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Brasil amaneció hoy con la incertidumbre sobre el panorama político y el rumbo que tomará el Gobierno y el gobernante Partido de los Trabajadores (PT), después de que el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se convirtiera el viernes en el blanco de la mayor investigación por corrupción.
El propio exmandatario encabezó anoche un acto público en el centro de Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña, después de ser trasladado ayer por la policía desde su residencia para prestar declaración.
Algunos militantes del PT pasaron la noche en una vigilia frente a la casa de Lula, en el municipio de Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo, donde se espera que lleguen más seguidores hoy para expresar su solidaridad al exlíder sindical.
Lula, uno de los fundadores del PT y quien gobernó entre 2003 y 2010, prestó declaración durante unas tres horas por su supuesta implicación en el escándalo de desvíos en la petrolera estatal Petrobras.
El exjefe de Estado calificó como "persecución política" y "exagerada" la acción de la Policía y en una declaración a la prensa y después al final de la noche en un acto público con militantes de su partido anunció que comenzaría a movilizarse en las "calles", escenario que manifestó "conocer" de toda su vida política.
"La única respuesta que puedo dar a la ofensiva es ir a la calle y decir: estoy vivo y soy más honesto que vosotros", afirmó Lula en un mitin ante centenares de simpatizantes, celebrado en la sede del sindicato de empleados de banca en Sao Paulo.
La oposición, por su parte, comenzó a movilizarse con reuniones desde el viernes para fijar su posición en el nuevo escenario político, en el que vuelve a tomar fuerza la posibilidad de someter a un juicio político a la actual presidenta y sucesora de Lula, Dilma Rousseff.
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