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Los responsables de la Agencia de Seguridad Francesa han extraído ya los datos de la caja negra del Airbus que ayer se estrelló en los Alpes con 150 personas a bordo. "Tenemos el sonido y las voces de todo el vuelo, hasta el impacto", ha señalado esta tarde Rémi Jouty, director de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA, en sus siglas en francés) que, sin embargo, no ha querido dar detalles del momento en el que la caja dejó de grabar las voces de los pilotos.
"No puedo comentar si los pilotos estaban conscientes", ha dicho. "Hay voces pero no puedo añadir nada. No sabemos quién habla, necesitamos tiempo para aclarar estos detalles, no es tan fácil", ha afirmado. El portavoz de la investigación tampoco ha querido responder sobre ningún tipo de hipótesis pero sí ha afirmado que la presencia de fragmentos tan pequeños "no son característicos de una explosión en vuelo". También ha descartado, de forma prácticamente absoluta, que la meteorología fuera la causante del accidente. "Ninguna información nos hace pensar que fuera un factor clave", ha indicado Rémi Jouty que también ha desvelado: "No parece que haya habido una parada de motor".
"No puedo precisar ni confirmar nada. No tenemos un escenario de datos sobre una caída de presión", ha contestado a la pregunta sobre esta última posible hipótesis como causa del accidente.
Minutos antes, el presidente francés, François Hollande, ha anunciado que ha sido hallada la carcasa de la segunda caja negra del avión Airbus A320 que se estrelló en los Alpes, pero no su contenido, que se sigue buscado. En una intervención junto a los jefes de Gobierno de España, Mariano Rajoy, y Alemania, Angela Merkel, Hollande prometió que "todo se conocerá y se hará toda la luz sobre las circunstancias del accidente", en el que han perecido las 150 personas que viajaban en el vuelo entre Barcelona y Düsseldorf.
La investigación de la catástrofe aérea ocurrida el martes en los Alpes franceses se centra un día en conocer por qué el piloto y el copiloto del Airbus A 320 de la filial de Lufthansa no respondieron a ninguna de las llamadas de los controladores durante los 10 minutos en los que el avión estuvo descendiendo hasta chocar en el macizo de Trois Evêches. Es “lo más extraño” e “inquietante”, según coinciden en asegurar los diferentes expertos, que califican de “muy extraño” el accidente.
Pocos minutos después de despegar de Barcelona a las 9.55, los pilotos habían comunicado al centro regional de Aix-en-Provence su inmediata entrada en el espacio aéreo francés. El avión volaba, como estaba previsto, a 11.582 metros de altitud. Eran las 10.30 y los controladores solicitaron a los pilotos que se mantuvieran a esa altitud. Respondieron afirmativamente, según ha declarado la ministra de Medio Ambiente, Ségolène Royal, a la cadena RMC. A las 10 horas y 31 minutos, inició un extraño descenso a un ritmo de entre 900 y 1.200 metros por minuto.
Inmediatamente, los controladores de Aix-en-Provence empezaron a llamar al Airbus 320. No recibían ninguna respuesta. Por eso, comunicaron una alerta al centro nacional de control. Un caza Mirage 2000 despegó de la base de Orange para salir al encuentro del avión. Eran las 10.40. Un minuto después, y sin que los pilotos respondieran a ninguna llamada, el avión se estrelló a unos 800 kilómetros por hora. El transpondedor del aparato —que envía automáticamente señales de su localización— envió su última señal a las 10.41, según los datos recogidos en el radar de control aéreo.
“Todas las hipótesis están abiertas”, insistieron este miércoles el primer ministro, Manuel Valls, y el titular de Interior, Bernarde Cazeneuve. La única descartada, añadió Valls, es que no hubo ninguna explosión a bordo antes del impacto en el suelo. Lo demuestra el hecho de que todos los restos del avión están muy concentrados. Dos testigos, además, vieron el avión segundos antes del impacto y no observaron ni humo ni llamas en el aparato. Por todo ello, el Gobierno insiste en que la investigación no se centra en la opción de un atentado terrorista.
Pilotos, controladores y expertos coinciden en manejar la hipótesis de una despresurización. Ante problemas de ese tipo, los pilotos deben descender con rapidez a una altitud de 3.000 metros para poder respirar. Si no lo logran en poco tiempo, pueden quedar inconscientes. Eso explicaría, en teoría, que no hubiera respuesta alguna desde el Airbus. A lo que ya no se aventuran es a comentar cuál pudo ser el origen de esa supuesta despresurización.
Los dos pilotos tenían una larga experiencia. Durante los diez minutos de descenso, los controladores comprobaron que el avión no modificaba su trayectoria ni su rumbo en ningún momento. ¿Era ya imposible para los pilotos hacerlo? Los expertos sostienen que, al menos la primera parte del descenso, tuvo que ser deliberada. En caso contrario, el avión hubiera seguido su trayectoria en piloto automático si los pilotos eran incapaces de manejarlo por haber perdido la consciencia o por cualquier otro motivo.
La caja negra recuperada, denominada Voice Recorder, graba las conversaciones en la cabina. Si no las hubo, habrán quedado registrados en todo caso los ruidos. Se podrá comprobar, por ejemplo, el sonido de los motores y el ritmo al que trabajaban en ese momento. O las alarmas que seguramente saltaron. Por ejemplo, la que advierte de la proximidad al suelo. Esta caja negra está deteriorada, pero la ministra Royal aseguró que el Gobierno tiene medios suficientes para desvelar su contenido.
La segunda caja, que los equipos de rescate confían en recuperar en breve, es la denominada Flight Data Recorder. Recoge datos técnicos como la velocidad, rumbo, altitud, comportamiento de los motores y nivel de presurización.
El análisis del accidente está centralizado en el BEA, la oficina francesa de investigación de accidentes aéreos. La caja negra fue trasladada esta mañana desde la zona del siniestro a Le Bourget, cerca de París, donde será analizada. "La investigación será larga", advierte el primer ministro, Manuel Valls. En ella participarán expertos de todos los países afectados: los de las víctimas, el de la compañía, el del constructor y el del país donde se produce el accidente.
El secretario de Estado de Transportes, Alain Vidalies, se comprometió a una "total transparencia" sobre los datos que se vayan conociendo. "Los familiares de las víctimas tienen derecho a conocer toda la verdad". (EL PAÍS)
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