‘La República de Chile no ha contraído la obligación de negociar un acceso soberano al mar con el Estado Plurinacional de Bolivia’. En ese contexto, considera que “para un Estado serio que respeta a la comunidad internacional a sus instituciones y así mismo, no cabía otra cosa que aceptar el fallo de la CIJ, no sólo por las razones citadas, sino porque le pedimos a Chile que se sometiera al fallo en caso de serle desfavorable”.
En criterio de Mesa, para estar en contexto en torno a lo que representó el fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre la Demanda de Bolivia contra la república de Chile, es imprescindible contrastarlo con el primer fallo de esa Corte ante la Demanda Preliminar de Incompetencia que presentó Santiago y que fue rechazada en todos sus términos. Dice que ese elemento fue la precisión en torno a cuál es el objeto de la controversia, que es el que se dilucidó en el tratamiento del fondo de la Demanda.
El exmandatario dice que “es evidente que cuando una nación somete un diferendo a la decisión de una Corte, existe la posibilidad de que el fallo sea favorable o contrario”. Señaló que “haciendo, además, una lectura de fallos anteriores de la CIJ, se supuso que era posible pensar en un fallo ‘intermedio’ o ‘salomónico’ como una posibilidad alternativa a una decisión por una aceptación total o rechazo de los pedidos del demandante. Sin embargo, el razonamiento apoyado en los elementos jurídicos intrínsecos que están en juego, nos hizo pensar qué podíamos esperar del fallo”, agregó.
En ese contexto, Mesa realizó una explicación de tres premisas donde hace referencia la solidez jurídica de su base argumental de Bolivia, la apertura del alegato, la sucesión de hechos en la historia que exigía el cumplimiento de promesas reiteradas por parte de Chile, los pilares de la estrategia chilena que explican el despojo que hizo Chile del Litoral boliviano, la fuerza del derecho internacional y sus imperativos, los compromisos de Chile y su trascendencia, los elementos jurídicos complementarios, el rol crucial del multilateralismo en este caso y el contenido de los alegatos finales expuestos ante la Corte.
Mesa destacó la solides de los argumentos jurídicos expuestos por el país ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, por lo que considera que “yerran quienes atribuyen este revés a la falta de argumentos y de consistencia por parte de Bolivia”. En ese marco, Mesa considera que “la CIJ vio más allá de nuestra mediterraneidad, asumió que entre la justicia y la seguridad jurídica internacional primaba un sentido de ‘responsabilidad global’ que defendiera un orden que, aún como está, es frágil en un momento de la historia en el que el escenario mundial está condicionado por figuras que reverdecen la lógica del poder total y bloques que enfrentan los desafíos cada vez más crecientes de las naciones emergentes”.
Finalmente Mesa manifestó que “para Bolivia, que proclama en la Constitución que ‘es un Estado pacifista, que promueve la cultura de la paz, así como la cooperación entre los pueblos’, no cabía otra acción que la formulación de una nueva era con nuevas personas en las relaciones bilaterales con Chile que promuevan el diálogo, la confianza y el desarrollo de una agenda amplia que resuelva varios asuntos pendientes, y que construya puentes de integración y beneficio mutuo”.
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