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El jefe de Estado y secretario general del Partido Comunista de China, Xi Jinping, no solo es el líder más poderoso del país en décadas: también va a ser el más duradero en mucho tiempo. El Comité Central del Partido ha presentado hoy una propuesta -que, naturalmente, será aprobada- para eliminar el límite de dos mandatos de cinco años que impone la Constitución al presidente y al vicepresidente del país y permitir que Xi se perpetúe en el poder.
El Comité Central ha propuesto eliminar la frase, referida al jefe de Estado y su número dos, que estipula que “permanecerá en el puesto no más de dos mandatos consecutivos” de la Constitución, ha anunciado la agencia estatal Xinhua. Además, el Comité Central ha propuesto inscribir la ideología de Xi Jinping -con el nombre oficial de “Pensamiento de Xi Jinping sobre Socialismo con Características Chinas para una Nueva Era” en la Carta Magna china, un honor que solo se había concedido en vida al fundador de la República Popular, Mao Zedong.
Si se elimina una cláusula, se le añadirá también otra, que subrayará la importancia del liderazgo del Partido: según Xinhua, la nueva enmienda precisará que este liderazgo “es el rasgo que define el socialismo con características chinas”.
Según el sistema actual, Xi Jinping, que fue nombrado presidente del país en marzo de 2013, tendría que abandonar el cargo en 2023. La eliminación de la cláusula le permitirá continuar en el puesto de jefe de Estado sin limitaciones.
Aunque el cargo que verdaderamente importa en una China donde el Partido Comunista está por encima de las estructuras del Estado es el de secretario general del PCCh. El reglamento de la formación no impone formalmente límites temporales a Xi, pero sí existía -también hasta ahora- la costumbre tácita de que los altos cargos se retiraran al cumplir los 68 años. Pero ya en otoño del año pasado, los dirigentes del partido habían indicado que esa convención no era más que eso, una convención, y podía desecharse tranquilamente.
El anuncio de este domingo confirma lo que ya se daba por seguro en Pekín desde hace meses, desde que en el XIX Congreso del Partido, contra la costumbre, no nombró un sucesor : que el actual líder, que acumula ya más poder que cualquiera de sus predecesores desde los tiempos de Mao, pretendía continuar en el cargo mucho más allá de lo que le permitía el sistema, y acabar con el régimen de gestión consensuada entre los siete miembros del Comité Permanente, el órgano de poder más alto del Partido. Este sistema se había aprobado tras el fallecimiento de Mao para evitar, precisamente, la acumulación de poder en un solo individuo y que pudieran repetirse los excesos en que incurrió el maoísmo durante etapas como el Gran Salto Adelante (1958-1962) o la Revolución Cultural (1966-1976), en las que murieron millones de personas.
La propuesta se da a conocer también un día antes de que comience, según había publicado Xinhua este fin de semana, el Tercer Pleno del Comité Central, en el que se espera que se anuncien importantes nombramientos entre los altos cargos de Gobierno. Es una reunión de tres días de los máximos jefes del Partido Comunista que esta vez se va a celebrar con meses de antelación: de haber continuado con la tradición de las tres últimas décadas, se hubiera celebrado el próximo otoño. El Pleno llega apenas una semana antes de que celebre su sesión anual la Asamblea Nacional Popular (ANP), el Legislativo chino. Precisamente, la ANP será la encargada de votar y aprobar formalmente las propuestas del Comité Central para reformar la Constitución y eliminar las restricciones temporales al mandato de Xi. De Xi y su vicepresidente.
Una de las hipótesis que los analistas han conjeturado a raíz del anuncio es la posibilidad de que Xi nombre vicepresidente a su hombre de confianza, Wang Qishan, que hasta octubre estuvo al cargo de la vasta campaña contra la corrupción dentro del Partido Comunista y que ha cesado o detenido a cientos de miles de funcionarios. Aunque Wang es mayor de 68 años, si se abandonan las normas, tácitas o escritas, sobre jubilación de los altos cargos, es posible que Xi quiera contar como “número dos” a un hombre que se ha demostrado a lo largo de su carrera como un hábil solventador de problemas, sean políticos o económicos.
Desde su llegada al poder, hace cinco años, el presidente chino ha acumulado un enorme poder. Además de estar al frente del Partido, del Estado y de la Comisión Militar Central - los tres grandes pilares del sistema-, encabeza numerosas comisiones que supervisan el funcionamiento de las diferentes estructuras del país.
Su mandato se ha caracterizado, en el exterior, por una presencia cada vez más destacada de China en el escenario internacional: Xi se ha presentado como defensor de la globalización económica y la lucha contra el cambio climático y ha ofrecido a su país como alternativa ante las tendencias aislacionistas de Estados Unidos durante la era de Donald Trump.
En el terreno interno, la era de Xi ha intensificado fuertemente los controles sobre la sociedad civil. Los medios de comunicación han recibido estrictas órdenes de respetar la línea del Partido; las redes sociales están supervisadas y se han lanzado duras campañas contra aquellos que se perciben como una amenaza contra el régimen, desde los defensores de los derechos de las minorías a abogados defensores de los derechos humanos.
Fuente: El País
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