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Misiles “bonitos, nuevos e inteligentes”. Donald Trump juega a la guerra como si vendiera un coche. En uno de los más insólitos tuits de su vertiginoso mandato, el presidente de Estados Unidos anunció al mundo que se van a iniciar las hostilidades contra el régimen sirio y que será por medio de misiles. Pulverizado cualquier atisbo de sorpresa militar, el mandatario se permitió bravuconear con Rusia, el gran padrino del “animal” Bachar el Asad, al pedirle que se “preparase” ante el despliegue bélico estadounidense. “Rusia promete derribar todos y cada uno de los misiles contra Siria. Prepárate, porque lo que vendrán serán [misiles] bonitos, nuevos e inteligentes. ¡No deberíais ser socios de un animal que mata con gas a su gente y lo disfruta!”, bramó.
Decenas de muertos. Cientos de heridos. Niños supuestamente fulminados por el gas sarín. Misiles de crucero apuntando a Siria. El aguafuerte de la guerra y… Trump tuiteando. En un tono más propio de un partido de béisbol que de una gravísima decisión militar, el presidente puso fin a la cuenta atrás que él mismo había iniciado el lunes pasado cuando anunció que en 24-48 horas iba a tomar una decisión sobre el supuesto ataque químico del régimen sirio a Duma, un enclave rebelde en la periferia de Damasco.
Finalizada la reflexión, Trump, en contradicción con la discreción que él tanto exigió a Barack Obama, hizo público su plan: una ofensiva con misiles. Sus palabras surgieron como respuesta directa al embajador ruso en Líbano, Alexander Zasypkin, quien el martes afirmó que todo artefacto lanzado sobre Siria sería derribado por Rusia. Una bravuconada a la que el presidente de EEUU no pudo resistirse y que desencadenó un tuit que fue rápidamente contestado por el Ministerio de Exteriores ruso. “Si tan inteligentes son los misiles estadounidenses, deberían dirigirse a terroristas y no a objetivos gubernamentales”, señaló Moscú.
Fue un tira y afloja verbal muy alejado de la gravedad de la ofensiva que se avecina. Siria vive inmersa desde hace siete años en una terrible guerra civil. Más de 320.000 muertos y 10 millones de desplazados dan fe del horror. Las matanzas del régimen de El Asad son sistemáticas y los grandes poderes internacionales no han logrado imponer la paz. En una tierra antigua, cuna de civilizaciones que asombraron al mundo, lo que fueron operativos de limpieza contra el ISIS y otros grupos terroristas han dado paso a un gigantesco pulso de poder. Desde Estados Unidos e Israel hasta Rusia, Irán y Turquía juegan sus piezas en el tablero más explosivo de Oriente Próximo.
En este escenario, como advirtió el enviado especial de la ONU en Siria, Staffan de Mistura, cualquier movimiento puede derivar en una escalada incontrolable. “Lo voy a decir por primera vez, estamos ante una amenaza para la paz y la seguridad internacional”, afirmó De Mistura en la sesión de urgencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas convocada el lunes y que mostró la lacerante incapacidad de rusos y estadounidenses para ponerse de acuerdo en el caso sirio.
Desbaratada la posibilidad de un diálogo, Estados Unidos se apresta a la intervención militar. Su argumento radica en que El Asad, con el ataque a Duma, cruzó la línea roja establecida hace un año por Trump, cuando tras una matanza similar castigó el uso de armas químicas con el envío de 59 misiles Tomahawk contra la base aérea de Shayrat (Homs). Fue un golpe quirúrgico. No murió ningún soldado estadounidense ni ruso y de una tacada fue liquidada el 20% de la aviación de combate siria.
Los expertos consideran que la respuesta será ahora mucho más dura y que, dada la supuesta reincidencia de El Asad en el empleo de armas químicas, buscará un efecto disuasorio a largo plazo. “Si los informes son correctos, Bashar el Asad ha desafiado a Donald Trump y ha decidido que puede hacer lo que quiera, cuando quiera, donde quiera y con quien quiera. No hay duda de que el Departamento de Defensa tiene preparada una respuesta para estas contingencias. No puede quedar la menor duda de que Estados Unidos hará cumplir sus palabras con hechos”, ha escrito Frederic C. Hof, experto en Oriente Próximo del think tank Atlantic Council.
Para la embestida, la Casa Blanca ha elegido una escenografía muy distinta a la de abril de 2017. El ataque no será por sorpresa ni unilateral. Por el contrario, Trump ha anunciado a los cuatro vientos lo que viene y la diplomacia estadounidenses ha tratado de forjar una alianza internacional. De momento, Francia, Reino Unido y Arabia Saudí han mostrado su disposición a una acción conjunta, aunque no se conoce el alcance de su respaldo ni tampoco están claros sus tiempos.
Uno de los múltiples riesgos de la operación es que detone una escalada con Rusia. Aunque en esta crisis Trump por primera vez ha señalado por el nombre a Vladímir Putin, y le ha hecho corresponsable de la matanza, también ha tratado de atemperar los ánimos. El miércoles mismo, lanzada la primera andanada tuitera, el presidente de EEUU no tardó ni media hora en buscar la conciliación. “Nuestra relación con Rusia está ahora peor que nunca, y esto incluye a la Guerra Fría. No hay razón para ello. Rusia nos necesita para que ayudemos a su economía, algo que sería muy fácil de hacer, y necesitamos a todas las naciones trabajando juntas. ¿Ponemos fin a la carrera de armas?", tuiteó. Rusia no contestó. El reloj ya está en cuenta atrás.
Fuente: El País
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