China dicta una "orden de silencio" en las universidades

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Si bien China fortalece su economía abriéndose a capitales extranjeros, aún las reformas políticas liberales están engavetadas, y más allá de que el flamante presidente Xi Jinping prometiera una revisión al modelo, predominan las presiones para mantener el statu quo. 

La censura de "siete sin comentarios", como se les ha denominado, incluye discusiones sobre los valores universales, la libertad de prensa, la sociedad civil, los derechos civiles, los errores históricos del Partido Comunista Chino (PCCh), las élites de camaradas, y la independencia judicial.

Las denuncias del caso fueron corriendo con fuerza por la red social Weibo (el Twitter chino) y confirmadas luego por el diario South China Morning Post, que se hizo eco de las críticas de académicos de algunas de las más de 120 universidades de esta nación.

El tabú en China frente a temas como los derechos civiles se convirtió con los años en enemigo de quienes desean que el control ideológico y político se mantenga por temor a que la democracia se consolide. 

Los "siete sin comentarios" son similares a los temas en Weibo y en todos los medios de comunicación de esta nación, donde los estrictos filtros cierran espacios para disentir. 

"El PCCh tiene miedo a perder el control político... es por este motivo que es reticente y no quiere crear canales para que la gente acceda a todas las fuentes de información y hacer más transparente cualquier tipo de proceso, ya sea político o administrativo", advierte en un ensayo Marc Selgas Cors, doctor en estudios interculturales en la Universidad Autónoma de Barcelona, España. 

El control rojo del poder

Se desconoce qué dependencia del Estado ordenó la nueva censura, aunque no dudan que el presidente Xi esté al tanto.

El endurecimiento del control ideológico a través de una "orden de silencio" para los profesores se produce en medio de la renovada controversia por los comentarios acerca de Mao Zedong supuestamente hechos por Xi Jinping, en una reunión del partido, y que fueron recogidas por un diario estatal, según el South China.

El máximo jerarca de los comunistas teme que los valores enraizados en el pensamiento del fundador de la República Popular pierdan vigencia y se descarrilen las líneas que sustentan el control del Estado. 

Primer dirigente nacido tras la fundación de la República Popular por Mao en 1949, Xi es hijo de un héroe de la revolución, y por ello considerado un "príncipe rojo", una élite que selló en marzo el quinto relevo generacional del gigante asiático.

Este nuevo afianzamiento de la censura en las universidades rompería por completo las esperanzas de que Xi y su acolitado tomaran distancia de las visiones maoístas que tanto frenan las reformas políticas.

"Desde que llegó al poder hemos notado la tendencia de Xi para suscribirse a lo que él llama una 'mentalidad de la Revolución Cultural y la mentalidad de la antigua Unión Soviética'", explicaba Qiao Mu, director del Centro de Estudios Internacionales de Comunicación en Beijing Foreign Studies University, citaba la filian china de Deutsche Welle.

"En verdad Xi es muy de izquierdas, y lo revela en sus comentarios acerca de Mao", acotaba el académico Qiao.

Uno de los problemas que detectan los analistas es que en China no se habla de llevar la democracia Occidental, sino de una reforma al sistema político que impulse una mayor supervisión del Gobierno por parte del ciudadano, pero el Partido (dígase el Estado), tiene como prioridad mantenerse en el poder a come dé lugar. (EL UNIVERSAL)

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