CEPAL: Mujeres usan 8,5% menos internet que hombres
En varios países de América Latina y el Caribe las mujeres equiparan a los hombres en acceso a internet, pero están en clara desventaja con respecto a su uso. Esto limita tanto el desarrollo personal y laboral de la población femenina como el crecimiento con igualdad de los países de la región en el marco del nuevo paradigma tecnológico, revela un nuevo estudio presentado hoy por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
La tasa de uso de internet de las mujeres es en promedio 8,5 por ciento menor a la de los hombres en 10 países con información disponible incluidos en el documento Mujeres en la economía digital: superar el umbral de la desigualdad, cuyas conclusiones nutrirán el trabajo de la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que se inaugura hoy en Santo Domingo, República Dominicana, y concluye el viernes 18 de octubre.
La economía digital incluye la infraestructura de telecomunicaciones -particularmente las redes de banda ancha-, las industrias de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) -hardware, software y aplicaciones- y el grado de alfabetización digital de los usuarios.
En todos los países aumentó en los últimos años la proporción de hombres y mujeres que declaran usar internet desde cualquier punto de acceso, pero solo en Brasil, México y Uruguay la brecha entre ambos sexos se redujo. En el resto se amplió. La diferencia entre mujeres y hombres es de casi 5 por ciento en Chile (39,3% contra 44%), país que cuenta con una de las mayores tasas de uso de esta tecnología. En Perú, en tanto, 26 por ciento de las mujeres y 34,1 por ciento de los hombres dicen ser usuarios.
Esta brecha digital de género es más frecuente en áreas urbanas que rurales y afecta principalmente a las mujeres de mayor edad de todos los niveles educativos. En El Salvador la diferencia entre mujeres y hombres con educación terciaria es de cinco puntos (70,3% versus 75,5%), mientras en Honduras es de casi tres (71,2% y 74%). En Brasil, por su parte, 4,3 por ciento de las mujeres y 7,4 por ciento de los hombres de 65 años y más declaran usar internet, diferencia que se repite en países como Costa Rica (3,1% y 7,1%) y Ecuador (2,1% y 4,1%).
La prevalencia de uso de internet aumenta a medida que asciende el nivel de ingresos de los hogares, pero la brecha de género es menor en aquellos grupos donde la tecnología es menos accesible. En Uruguay, el país menos desigual en este ámbito, 34,5 por ciento de las mujeres del primer quintil declaran usar internet contra 63 por ciento del quinto quintil.
La desigualdad solo se revierte en el caso de las mujeres asalariadas, que muestran tasas de uso de internet superiores a las de los hombres. Este último dato indicaría que contar con habilidades para el uso de las TIC puede ser una herramienta poderosa para la inserción laboral de muchas mujeres.
Casi la mitad de las mujeres de la región (que representan 50,9% de la población, más de 300 millones de personas) no tienen ningún vínculo con el mercado laboral: la tasa de actividad económica femenina asciende a 49,8 por ciento (la masculina llega a 78,7%) y una de cada 10 mujeres está empleada al servicio doméstico, una de las labores peor remuneradas y con menor protección social.
Garantizar la autonomía económica de las mujeres, aumentando su participación en el mercado laboral y reconociendo el trabajo no remunerado que ellas realizan mayoritariamente, es uno de los principales desafíos de los países de la región, plantea la CEPAL. Y como en la economía digital se reproducen desigualdades de género presentes en el resto de la sociedad, urgen políticas que prevengan la segregación laboral, eviten las brechas salariales y promuevan una justa división sexual del trabajo.
La segregación laboral (horizontal y vertical), dice el organismo, es patente en el mundo de la ciencia, pese a que en los últimos años ha aumentado el número de mujeres en esta área.
La primera segregación se refiere al hecho de que las mujeres se concentran en disciplinas relacionadas con las ciencias de la salud, sociales, humanísticas y naturales, dejando en último lugar a las ciencias exactas e ingenierías, donde predominan los hombres. Otra expresión de la segregación horizontal de género es la representación sumamente escasa de mujeres en la investigación industrial.
La segregación vertical, por su parte, significa que las investigadoras de la región tienen muy pocas posibilidades de llegar a los niveles más altos del escalafón laboral y acceder a puestos de poder o de alta jerarquía. “Uno de los grandes problemas para el desarrollo profesional de las mujeres es el conflicto de roles que experimentan al tener que atender, simultáneamente, las demandas familiares y profesionales”, explica el documento.
La Comisión destaca, además, la falta de participación de las mujeres en la producción de contenidos digitales, lo que genera un alto grado de sexismo. En la industria de los videojuegos, por ejemplo, es recurrente la representación de mujeres como objetivos pasivos y sexuales y de hombres como sujetos activos y violentos.
Según el estudio, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe tienen hoy estrategias digitales nacionales, que han permitido avances importantes en el acceso de toda la población a las TIC. Pero la mayor parte de ellas no incluye acciones específicas para promover la igualdad de género, aunque se destacan las experiencias de Ecuador, México y República Dominicana.