21 millones de personas sufren trabajo forzoso
Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) destaca la necesidad de medidas más severas para luchar contra el trabajo forzoso, que cobra 21 millones de víctimas en el mundo: hombres, mujeres y niños obligados a ejercer trabajos que no pueden abandonar, atrapados en la servidumbre por deudas, víctimas de la trata con fines de explotación sexual y hasta personas que nacieron en esclavitud.
Los esfuerzos para prevenir, identificar y llevar a juicio los casos de trabajo forzoso son con frecuencia insuficientes, a pesar de las buenas prácticas de algunos países, afirma la Organización Internacional del Trabajo en un informe preparado para la reunión de expertos sobre el trabajo forzoso en representación de gobiernos, trabajadores y empleadores que concluye este 15 de febrero 2013.
Muchas víctimas de trabajo forzoso trabajan en lugares poco visibles, por ejemplo en barcos pesqueros y obras en construcción, así como en fábricas y en explotaciones de agricultura comercial.
“El trabajo forzoso abarca a trabajadores en los hornos de fabricación de ladrillos que están atrapados en un círculo vicioso de deudas, a niños víctimas de la trata con fines de mendicidad forzosa y a trabajadores domésticos que son engañados sobre sus condiciones de trabajo”, señala el informe.
La servidumbre por deudas, bajo la cual los trabajadores y sus familias están obligados a trabajar para un empleador a fin de saldar las deudas que contrajeron o heredaron, sigue siendo común en algunos países.
Según los autores del informe, en algunos países todavía existen “vestigios de esclavitud”, donde “las condiciones de esclavitud siguen siendo transmitidas a través del nacimiento a individuos que son obligados a trabajar para sus amos sin recibir ningún pago”.
Los trabajadores domésticos, la mayoría de los cuales son mujeres y niñas, con frecuencia son víctimas de prácticas abusivas por parte de los empleadores, como la falta de pago de los salarios, la privación de la libertad y el abuso físico o sexual. Estas prácticas equivalen a trabajo forzoso.
Los migrantes también están en riesgo. El informe advierte que la trata de seres humanos, incluyendo los niños, con fines de explotación laboral o sexual, podría incrementar en el futuro como consecuencia de la creciente movilidad laboral.
Por otra parte, la imposición sistemática de trabajo forzoso por parte del Estado ha disminuido en todo el mundo, y prácticamente ha desaparecido en la gran mayoría de los países. El trabajo forzoso impuesto por el Estado representa el 10 por ciento de las casi 21 millones de víctimas de trabajo forzoso en el mundo, de acuerdo con cifras de la OIT de 2012.
Las sanciones no son suficientemente severas
A lo largo de los últimos años, la importancia de las medidas dirigidas a disuadir a los posibles infractores, fortalecer los mecanismos para garantizar el cumplimiento efectivo de la ley, combatir la demanda de trabajo forzoso, y reducir la vulnerabilidad de las potenciales víctimas de trabajo forzoso, ha recibido un reconocimiento cada vez mayor.
Pero aunque la mayoría de los países ha adoptado una legislación que penaliza el trabajo forzoso, la sanción no siempre es lo suficientemente severa para tener un efecto disuasivo, en algunos casos se limita a multas o a penas de prisión demasiado breves.
La mayoría de los países carece de medidas exhaustivas dirigidas a combatir la demanda de bienes y servicios producidos recurriendo al trabajo forzoso. Sin embargo, algunos países han dado ciertos pasos para disuadir a los individuos y las compañías de que exploten a los trabajadores en condiciones cercanas a la esclavitud.
La identificación de las víctimas también sigue siendo un importante desafío. Algunos países no destinan recursos suficientes a las inspecciones laborales, que pueden desempeñar una función fundamental para encontrar a las víctimas, así como para prevenir situaciones de abuso que pueden degenerar en prácticas de trabajo forzoso.
En muchos casos, se han adoptado medidas destinadas a reducir la vulnerabilidad de grupos específicos, como por ejemplo los programas de sensibilización dirigidos a trabajadores que parten hacia el extranjero.